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martes, 6 de mayo de 2008

EL CHADOR SIRIO







Siria ocupa el lugar 97 entre los países del mundo en el índice de Desarrollo Humano. La religión mayoritaria es la musulmana, pero conviven con una minoría de cristianos maronitas y armenios.
El equipaje literario que llevamos fue “Viaje a la luz del Cham” de Rosa Regás, y “Entre árabes” de Colin Thubrand, libros que ayudan a acercarse a la realidad del país.

Las mujeres visten el chador negro. Algunas dejaban la cara al descubierto, y otras sólo una pequeña obertura para los ojos. Era un contraste ver los vestidos de novia de tul blanco vaporoso y los de fiesta de colores vivos y mucha pedrería. Las cristianas vestían con ropa occidental, marcando formas, y se maquillaban mucho la boca y los ojos.
En la Mezquita Omeya de Damasco y en la Gran Mezquita de Alepo, las viajeras se ven obligadas a vestir la túnica con capucha que oculta las formas corporales.





Los hombres tradicionales vestían túnicas blancas o chilabas y pañuelo palestino, a cuadros rojos y blancos, o turbantes blancos o el fez musulmán, pero predominaban los atuendos occidentales. En conjunto, había mucha variación en la indumentaria. La ventaja del chador es que permite pasar desapercibida, lo que siempre es bueno para observar sin llamar la atención.

Como la curiosidad es uno de los motores que mueven a esta viajera que escribe, no pude evitar preguntar a algunos hombres jóvenes su opinión sobre el velo. Un chico joven y moderno me contestó que para él su mujer era como el sol o la luna, muy valiosa, y por eso no quería que ningún otro hombre la viera. Ella sonreía a su lado.


Debo decir que, más allá de tópicos, el pueblo sirio es muy acogedor, siguiendo la tradición árabe, y recibe al viajero que muestra ganas de conocer y comprender, con curiosidad y calidez.




© Copyright 2008 Nuria Millet Gallego