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viernes, 2 de abril de 2010

EL SAKURA, LA PRIMAVERA JAPONESA


 


Los cerezos en flor anuncian la llegada de la primavera en Japón. Ese florecimiento es lo que llaman sakura. Es una auténtica pasión colectiva, los periódicos informan diariamente sobre la evolución de la floración y en las páginas de internet pueden verse mapas invadidos por el color rosa.

Las ramas de cerezo adornan templos centenarios, casas de madera tradicionales, parques y jardines en todo el país. La gente sale a los numerosos parques de todas las ciudades y sentados en hules azules montan picnics con los amigos o la familia. Comen, beben, tocan música y juegan. “Comer, beber, amar”, ese era el resumen de la vida que proponía la película del director taiwanés Ang Lee.


 
 
En Kyoto disfrutamos en el Paseo del Filósofo o Sendero de la Filosofía. Era un camino peatonal junto a un canal, bordeado de cerezos y otros árboles y flores. El nombre proviene de uno de sus paseantes más célebres, el filósofo del s.XX Kitaro Nishida, que deambulaba por el camino absorto en sus pensamientos. Algunos pétalos empezaban a caer alfombrando el suelo y siendo arrastrados por el agua del canal. Cuando soplaba alguna ráfaga de viento más fuerte parecía que nevaba. No me extrañó que fuera del agrado del filósofo o que se inspirara allí.
Es conocido que  los japoneses disfrutan de la arquitectura y la gastronomía española. Pero no esperaba encontrarme un grupo de jóvenes japoneses comiendo jamón ibérico en el parque (con su jamonera y todo!) y bebiendo vino de Rioja en copas de cristal. Unos sibaritas. Fue sólo una de las múltiples sorpresas que nos reservaba Japón.
 
© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego