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miércoles, 14 de febrero de 2024

EL OASIS DE TERJIT

Una de las primeras etapas en el viaje por Mauritania fue el oasis de Terjit. Llegamos desde Atar, a solo 45km, en un trayecto de una hora en transporte público, en las furgonetas de 14 plazas.

El oasis estaba ubicado en lo que llamaban un wadi, el cauce seco de un río, y encajado entre imponentes montañas de arenisca. Tenía manantiales naturales y su palmeral ofrecía sombra fresca. Durante siglos las caravanas que viajaban por la ruta transahariana lo utilizaban como lugar de descanso. 


Nos alojamos en el Chez Jemal, un campamento con las mejores vistas del valle y sus montañas. Tenía varias tiendas entre palmeras, y una pequeña piscina, tipo balsa, donde nos refrescamos del calor del día, con temperatura de 38°. El baño fue una delicia.


Tras el baño fuimos a caminar por el oasis. Entramos por un sendero sombreado entre altas palmeras. Se oía el rumor del agua. De la roca brotaba un manantial que desembocaba en varias pozas. Nos bañamos en ellas, aunque tenían poca agua.



En la pared rocosa el agua había formado gruesas estalactitas que goteaban sin cesar. Nos instalamos en las colchonetas de una jaima junto al manantial. Allí reposamos, escribimos, sesteamos, y tomamos dátiles y té al estilo mauritano, azucarado y con menta. Fue una delicia el día en el oasis 


sábado, 10 de febrero de 2024

LOS PELÍCANOS DE SENEGAL

Desde Saint Louis fuimos al Parque Nacional Djoud. Era una zona de humedales y marismas que atraía a numerosas aves. Considerada la tercera reserva ornitológica del mundo y Patrimonio de la Humanidad.

Leímos que tres millones de aves migratorias pasaban por el parque a lo largo del año. En la misma entrada ya vimos una laguna repleta de aves amontonadas, que alzaban el vuelo al acercarnos.
 


El embarcadero estaba a 7km del Centro de visitantes. Cogimos una barca con toldillo compartida. Navegamos por el río Senegal casi dos horas. Las orillas tenían hierbas altas tipo junco y otras como plumeros sobre los que se posaban las aves.

Lo más abundante y espectacular eran los pelícanos blancos de pico amarillo. Nadaban en el agua en grupos numerosos de 20 o 30 ejemplares. Agitaban las alas salpicándose agua, y hundían el cuello en el agua para pescar.
 


Había abundancia de aves, en el agua y revoloteando: garzas blancas de largo cuello, águilas pescadoras, patos, cormoranes, Martin pescador.

Pasamos por zonas con nenúfares flotantes de flores blancas.




Llegamos a una isleta donde se apiñaban cientos de pelícanos. La mayoría eran crías de pelaje gris oscuro. Los blancos eran los adultos y los amarillos los ancianos. No paraban de llegar en bandas al islote, casi no cabían en la estrecha franja.

También vimos un cocodrilo acechando en el agua y grupos de facoceros, el jabalí con cuernos, con sus crías.

Todo lo que vimos en el Parque Djoudj fue una maravilla, un espectáculo de la naturaleza. Al salir paramos en un campamento para tomar algo. El lugar era precioso, con nenúfares en un recodo del río. Un día de viaje fantástico.


jueves, 16 de noviembre de 2023

SAL, EL MUELLE DE LOS PESCADORES

Sal era la tercera isla más poblada del Archipiélago de Cabo Verde, y muy plana en contraste con la montañosa Sao Antao. Famosa por sus playas, era la "mais turística, mas muito bonito".
El agua del mar era tan transparente que las barcas proyectaban su sombra en el lecho de arena y parecían en suspensión.


El muelle de los pescadores de Sal estaba muy activo por las mañanas. Llegaban las barcas y colocaban el pescado en palanganas con agua de mar, lo pesaban y lo troceaban para la venta. Había atunes grandes y pescados naranjas. Las redes con sus corchos de colores descansaban en el muelle. El pequeño Puerto de pescadores de Palmeira también era pintoresco.




A ambos lados del muelle estaba la Playa de Santa María. El agua tenía tonos verde azulados y era tan transparente que,  cuando el mar estaba en calma, se veía la sombra de las barcas en el lecho arenoso.



Las playas de Sal merecían su fama. Aguas transparentes azul turquesa y con diferentes tonalidades de verdes. Nos bañamos en la Playa de Santa María, Ponta do Sino, donde estaba el faro y Ponta Preta.
Como era zona muy ventosa lo aprovechaban para practicar deportes acuáticos como el kitesurf, se veían las velas coloridas desplazarse a gran velocidad en el mar. Parecían difíciles de dominar, había que hacer mucha fuerza y muchos caían al mar.

Uno de los días hicimos una excursión navegando en catamarán. Paramos en dos puntos para nadar y hacer buceo con la máscara y el tubo. Vimos bancos de peces agrupados bajo el casco del barco y muchos peces amarillos con rayas verticales y un punto negro en la cola. En otra zona encontramos una sorpresa, en el lecho arenoso había una estatua de un Cristo con los brazos extendidos, y los peces nadaban alrededor de ella.

Santa María conservaba casas coloniales pintadas de colores, de dos plantas con balconadas y rodeadas de palmeras, plantas y  buganvillas, pese a la sequía de la isla. Contaban que en un año había llovido solo 3 días. 



A las afueras de Santa María había un Cementerio de conchas marinas. En un tramo grande de playa había cientos y cientos de conchas marinas rotas, formando pequeñas colinas. Una curiosidad.



El Jardín Botánico Viveiro era pequeño, pero coqueto. Un oasis de verdor y frescura. Sorprendía encontrarlo en una isla con tantas carencias de agua, aunque la obtenían de plantas salinizadoras que trabajaban a tope. Había palmeras, árboles variados, flores y plantas. Incluso tenían animales en el mismo recinto: papagayos coloridos y otras aves, pavos reales, gansos, monos, cabras, roedores y una tortuga. Los papagayos eran muy coloridos y nos saludaron con varios "Hola!".


viernes, 1 de septiembre de 2023

NAVEGANDO POR EL RÍO DRINA


Una etapa del viaje por Serbia fue Bajina Basta, una pequeña población a orillas del río Drina. Era una buena base para visitar el Parque Nacional Tara y el Monasterio de Raca. Bajina Basta también era conocida por la Casa en el río Drina, una cabaña de pescadores, sobre un roca aislada en medio del río. Fue construida en 1968 y las aguas del río la arrastraron en varias ocasiones, pero la gente siempre la devolvía a la roca. Las vistas de los alrededores eran preciosas con el agua verde y muy calmada reflejando como un espejo la vegetación de las orillas. Había una plataforma con mirador y un pequeño muelle con barcas.


El Monasterio de Rača estaba a solo 7,5km de Bajina Basta. Fue fundado a finales del s.XIII por el rey serbio Stefan Dragutin. Tenía un cuerpo central, la Iglesia, una torre y las habitaciones de los monjes alrededor. En él se enterraban las personalidades más destacadas y sus 300 monjes-escribas copiaban y traducían las principales obras literarias de la época. Durante la II Guerra Mundial, el monasterio de Rača albergó el Evangelio de Miroslav, un manuscrito del s.XII que vimos en el Museo Nacional de Belgrado.

Entramos en la Iglesia con un elaborado iconostasio y muros cubiertos de coloridos frescos. Vimos un monje ortodoxo con larga barba blanca y vestido con túnica negra. En el exterior el jardín estaba muy cuidado y con flores. Se respiraba tranquilidad.






Desde Bajina Basta (Serbia) navegamos el río Drina hasta la población de Visegrad, en Bosnia. Embarcamos en el Sidro Grizzly Floating Restaurant, en el Lago Perurac, a 16km de Bajina Basta. Dos policías dentro del barco nos pidieron los pasaportes y los sellaron, ya que íbamos a cruzar la frontera fluvial.

El Lago Perurac era artificial, fue creado en 1966 por la construcción de una presa en el río Drina, para alimentar una planta hidroeléctrica. Se convirtió en uno de los lugares favoritos de los visitantes del Parque Nacional Tara. Al zarpar vimos alineadas en la ribera numerosas casas flotantes de madera, con barcas de recreo.


El río Drina tenía 346km de longitud y formaba uno de los cañones más profundos del mundo, con alturas superiores a los 1000m. Era la frontera natural entre Serbia y Bosnia. El paisaje era espectacular. Las verdes montañas se reflejaban en las aguas calmadas. 

En la parte más estrecha el cañón tendría unos 30m. Algunas barcas pequeñas navegaban y en las orillas se veían patos y pescadores de caña. El primer tramo navegamos por el Lago Perurac, luego nos metimos por el cañón unas dos horas, y el pasaje se abrió al acercarnos a Visegrad. 





Antes de llegar pasamos por el Memorial Stari Brod, dedicado a los más de 6000 serbios y bosnios que fueron masacrados por fuerzas de la Utasha, el grupo fascista que gobernó Croacia con apoyo de Hitler, en 1942. El Memorial fue inaugurado en 2008, era un grupo de esculturas medio sumergidas en el agua, junto a una Iglesia y un Museo. Era un homenaje original y sentido. Ahora había paz y la belleza ganaba la batalla.