sábado, 10 de febrero de 2024
LOS PELÍCANOS DE SENEGAL
domingo, 11 de diciembre de 2022
EL JARDÍN DE BALATA
Los Jardines de
Balata fueron creados en 1982 por Jean Phililipe Thoze, un apasionado
de la horticultura que trajo ejemplares de muchas partes del mundo. Su
biografía impresionaba y era de lo más interesante. Su padre trabajó en Gabón y
a los 7 años el joven Phillipe fue a vivir allí. Luego viajó por Japón,
Polinesia, Asia…Los Jardines que creó eran una maravilla.
Había grupos de
altas palmeras de tronco estrecho y copa alta, endémicas de la isla. También
juncos, bambús gigantes, el jardín japonés, un estanque con peces y nenúfares
de flores lilas y blancas.
Se podía subir a unas pasarelas colgantes de los árboles, se balanceaban al caminar, y permitían ver el jardín desde las alturas.
lunes, 15 de febrero de 2021
PALACIOS DE SEÚL
El Santuario Confuciano Jongmyo albergaba las tablillas espirituales de los ancestros, de reyes y reinas. Era Patrimonio de la Humanidad no sólo por su arquitectura, sino por las ceremonias especiales y ritos funerarios que seguían celebrándose allí, en el interior y en su gran patio empedrado. Vimos fotos de una ceremonia con cientos de participantes ataviados con ropajes granates y altos sombreros negros. El pabellón principal era una larga estructura con columnas y puertas rojas, con persianas atadas con cuerdas.
Frente al santuario estaba el Palacio Chandeokgung, construido a principios del s.XIV, Patrimonio de la Humanidad. Decían que era el más bonito de los cuatro. Nos gustaron sus pabellones, las escalinatas de piedra labrada y el Huwon, un jardín secreto que cultivaban el emperador y la emperatriz, con estanques de aguas verdosas con nenúfares, donde se reflejaban las pagodas. Pasear por la zona boscosa era muy relajante.
El Palacio Gyeongbokgun fue el
primer palacio de Seúl y renació varias veces de las cenizas de la destrucción.
Era un gran recinto amurallado, una ciudadela donde vivían en la época los oficiales del
gobierno, estudiantes, eunucos, concubinas, soldados y sirvientes. Tenía varios
pabellones entre jardines. En una estancia mostraban el trono real y algo de mobiliario.
En el jardín visitamos el interesante Museo Folklórico. El recinto del Palacio
era tan grande que caminamos unas dos horas, fijándonos en los detalles, las
puertas con celosías, paneles de madera labrada o las tejas con motivos
florales. Allí vimos la ceremonia del cambio de guardia.
jueves, 10 de septiembre de 2015
LOS MANGLARES DE LOS SUNDARBANS
domingo, 2 de agosto de 2015
EL DELTA DEL OKAVANGO (1)
Desde Johannesburgo cogimos un pequeño avión con motores de turbohélice a Maun en Bostwana, un trayecto de dos horas. Un cartel con dos leones en la hierba dorada nos dio la bienvenida. Maun era la base para visitar el Delta del Okavango, declarado Patrimonio de la Humanidad..
Como curiosidad, no era un delta fluvial real porque el río Okavango no desembocaba en el mar, sino que se dispersaba hasta llegar al desierto de Kalahari. Nos alojamos en el campamento Old Bridge Backpackers, a orillas del río y junto a un viejo puente. Era un lugar tranquilo y relajante.
Al día siguiente
hicimos una excursión por el Delta del Okavango en mokoro, Primero nos
recogió una furgoneta hasta el embarcadero, donde cogimos una lancha de motor
hasta la “Mokoro Station”, a unos 45 minutos. Los barqueros estaban agrupados
bajo la sombra de una gran árbol y junto a un termitero gigante. También había
mujeres barqueras.
Allí montamos en
una mokoro, la canoa tradicional que manejaban con pértiga. Se construía
vaciando el interior de un tronco, con madera de ébano. Navegamos por el
delta entre juncos verdes y nenúfares flotando en el agua. En las orillas
se veían árboles, alguna palmera y vacas aisladas pastando. Navegamos por estrechos
canales entre juncos acuáticos, abriéndonos paso entre los tallos que nos
rozaban los brazos. El agua estaba repleta de plantas acuáticas que alzaban sus
tallos hasta la superficie buscando oxígeno. Había muchas flores de loto blancas y amarillas o lilas. Las abejas libaban en el interior de las flores. Nos
deslizábamos suavemente y en silencio, impulsados por la pértiga.
Navegamos una hora
y media hasta llegar a una isla en el delta, donde desembarcamos. Allí
emprendimos una caminata de un par de horas, con el barquero como guía. El
interior de la isla tenía la hierba alta y amarilla. Vimos alguna laguna desecada,
que llamaban pan, con el terreno arenoso de un blanco deslumbrante. Lo tocamos
y era un polvo como harina fina. Vimos un cráneo de hipopótamo y una mandíbula
de jirafa de huesos blanqueados por el sol.
Durante el paseo
avistamos grupos de ñus y cebras juntos, algún impala y cocodrilos.
También vimos y oímos hipopótamos bañándose y emergiendo con resoplidos.
Pero estaban lejos y solo asomaban la cabeza con los ojos y las orejas rosadas.
Comimos un picnic a la sombra de los árboles, que se agradecía con el calor del
día.