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martes, 16 de mayo de 2023

LA GARGANTA TAROKO

 

Taiwán tiene en total nueve parques naturales, el más conocido y visitado es el Parque Nacional Taroko, de 960km2. La Garganta Taroko es un impresionante desfiladero de 19km con paredes de mármol. El río Liwu serpentea entre las paredes del cañón. El nombre Taroko deriva de la tribu truku, los aborígenes que se retiraron a esta región, inaccesible durante mucho tiempo.

Nos alojamos en Hualien, como base para visitar el parque en un par de días. Un shuttle bus amarillo llegaba hasta el Centro de Visitantes y hacía varias paradas. Había varios senderos para recorrer; empezamos por el Shakadang Trail, de 8km ida y vuelta. Íbamos caminando por la ladera de la garganta, por una pasarela con tramos de bóveda de roca sobre nuestras cabezas. Las montañas estaban muy verdes, llenas de vegetación, con algunas brumas bajas. Plantas de hojas gigantes y helechos bordeaban el sendero. Caminamos paralelos al río Liwu. La erosión del río combinada con las lluvias tropicales transformaron la piedra caliza en mármol blanco. El agua del río se veía verde intenso.

 


Seguimos el recorrido por el Santuario de la Eterna Primavera, también llamado Santuario Changchun. Estaba en la ladera de la montaña, no muy alto. Fue erigido en memoria de los 262 soldados obreros que perecieron en la construcción de la carretera, dinamitando las montañas y horadándolas haciendo túneles durante tres años. Lo formaba un templo blanco con tejas naranjas y una gran puerta de arco, y dos pagodas. La pagoda central tenía tejadillo de tejas azules y por debajo de ella caía la cascada en varios hilillos de poco caudal. La tercera pagoda tenía tejas naranjas y columnas rojas. Era un bonito rincón. Atravesamos un gran puente metálico rojo, pasamos por un largo túnel y por otro puente colgante. Al otro lado un camino escalonado llevaba al Templo Changchun, aislado en medio de las montañas. Caminamos 21,5km en todo el día.








Al otro día hicimos tres senderos: Lushui, Tunel de la 9 vueltas y Swallow Grotte. El sendero Lushui era selvático y fuimos contemplando la flora y la fauna. El recorrido era de 1,9km y circular, tardamos una hora. En medio había un túnel rocoso muy oscuro de 25m. En 2019 hubo un terremoto que provocó desprendimientos y se cerró el camino.

 

El sendero Tunel de las Nueve Vueltas seguía los meandros del río Liwu ,de aguas azul turquesa, corría por el fondo del cañón entre grandes piedras blancas. La erosión del río y de las lluvias había pulido las piedras transformándolas en mármol blanco y veteado. Las paredes de la Garganta eran altísimas, impresionantes. Había alguna cascada y varios puentes colgantes que atravesamos. Caminamos bajo la bóveda rocosa de la pared del cañón. Eran como grutas abiertas al río, protegidas con barandillas en el recorrido. Fue un trayecto espectacular.




Cogimos otro bus para el tercer Trail, el Swallow Grotte (Gruta de las Golondrinas). Tenía 1,3km, un recorrido de una hora. También era un sendero bonito, siguiendo las curvas del río y la Garganta, con túneles tipo cueva con barandillas asomándose al desfiladero. Las cuevas eran grandiosas, iluminadas a tramos, otras oscuras y otras con luz natural de la obertura del cañón. Todos los senderos fueron impresionantes y con espectaculares paisajes. 

viernes, 9 de mayo de 2008

EL HAMMÁN DE DAMASCO


En el hammán las mujeres y las niñas conversaban y reían desinhibidas, bañándose; era un espacio propio, olvidando el negro velo de la tradición y la religión. En la preciosa Damasco quisimos regalarnos la experiencia de un hammán. La sala de entrada principal tenía una fuente central y asientos de piedra con cojines para descansar y tomar un té. Me dieron unas chancletas y una llave para que guardara mis objetos de valor en un cajón. Guardé el monedero y la cámara de fotos, a mi pesar, ya que las fotografías en el interior del recinto no estaban permitidas. Luego me desnudé y entré en la sauna, mientras oía risas y gritos.




Había varias salas pequeñas pintadas de verde manzana, envueltas en vapores. La sala grande tenía una cúpula con orificios tapados por cristales, por donde se filtraba la luz del sol. Había varías piletas de mármol con grifos de agua fría y caliente, y recipientes de plástico de color rosa para echarse agua por encima. Me quedé absorta contemplando la escena. Había varios grupos de mujeres desnudas, chicas jóvenes, de 20 años y alguna incluso menos, delgadas y bien formadas; otro grupo era de mujeres maduras, modeladas por el tiempo. Entre ellas reían y hablaban a gritos. Me miraban a hurtadillas sonriendo, y me señalaban el cubo rosa para que me echara agua por encima.

La masajista era de las maduras y llevaba ropa interior, bragas y sujetador. Las enjabonaba y después frotaba la piel con un guante de crin hasta enrojecerla. Volteaba sus cuerpos desnudos, primero de espaldas boca abajo, después boca arriba, de lado y sentadas, masajeando espalda y brazos.



Cuando llegó mi turno la masajista me tumbó en el suelo de mármol y empezó a echarme cubos de agua y a frotarme enérgicamente. Espalda, nalgas, muslos, piernas, pies, nada escapó a su guante de crin. Luego me sentó como si fuera una marioneta y me lavó el pelo, cosa que yo no quería porque ya me lo había lavado por la mañana. Pero cualquiera le decía algo a la masajista, y además no sabía inglés. Remató la faena con un montón de cazos de agua por encima para aclararme, y luego preguntó “¿Good?” sonriendo y enseñándome su dentadura mellada.
Salí del hammán con una capa menos de epidermis, fina, fina. Rematamos la noche con una cenita en el patio interior de una casa antigua damascena y fumando un narguile, con perfume de manzana. Siria ofrecía al viajero muchos placeres.


© Copyright 2008 Nuria Millet Gallego