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jueves, 31 de mayo de 2007

BULGARIA: UNA NOCHE EN EL MONASTERIO DE RILA


 
La primera noche en Bulgaria la pasamos en el impresionante Monasterio de Rila. Un autobús nos había llevado desde Sofía, la capital, a Blageovgrov. Allí cogimos un taxi hasta el monasterio. El trayecto duró dos horas, atravesando verdes montañas con niebla en las cimas. En alguna de las cumbres vimos nieve. Nos recibieron unos monjes ortodoxos, totalmente vestidos de negro, con faldones largos y un birrete en la cabeza. En el monasterio había trescientas celdas para monjes e invitados. Y éramos los únicos viajeros que nos alojamos en una de ellas. Espartana es el adjetivo más adecuado para describir la sencilla celda, con dos camas, una mesa, un armario y lavabo. Pero con las mejores vistas a las montañas y las cúpulas de la Iglesia de la Natividad.




Por la noche iluminaron los pasillos con arcos donde estaban las celdas. Lo único que rompía el silencio era la fuerte corriente de agua del río cercano. En el mes de mayo dormimos con pijama y dos mantas; se notaba que estábamos a 1.147m. de altura.
El Monasterio de Rila tenía cinco pisos y era un gran conjunto de cúpulas, claustros, arcos, balcones porticados y un  laberinto de escalinatas. Era del s.X, reconstruido en los s.XIII-XIV y completado en el s.XIX. Todo en piedra y madera. Se merecía la categoría de Patrimonio de la Humanidad.



A las 6.30h. estábamos en la Iglesia del monasterio escuchando los cánticos de los monjes. Impresionaba su atuendo negro y el revoloteo de sus faldas cuando se movían. Había un grupo de monjes, una pareja de ancianos cuidadores, un monaguillo joven y nosotros. Uno de los monjes tenía una melena leonina rizada y canosa, y larga barba. La anciana encendía las velas de los altos candelabros, y barría los alrededores, arrancando los trozos de cera del suelo. La Iglesia estaba repleta de coloridos iconos y pinturas murales. Durante la oración los monjes retiraron un manto y apareció un ataúd de madera que abrieron con llave. Todos se fueron acercando uno a uno, santiguándose ante la tumba., Luego la cerraron, lo cubrieron con el manto y continuaron con sus cánticos. A saber qué reliquias guardarían ahí. Procuramos ser discretos y permanecimos sentados en las sillas del coro. Y desde aquellos asientos centenarios contemplamos aquella escena repetida en el tiempo desde tiempos inmemoriales.




 
© Copyright 2007 Nuria Millet Gallego

VELIKO TARNOVO, LA CIUDAD MEDIEVAL

 



Veliko Tarnovo era la ciudad medieval búlgara, la describían como la ciudad de los zares. Tenía un asentamiento espectacular sobre tres escarpadas gargantas en el río Yantra. Fue la capital del estado búlgaro hasta 1393, cuando los turcos la invadieron. En la Edad Media la llamaban la tercera Roma y la segunda Constantinopla. 

Desde la ventana de la habitación veíamos las casas apiñadas, construidas sobre la negra roca que caía verticalmente hasta el río. Casas blancas de madera oscura vieja y tejas rojas. Y todo rodeado por verde arboleda.



Desayunamos en una terraza frente a la que llamaban la Casa del Mono, porque tenía un pequeño mono tallado en la fachada.Paseamos por estrechas y laberínticas calles empedradas. Algunas tenían comercios de artesanía búlgara, textiles y antigüedades. Vimos un hombre trabajando el cobre, una chica tejiendo con un telar y una mujer pintado la cerámica a mano y utilizando un compás para hacer los dibujos.





Luego fuimos a la Fortaleza Tsaravets. Nos impresionaron sus dimensiones. Fue construida por bizantinos y eslavos, y fue asentamiento sucesivo de tracios y romanos, hasta su destrucción por los turcos en 1393. Había tenido 400 casas, un palacio,18 iglesias y dos monasterios. De todo ello quedaban ruinas. La muralla estaba restaurada, tenía una longitud de 1100m con muros de 10m de altura y un grosor de 3,4m. 

En la cima de la colina amurallada estaba la Iglesia del Patriarcado La Ascensión de Dios, edificada sobre los fundamentos de una iglesia bizantina del s. V-VI. Leímos que el que la iglesia estuviera construida más alta que el palacio simbolizaba la superioridad del poder religioso sobre el poder laico. El interior tenía bonitas pinturas murales con pigmentos rojizos.


Foto cortesía de Google





lunes, 28 de mayo de 2007

NESSEBAR EN EL MAR NEGRO

 

La pequeña ciudad de Nessebar estaba a orillas del Mar Negro, y sobre una pequeña península unida continente por un istmo de 400m de longitud. Tenía muchas iglesias bizantinas y por ello estaba considerada Patrimonio de la Humanidad. 

Nos alojamos en una casa de madera con balcón con vistas al mar Negro y a los tejadillos de tejas rojas. Las gaviotas no dejaban de oírse, y paseaban por los tejados. Rodeamos la península paseando y encontramos varias iglesias bizantinas, como la Iglesia de Cristo Pantocrator.  






El pueblo tenía tiendas de antigüedades con cámaras de fotos, máquinas de escribir, teléfonos, molinillos, joyas de plata, monedas, cascos de soldados alemanes, insignias, relojes de bolsillo y pasaportes viejos, restos de otros tiempos. 

En un viejo galeón reconvertido en bar, tomamos bebidas. Las terrazas de bares y restaurantes estaban abiertas al mar, con vistas. Cenamos mejillones, gambas y pescado en una de las terrazas.















sábado, 26 de mayo de 2007

PLOVDIV

El Anfiteatro Romano estaba sobre una colina en Plovdiv. Había sido construido en tiempos del Emperador Trajano, en el s. II d.C. Tenía capacidad para unos 6000 espectadores, y celebraban representaciones y conciertos en mayo y junio. Tras el escenario se erigían varias estructuras con columnas y un par de estatuas, una de ellas decapitada. Nos sentamos en los escalones de mármol a la sombra, pues hacía mucho calor. 


Recorrimos las calles empedradas admirando las casas restauradas, pintadas de colores rojizos y ocres. Visitamos la casa de un rico mercader del s. XIX. La fachada estaba pintada de color granate, con ventanas de madera oscura. Las habitaciones eran muy espaciosas y repletas de mobiliario, para recibir muchos invitados. Otras csaas museo eran la Casa Indiana y la Casa Danov, que estaban cerradas.



Las ventanas estaban decoradas con adornos de escayola. En las paredes medianeras había murales pintados y encontramos muestras de arte callejero originales. Era una ciudad con encanto, llena de vida. Cenamos en una terraza de un patio ajardinado, entre flores, escuchando en directo música de piano y violín. 




Paseando por la calle Saborma encontramos la antigua Farmacia (Apoteka), que era un auténtico museo que reproducía el aspecto de una farmacia del s. XIX. Los tarros de cerámica estaban alineados en los estantes, y los cajones de madera rotulados en la parte inferior de la pared.




Desde Plovdiv visitamos el Monasterio Bachkovo, el segundo mayor de Bulgaria, después del Monasterio de Rila. Fue fundado en 1083, y reconstruido en el s. XVII. Vimos iconos, pinturas murales y deambulamos por el monasterio.

En el centro del patio estaba la Iglesia Sveta Bogoroditsa, de 1604. Los monjes ortodoxos vestían las largas túnicas negras, encendían velas y las colocaban en las mesas. Uno de los monjes tenía una melena leonina, rizada y canosa, y larga barba, con aspecto bohemio. Los cuidadores quitaban von rasquetas la cera de los suelos de mármol. Un grupo de  seis monjes iniciaron la oración cantando. Estuvimos un rato escuchándolos.