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lunes, 19 de febrero de 2024

CHINGUETTI, LA CIUDAD SAGRADA

Chinguetti era una de las ciudades sagradas del Islam, y fue un importante paso en la ruta de las caravanas transaharianas. Fue fundada en el s.XIII y en su época de esplendor tuvo 11 mezquitas y la atravesaron caravanas de 32.000 camellos cargados de sal y otras mercancías. Era Patrimonio de la Humanidad.

La Mezquita del Viernes tenía un alto minarete del s. XIII, de construcción cuadrada, que sobresalía entre las casas de la ciudad vieja. Estaba declarada  Patrimonio de la Humanidad.
La vimos desde la azotea de El Rincón Mágico, una casa donde ofrecían vistas y té por 100 ouguiyaa (2,5€). Estuvimos sentados en una sala alfombrada con cojines.

A la hora de la oración la Mezquita abrió sus puertas. La entrada a los no creyentes no estaba permitida, pero aprovechamos para asomarnos y ver mejor su patio y fotografiarlo.



La ciudad tenía 5 Bibliotecas familiares que contenían libros y manuscritos antiguos. Algunos eran del s. XIII. Empezamos visitando la Biblioteca Al Ahmed Mahmoud. Contenía 700 ejemplares que trataban sobre astronomía, matemáticas, medicina, textos islámicos y poesía. El anfitrión, con túnica azul, estaba sentado en el suelo, rodeado de libros abiertos. Fue curioso e interesante.



Luego fuimos a la Biblioteca Hubbot. Estaba cerrada, pero llamamos al teléfono que ponía en la puerta. El anfitrión se puso guantes para tocar los libros que estaban guardados en vitrinas con llave. Su colección era de 1400 ejemplares, según nos dijo. Los libros tenían encuadernación de piel de cabra o de camello. Las páginas eran muy estéticas con caligrafía árabe y dibujos geométricos coloridos. Uno de los libros que nos mostró estaba como roído y con agujeros en las páginas, producido por la carcoma.




La ciudad de Chinguetti tenía dos partes, la nueva y la vieja, separadas por el cauce de un río seco que formaba una ancha franja arenosa. Las casas eran bajas, de adobe y piedra, de construcción rectangular y con patios interiores. Tenían puertas metálicas de colores. Las calles eran arenosas y pasaban carretas tiradas por burros. El ambiente era tranquilo y rural.




En la parte nueva estaba el Fuerte de la Legión francesa, de piedra dorada, con un torreón y en proceso de restauración. En el patio tenía unos pabellones con arcos.

El Mercado tenía una alta torre de adobe con adornos triangulares. Estaba en una plaza con varias tiendas tipo colmado. 


Había algún edificio con arcos y encontramos una puerta con el dintel decorado con cenefas, como las casas del pueblo Oualata. A Oualata estaba desaconsejado ir por tema de seguridad, al ser fronteriza con Mali, aunque luego nos dijeron que ya se podía ir. Nos hubiera encantado visitarla. Tal vez en otro viaje. En este viaje Chinguetti fue uno de nuestros lugares favoritos de Mauritania.



miércoles, 6 de septiembre de 2023

EL MONASTERIO DERVICHE Y POCITELJ

Desde Mostar fuimos en un minibús hasta Blagaj, a solo 12km de distancia. Blagaj era una pequeña población atravesada por el río Buna. Su principal punto de interés era la Casa de los Derviches llamada Tekke (o Tekija). Los Tekkes eran los monasterios sufíes, la rama mística del Islam. El monasterio estaba encajado entre una alta pared de roca y el río. Su imagen se reflejaba en las aguas color esmeralda del río Buna era una de las más icónicas de Bosnia. Aunque el día estaba algo nublado las aguas mantenían su color verde intenso.

Los Derviches eran un importante grupo religioso sufí de la zona, y el monasterio construido en el s, XVI, era el lugar donde celebraban ceremonias y promovías las ciencias y las artes.

Para entrar en el monasterio nos descalzamos y me puse un pañuelo en la cabeza. En el interior había una sala de reunión con divanes, aulas con algunos libros islámicos antiguos, salas de oración, una habitación con chimenea triangular blanca y un hammán con una cúpula decorada con estrellas con vidrios de colores.





Desde la galería del Tekke nos asomamos al río y vimos la Cueva Vrelo Bune, y las pequeñas cascadas que formaba el río. Una barca permitía acceder al interior de la cueva con ayuda de una cuerda.

Cruzamos por un puente al otro lado del río, para tener vistas del Tekke en la roca y su reflejo en las aguas verdes. Alrededor había varios restaurantes agradables, en terrazas escalonadas.



Cerca del Monasterio estaba Pocitelj, un bonito pueblo fortificado construido sobre un anfiteatro natural a orillas del río Neretva. Estaba considerado Patrimonio de la Humanidad. Las primeras murallas se levantaron en el s.XIV durante el reinado del monarca bosnio Stephen Tvrtko I, para tratar de resistir a los otomanos. Estuvo unos años bajo control húngaro, pero los turcos lo invadieron en 1471 y se quedaron durante cuatro siglos, por lo que dejaron huella en sus edificaciones.

Atravesamos calles empedradas con casas tradicionales con tejadillos, chimeneas, puertas de madera, y alguna tienda de artesanía. 






Destacaba la Torre Gavrankapetan, de forma octogonal, bajo la que se apiñaban las casas del pueblo. Subimos a la Torre para contemplar las vistas. Sobresalía el minarete y las cúpulas de la Mezquita Hajji Alija, junto al río serpenteante. La mezquita fue destruida por las bombas croatas durante la Guerra de Bosnia, pero la habían reconstruido. También vimos las cúpulas verde oxidado del antiguo hammán y la Torre del Reloj de 16m de altura. 






miércoles, 15 de febrero de 2023

MEDINA, LA CIUDAD DE LOS PEREGRINOS

 



Medina (Madinah) era una de las dos ciudades santas de Arabia Saudí, junto con La Meca. La zona central de la ciudad estuvo prohibida a los no musulmanes hasta 2019, cuando el país se abrió al turismo. En La Meca el acceso continuaba vedado a los infieles. Nos sentimos unos privilegiados de poder visitarla. Llegamos en el bus de la compañía estatal SAPTCO, la única compañía de autobuses. Fue un trayecto de cinco horas desde Jeddah.




Era conocida como la “ciudad del Profeta”, por ser donde Mahoma, el fundador del Islam, encontró refugio tras ser exiliado de la Meca. La Mezquita del Profeta tenía un profundo significado para los musulmanes de todo el mundo. Se decía que fue construida por el propio profeta en el 622 d.C. y albergaba su descanso final, junto a los dos primeros califas, bajo la cúpula verde construida por los otomanos. La mezquita era el lugar donde antaño estaba su modesta casa de barro y madera.

Tenía 10 minaretes con una altura de 104m, añadidos en diferentes épocas. Una gran explanada con suelos de mármol rodeaba la mezquita, adornada por 250 paraguas retráctiles de grandes dimensiones y diseño de inspiración japonesa, que se desplegaban para proteger a los fieles del sol y de la lluvia en las horas de oración. Leímos que tenía capacidad para 250.000 personas, pero algunos decían que su capacidad era de un millón de personas en todo el recinto. Vimos riadas de personas llegando en las horas de oración.

Nos impresionó el ambiente de devoción y espiritualidad, abigarrado y variopinto. Había peregrinos de todo el mundo: de África, de Sudán, Tanzania, Somalia, Túnez, asiáticos de las antiguas repúblicas soviéticas como Kirguistán, de Malasia, Indonesia, Hong Kong, Filipinas, Pakistán…Europeos la verdad es que no encontramos. Las indumentarias eran muy variadas. Los hombres vestían largas túnicas blancas o de tonos arenosos y se veían  casquetes y turbantes. Las mujeres asiáticas vestían abayas y pañuelos coloridos. Alternaban con otras con abayas negras que apenas mostraban la ranura de los ojos. Nosotros caminábamos inmersos entre todos ellos, intentando pasar desapercibidos. Todos éramos conscientes de estar en un lugar histórico y sagrado.

Mujeres y hombres rezaban en recintos separados. Me acerqué a curiosear a la entrada de mujeres, adornada con paneles dorados. HabÍa una guardiana sentada en la puerta, que me sonrió y me permitió entrar. El interior tenía muchas columnas con arcos de herradura y estaba alfombrado. Había varias mujeres en sillas de ruedas. Unas rezaban de pie y otras sentadas en las alfombras. 


Después fuimos paseando por la calle peatonal Quba, hacia la Mezquita del mismo nombre. Era un trayecto de 3,5km, con tiendas de reliquias, de abayas y teterías. Muchas estaban cerradas por la oración. La Mezquita de Quba era rectangular, de grandes dimensiones y de un blanco resplandeciente. Tenía cuatro minaretes y dos cúpulas. Fue la primera mezquita islámica construida. El Profeta Mahoma colocó sus primeras piedras y sus compañeros acabaron la construcción. Entré en la zona de mujeres y vi el ambiente.


Desde allí fuimos a la antigua Estación de Ferrocarril de HiyazEl ferrocarril construido por el imperio otomano conectó Damasco y Medina entre 1908 y 1916, pero la Rebelión Árabe contra los turcos en la I Guerra Mundial, interrumpió el proyecto. La guerrilla árabe de Lawrence de Arabia destruyó trenes y tramos de vía. La bonita estación estaba restaurada, con arcos de ladrillo rojo y vidrieras de colores. La vimos casi en la puesta de sol, con la luz dorada. En el interior albergaba un museo con fotos antiguas. Y en el exterior se conservaba un tren con vagones de madera color miel y locomotora negra de vapor. Fue otro de los atractivos de la ciudad histórica de Medina.








martes, 16 de enero de 2018

ZOCOS DE OMÁN



Me fascinan los zocos de los países árabes. Se puede encontrar todo lo imaginable y lo que escapa a la imaginación. Son abigarrados, repletos de olores, colores, objetos y estímulos para los sentidos. Lugares donde perderse, dejarse llevar y saciar la curiosidad.

En Omán había zocos enteros dedicados al oro y las joyas de plata labrada; otras secciones exhibían infinidad de cajas de madera tallada o de plata con adornos de ámbar, incensarios, cerámicas, monedas antiguas, lámparas hechas con pequeños mosaicos de vidrio de colores, telas, y todo tipo de artesanía. El zoco (souq) de Mutrah en Mascate, la capital omaní, tenía una cúpula con vidrios de colores, que filtraban la luz.






Las tiendas de los sastres, ocupados con sus máquinas de coser, eran un espectáculo de color. Los trajes largos con adornos de pedrería contrastaban con las abayas negras que vestían la mayoría de mujeres omanís. La religión de los omaníes era un islamismo de la rama Ibadi, más relajado y tolerante. Imaginamos que aquellos vestidos los debían vestir por debajo, en la intimidad de sus casas, o en bodas y otras celebraciones. Sólo las mujeres beduinas o las de origen indio solían llevar vestidos estampados de colores en público.


También había tiendas de perfumes y maquillajes que realzaban la mirada de las mujeres bajo sus máscaras. Otra curiosidad eran los candados con forma de camello o de tortugas como las que desovan en la playa de la Reserva Ras Al Jinz.




En el mercado de Ibra, donde vendedoras y compradoras eran mujeres, los puestos ofrecían gran variedad de telas estampadas coloridas. También vendían una especie de puños con cenefas de hilo dorado, tal vez para adornar la negrura de las túnicas.



Las dagas curvas llamadas khanjar con adornos de plata son tradicionales en Omán. Eran similares a las dagas yemenís. Los hombres las llevaban sujetas al cinto de su túnica blanca llamada dishdasha, como símbolo de identidad, que realzaba su elegancia y su presencia. 



© Copyright 2018 Nuria Millet Gallego