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viernes, 1 de septiembre de 2023

NAVEGANDO POR EL RÍO DRINA


Una etapa del viaje por Serbia fue Bajina Basta, una pequeña población a orillas del río Drina. Era una buena base para visitar el Parque Nacional Tara y el Monasterio de Raca. Bajina Basta también era conocida por la Casa en el río Drina, una cabaña de pescadores, sobre un roca aislada en medio del río. Fue construida en 1968 y las aguas del río la arrastraron en varias ocasiones, pero la gente siempre la devolvía a la roca. Las vistas de los alrededores eran preciosas con el agua verde y muy calmada reflejando como un espejo la vegetación de las orillas. Había una plataforma con mirador y un pequeño muelle con barcas.


El Monasterio de Rača estaba a solo 7,5km de Bajina Basta. Fue fundado a finales del s.XIII por el rey serbio Stefan Dragutin. Tenía un cuerpo central, la Iglesia, una torre y las habitaciones de los monjes alrededor. En él se enterraban las personalidades más destacadas y sus 300 monjes-escribas copiaban y traducían las principales obras literarias de la época. Durante la II Guerra Mundial, el monasterio de Rača albergó el Evangelio de Miroslav, un manuscrito del s.XII que vimos en el Museo Nacional de Belgrado.

Entramos en la Iglesia con un elaborado iconostasio y muros cubiertos de coloridos frescos. Vimos un monje ortodoxo con larga barba blanca y vestido con túnica negra. En el exterior el jardín estaba muy cuidado y con flores. Se respiraba tranquilidad.






Desde Bajina Basta (Serbia) navegamos el río Drina hasta la población de Visegrad, en Bosnia. Embarcamos en el Sidro Grizzly Floating Restaurant, en el Lago Perurac, a 16km de Bajina Basta. Dos policías dentro del barco nos pidieron los pasaportes y los sellaron, ya que íbamos a cruzar la frontera fluvial.

El Lago Perurac era artificial, fue creado en 1966 por la construcción de una presa en el río Drina, para alimentar una planta hidroeléctrica. Se convirtió en uno de los lugares favoritos de los visitantes del Parque Nacional Tara. Al zarpar vimos alineadas en la ribera numerosas casas flotantes de madera, con barcas de recreo.


El río Drina tenía 346km de longitud y formaba uno de los cañones más profundos del mundo, con alturas superiores a los 1000m. Era la frontera natural entre Serbia y Bosnia. El paisaje era espectacular. Las verdes montañas se reflejaban en las aguas calmadas. 

En la parte más estrecha el cañón tendría unos 30m. Algunas barcas pequeñas navegaban y en las orillas se veían patos y pescadores de caña. El primer tramo navegamos por el Lago Perurac, luego nos metimos por el cañón unas dos horas, y el pasaje se abrió al acercarnos a Visegrad. 





Antes de llegar pasamos por el Memorial Stari Brod, dedicado a los más de 6000 serbios y bosnios que fueron masacrados por fuerzas de la Utasha, el grupo fascista que gobernó Croacia con apoyo de Hitler, en 1942. El Memorial fue inaugurado en 2008, era un grupo de esculturas medio sumergidas en el agua, junto a una Iglesia y un Museo. Era un homenaje original y sentido. Ahora había paz y la belleza ganaba la batalla. 


jueves, 10 de septiembre de 2015

LOS MANGLARES DE LOS SUNDARBANS





Desde Mongla empezamos el recorrido por el río en un barco con toldillo. En Bangladesh, ubicado en el Delta del Ganjes, los ríos eran las arterias, ya que tenía más de 700 ríos. Por eso navegar por cualquiera de ellos era inevitable y una experiencia. El Parque Nacional Sundarbans era el bosque más grande de manglares del mundo, localizado en el Golfo de Bengala y ocupando el territorio de Bangladesh y de India. Era una enorme red de canales acuáticos interconectados. De las 54 especies de manglares que existen en el mundo, 26 se encontraban en él. Toleran la alta salinidad y protegen la costa de la erosión provocada pro mareas y tormentas.
Leímos que en los Sundarbans vivían unos 400 tigres de Bengala, de pequeño tamaño, y que mataban a unas veinte o treinta personas al año, principalmente pescadores y recolectores de miel. Pero ver a los tigres era poco frecuente, una excepción, y nosotros no vimos ninguno. El parque también era un importante vivero natural de camarones y lugar de desove de numerosos peces y cangrejos.
 
 
 



Paramos en el embarcadero de un canal. Bajamos a tierra y un guarda, armado con un fusil por si los tigres, nos acompañó en una pequeña caminata por la jungla. Íbamos por una pasarela elevada de madera, sobre una zona pantanosa con mucho barro, con las raíces puntiagudas de los manglares. Llegamos a un estanque idílico rodeado de palmeras y con nenúfares en flor en el agua. Seguimos por otra zona pantanosa donde no había pasarela y nos hundíamos en el barro gris. Era muy resbaladizo; afortunadamente no vimos sanguijuelas. Había agujeros en el lodo por los que se metían los cangrejos rojos. Tenían una de sus patas hipertrofiada, más desarrollada.

El río era de una anchura considerable, excepto cuando navegábamos por los estrechos canales, y sus aguas eran marrón café con leche, como todos los ríos del país. Las lagunas tenían un color más verdoso. Pero Bangladesh tenía otros paisajes que ofrecernos…el viaje seguía.




 

© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego


NAVEGANDO EN EL ROCKET



 

El Rocket era un mítico barco inglés antiguo, de vapor con rueda de paletas y con cabinas con paneles de madera y alfombradas. Fue construido en los inicios del s. XX y se llamó así porque era el más rápido en la época (Rocket significa cohete), aunque en la actualidad era más lento que los ferrys modernos. Quedaban cuatro de esos barcos.

Nos informamos en las oficinas del muelle de la BITWC (Bangladesh Inland Waterways Transport Corporation). El barco partía de Dakha a las seis de la tarde, paraba en Barisal a las seis de la mañana y continuaba hasta Hulahart. Nosotros queríamos hacer la última parte del trayecto para ver el paisaje diurno. Pero cuando llegó el barco al muelle comprobamos que no era  el Rocket de madera. Preguntamos y nos dijeron que también lo llamaban Rocket. Total, que nos quedamos con las ganas de navegar en el barco histórico. Aviso a navegantes: confirmar si se trata del auténtico Rocket inglés. Las fotos las tomamos en el Rocket atracado en el muelle de la capital.






El paisaje de las orillas tenía tramos de vegetación espesa y altas palmeras, campos y casas con la ropa de colores tendida. Nos cruzábamos con numerosas canoas de remo o motor, transportando gente, mercancías o pescando. El río arrastraba islotes verdes de plantas acuáticas que formaban grandes manchas verdes en el agua.

Nuestro Rocket era de metal blanco y tenía tres pisos: cubierta inferior de tercera clase, camarotes y cubierta superior. Despertamos una expectación enorme entre los pasajeros que continuamente nos pedían posar para su móviles, solos y con ellos y sus familias. El trayecto de Barisal a Hulahart duró unas cuatro horas y disfrutamos del paisaje y del paisanaje. En Hulahart cogimos un rickshaw hasta la estación, y allí un bus a Bagerhat, que tardó una hora. La ciudad histórica de Bagerhat nos esperaba.

 
 

© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego


martes, 2 de diciembre de 2014

PLAYAS DE NICARAGUA

 
 



En un viaje las playas no son mi prioridad, es el conjunto del país lo que me interesa y despierta curiosidad, pero no dejo de admirar su belleza ni de disfrutarlas. Con un litoral de 2.141km, Nicaragua es uno de los países del mundo dotado de playas paradisíacas de gran belleza. Tal vez no tengan el renombre de otros lugares, pero sin duda lo merecen.

Los Pearl Keys (Cayos de la Perla) eran maravillosos islotes de arena blanca con palmeras, rodeados del verdeazulado mar Caribe. Se llega a ellos en barca desde Bluefields, una población de la costa caribeña, considerada el corazón de la cultura criolla, con población negra, algunos rastas y música reggae. Tienen la particularidad de que su primera lengua es el inglés. Los Cayos son unas dieciocho islas, y la mayoría son propiedad privada de suizos, canadienses o americanos ricos. De todos modos, los dueños casi nunca están, y más o menos toleran que las barcas con turistas hagan una parada en la isla en su ausencia.

 

A las Islas del Maíz puede llegarse también desde Bluefields, en un corto trayecto de veinticinco minutos de avioneta o en varias horas de barco, cuyas salidas no son diarias. Estábamos dispuestos a ir en barco, pero nuestro transporte “se fregó”, según nos dijeron en Capitanía General, y optamos por la avioneta. Antes de partir, además de pesar el equipaje, nos pesaron a todos los pasajeros.

En las islas del Maíz, puede hacerse buceo con tubo para ver pecios, además de peces entre corales. Se puede nadar entre restos de galeones españoles hundidos, con sus grandes anclas y cañones oxidados.  




Además hay fantásticas playas fluviales de agua dulce alrededor del Lago Nicaragua, por ejemplo en la idílica Isla Ometepe, como la Playa Santo Domingo, Charco Verde o Playa Bancón, desde las que se contempla el cono perfecto de los volcanes nicaragüenses.
Otras playas como la de Jiquilillo, en el litoral del Pacífico, tienen encanto por conservar su vida marinera, con la salida diaria de barcas de pescadores. Jiquilillo tenía la arena más oscura de origen volcánico. Por tener más oleaje son las preferidas por los surferos de todos los rincones.
 
© Copyright 2014 Nuria Millet Gallego

martes, 7 de agosto de 2012

BUENOS DÍAS, LAGO KHOVSGOL




 
El lago Khovsgol nos dio los buenos días. Habíamos llegado después de diecisiete horas de viaje en furgoneta colectiva desde Ulan Bator hasta Moron, más otro tramo de dos horas y media hasta Khatgal, la población a orillas del lago. En Mongolia cuando se acababa el asfalto las carreteras eran pistas de tierra en mal estado, y el trayecto se convertía en una batidora de huesos.
Nos alojamos en una coqueta y sencilla cabaña de madera con estufa de carbón, que encendimos, y dormimos doce horas seguidas. El baño estaba en otra cabaña exterior y era ecológico, a falta de cisterna había que echar una pala de serrín


 
Lo llamaban la Perla Azul de Mongolia, y estaba considerado el hermano menor del lago Baikal, con sus 23 millones de años de antigüedad. Estaba rodeado de altas montañas y sus aguas eran profundas y claras. Además era el segundo lago de Mongolia, con 2.760 km2 y estaba repleto de peces como el esturión, que vendían en salazón.
Decidimos coger un barco tipo ferry atracado en el muelle, que llegaba a Khank a 20km. de la frontera rusa. Subimos a bordo con varias familias de mongoles, algunos nos pidieron que posáramos con ellos para sus fotos, les resultábamos exóticos. Entre la tripulación estaba una señora gordita madura, uniformada con gorra de plato, a quien bautizamos “la Capitana”. Más tarde, la Capitana hizo de animadora del trayecto, y micrófono en mano animó a los pasajeros a cantar. Uno de esos momentos naïfs de los viajes.


 
El barco navegó hacia el norte del lago y contemplamos en las orillas los campamentos de blancas gers, las tiendas tradicionales de los nómadas. El paisaje era verde y casi alpino, montañas y colinas salpicadas de bosques de abetos. Por algo llamaban a la región de Khovsgol la Suiza de Mongolia. El agua azul brillaba con los rayos de sol intermitente. Cerca del lago pastaban rebaños de ovejas y enormes yaks de pelo largo, como en el Tibet. En Mongolia, con una superficie equivalente a casi tres veces la superficie de España y una población de menos de tres millones de habitantes, había más animales que personas. Un territorio solitario y misterioso.
 
© Copyright 2012 Nuria Millet Gallego

sábado, 13 de agosto de 2011

LAS ISLAS SOLOVETSKY




Cerca del Círculo Polar Ártico, en el Mar Blanco, están las islas Solovetsky, también llamadas Solovki, y consideradas Patrimonio de la Humanidad desde 1992. Llegamos en barco desde Rabocheostrovk, abreviado Rabo por los locales. El trayecto duró dos horas y fuimos acompañados por grupos de gaviotas.

Eran seis islas principales con más de 500 lagos. Desembarcamos en la isla más grande, la Bolshoy Solovetsky, y desde el agua ya se veía la silueta del misterioso y evocador Monasterio.






Encontramos una procesión de gente con varios sacerdotes ortodoxos barbados. Algunos de los sacerdotes vestían de negro con altos sombreros y otros, de mayor rango, con ricas vestiduras verde y oro. Las mujeres llevaban todas pañoletas en la cabeza, anudadas bajo la barbilla.

Los sacerdotes portaban varias cruces, rodearon el Monasterio y en la entrada rezaron, cantaron y esparcieron agua sagrada con cierto jolgorio entre las mujeres y niños. Otro sacerdote llevaba un botafumeiro que impregnaba el aire con olor a incienso. Entramos todos en la Iglesia de la Transfiguración. La pared del altar estaba enteramente cubierta de iconos. Oficiaron la misa, y dos sacerdotes orondos con barbas canosas ofrecieron las cruces de oro para todos los que quisieran besarlas.





La isla había sido uno de los campos de concentración más crueles de la antigua URSS, en la época de Stalin. Vimos una exposición sobre el Gulag con fotografías de los presos en blanco y negro. Aunque los textos eran sólo en ruso, las imágenes eran expresivas por sí solas. Hacía años que leí “Archipiélago Gulag” de Solzhenitsin y sabía de los abusos y torturas que se cometieron entre aquellos muros. Él lo describió como un lugar tan lejano para que “un grito nunca fuera oído”. Cuando oí los chillidos de las gaviotas no pude evitar sobrecogerme. Todos los lugares bellos encierran algo trágico.




Rodeamos el perímetro del Monasterio, observando como cambiaba la perspectiva de sus múltiples cúpulas de cebolla. Tenía seis grandes torres con tejadillos cónicos. Las cruces de las torres y de cada cúpula se reflejaban con perfecta simetría en las aguas del lago. Al atardecer todo el entorno del monasterio se tiñó de tonos rojizos, y en aquel momento me pareció increíble que un lugar tan bello hubiera sido un campo de concentración durante tantos años.


© Copyright 2011 Nuria Millet Gallego






domingo, 24 de octubre de 2010

NAVEGANDO ENTRE LAS GARGANTAS DEL RÍO YANGTSÉ

 

 
A las siete de la tarde embarcamos en el Tao Jin, entre cientos de chinos. Salimos a la cubierta exterior de popa, nos sentamos en una mesa y nos sirvieron té. A nuestro alrededor los chinos comían cacahuetes, pollo y cerveza. Otros jugaban a cartas.
Zarpamos de Chongqing ya anochecido, la ciudad se iluminó y en sus rascacielos surgieron luces de fantasía. Por detrás de una colina vimos fuegos artificiales, como si celebraran la partida.


 
Durante los tres días de travesía por el río Yangtsé hicimos varias paradas para visitar templos centenarios con tejadillos, pabellones con puertas circulares y pagodas con inciensarios de bronce, entre cuidados jardines. Alguno de ellos lo visitamos de noche, iluminado y lleno de misterio. En el interior albergaban esculturas de dioses y grandes tablillas de pizarra con caracteres chinos de calígrafos y poetas antiguos.





Pero lo más impresionante fue el paisaje. Las Tres Gargantas eran un desfiladero de paredes verticales de 900 m. de altura, repletas de verde vegetación. En Wushi cogimos una pequeña barca para recorrer una garganta más estrecha en un afluente del Yangtsé. Las paredes eran de roca amarilla y gris y la vegetación aún era más abundante. Las hendiduras de la montaña estaban cubiertas por una hojarasca verde y mullida, que disfrazaba la profundidad de las grietas. El agua, que en el Yangtsé era marronosa, aquí era verde intenso. Ante nosotros las altas paredes parecían cerrar el curso del río, pero era un efecto óptico, y la barca giraba y seguía su paso.


 
En las paredes se veían grutas y cuevas, y las formas de los picos estaban esculpidas por los vientos con formas curiosas, de interés geológico. Habían construido largas pasarelas adosadas al acantilado, por encima del río. El Yangtsé o río Azul, era el más largo de China con sus 6300km. de recorrido, y el tercero del mundo tras el Amazonas y el Nilo.




Desembarcamos en Yichang, el destino final. Nos despedimos del Tao Jin y en autobús fuimos hasta la Gran Presa del río Yangtsé. La consideraban el mayor proyecto de ingeniería desde la construcción de la Gran Muralla. Y probablemente lo sería, dada la complejidad y las dimensiones de su construcción. Con ese macroproyecto se evitaron muchas muertes que causaban las grandes inundaciones en la zona, pero había obligado a más de un millón de personas a desplazarse y supuso la desaparición de muchos pueblos. Aunque la belleza del paisaje de las Tres Gargantas y del curso del río Yangtsé permanecía.

 

© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego