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viernes, 6 de abril de 2018

LAS ALDEAS AKHA

Desde Phongsali contratamos una excursión a las tribus de las colinas. Había 28 etnias diferentes en la provincia. Nosotros fuimos a aldeas de la minoría étnica Akha. Primero cogimos una barca por el río Nam Ou en un trayecto de una hora aproximadamente;  el río se abría ante nosotros con paredes de vegetación en ambas orillas, con fondo de montañas. La superficie del agua estaba lisa como un espejo.

Llegamos a un tramo con rápidos en el río y la barca no podía pasar. Los chinos habían construido una gran presa más arriba y desembarcamos en una aldea de cabañas. Una anciana nos preparó té y tallos de bambú asados; se pelaban como los calçots, eran tiernos, como los palmitos y sabían un punto amargo.






Desde la aldea emprendimos en trekking de cuatro horas y media. El primer tramo fue un bosque de bambús, había muchos cortados en el terreno. Luego empezamos a ascender. El paisaje era precioso, muy verde y montañoso, con algunas flores blancas. El sendero se abría paso entre la vegetación.

La llegada a la aldea Peryenxang fue espectacular. Estaba en la cima de la montaña y se veían unas cuantas cabañas con graneros y empalizadas entre hierba verde. En medio correteaban cerdos negros, gallinas y vacas. Los niños jugaban por allí y se agruparon para recibirnos entre risas. Dimos una vuelta por la aldea y saludamos a los vecinos con un “Sabaidee”.



 

Las mujeres Akha cargaban sus hijos a la espalda y se caracterizaban por sus tocados negros adornados con cadenas, bolas y monedas de plata. Las monedas eran de diversa procedencia, algunas chinas. Su vestimenta era negra con cenefas de colores, y sus rasgos de pómulos anchos. Cada tocado era diferente, recargado de plata, cadenillas y monedas. Las hacía muy especiales. 








Nos alojamos en la casa del jefe de la aldea, un chico joven de 31 años que tenía el cargo desde hacía siete años. Se ocupaba de los asuntos domésticos y de poner orden en las disputas de los vecinos. Nos informó de que el pueblo tenía 35 casas y 250 habitantes. En la casa también vivían tres mujeres, varios niños y el padre. Los dos hombres se pusieron a fumar una gran pipa de bambú.





Cenamos con la familia a la luz de un quinqué sopa de champiñones, arroz, verduras, noodles y el tubérculo taro, parecido a la patata. Hablamos un poco con ellos, a nivel básico, y nos acostamos temprano. Al poco oímos la lluvia cayendo con fuerza sobre el tejado.

Al día siguiente nos despertaron los cantos de los gallos. Pasamos el día caminando y viendo otras aldeas: Peryenxang Khao (Khao significa vieja) y Chakampa. Caminamos 16km. Una barca nos llevó hasta la presa y allí cogimos un bus hasta el pueblo de Hatsa. Por aquella zona las mujeres llevaban otros tocados coloridos y con forma puntiaguda. Luego tocó el regreso a Phongsali. Fue una excursión breve, pero curiosa y muy interesante.







sábado, 19 de mayo de 2012

MUJERES HERERO

 
En Opuwo, al noroeste de Namibia, en la región de Kaokoland, fue donde vimos más mujeres Herero. En la capital, Windohek, podían encontrarse algunas de ellas aisladas.
Los Herero son una etnia del grupo bantú que también habita en Angola y en Bostwana, aunque en menor número. Sólo en Namibia formaban una población de más de 100.000 personas.
Las mujeres Herero vestían largos y voluminosos vestidos victorianos con mangas abullonadas y alegres colores. En la cabeza lucían un curioso tocado alargado y plano. Fueron los misioneros alemanes los que introdujeron esos vestidos, según la moda europea del s. XIX. Así que la indumentaria herero era un residuo de la época colonial.
Era un contraste verlas hablando con sus vecinas Himbas semidesnudas, con su atuendo tradicional de pieles.






La fiesta anual es en agosto, el Día de Maharero, cuando las mujeres desfilan orgullosas por las calles vestidas con sus mejores galas. Nos hubiera gustado asistir al festival, pero nuestro viaje fue en mayo. Samuel Maharero fue el líder del pueblo herero. En enero de 1904, los herero se levantaron contra los colonizadores para defender su territorio, pero las fuerzas eran desiguales y casi el 75% de los hereros fueron aniquilados por los alemanes. Otro genocidio más para la historia. Samuel Maharero guió la emigración de los supervivientes hacia Botswana, donde se establecieron.

Los faldones de los vestidos tenían enaguas superpuestas que les daban vuelo y añadían volumen a las voluminosas mujeres. Se veían bellas e imponentes. Un ejemplo más de la diversidad de paisaje humano que ofrece África. Un paisaje humano que me atrapó para siempre.

 
© Copyright 2012 Nuria Millet Gallego