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domingo, 5 de enero de 2014

BRUJAS, REFLEJOS DE EUROPA


 

Durante la Edad Media Brujas fue una de las ciudades más prósperas de Europa, por el comercio a través de su red de canales. Era conocida como la “Venecia del Norte” por los canales que la atraviesan, comunicados por viejos puentes de piedra. Los edificios tradicionales tenían forma triangular escalonada con tejadillos rojos, muchos fueron la sede de los antiguos gremios.

Hacia 1500 entró en declive y cayó en el olvido durante cuatro siglos. Se conservó como una pequeña ciudad medieval cuya pobreza aliviaban hospicios, instituciones caritativas y una industria que elaboraba encajes.

Reflejos diurnos. Los edificios y sus chimeneas se reflejan en las aguas tranquilas, entre las agujas góticas de los campanarios y los estilizados cisnes del llamado Lago del Amor.


 
Y reflejos nocturnos en la fría oscuridad invernal.

A finales del s. XIX la ciudad empezó a restaurarse y renació llena de fantasía, misterio y belleza. Desde el año 2000 es Patrimonio de la Humanidad. Podría considerarse una metáfora de los tiempos presentes. La Vieja Europa ha alternado sus periodos de riqueza y penurias, de esplendor y decadencia. Y siempre que las guerras y la mano del hombre no la destruyan, renacerá y será un reducto de belleza.


 

 
 
© Copyright 2014 Nuria Millet Gallego

lunes, 16 de septiembre de 2013

LAS TORRES MEDIEVALES







El Alto Svaneti era una región montañosa del Caúcaso que había conservado su vida tradicional gracias a su prolongado aislamiento. Era calificada como bella, salvaje y misteriosa, adjetivos que nos impulsaron a conocerla.

Llegamos en marshrutky, la furgoneta colectiva, hasta Mestia, a través de una carretera de montaña con muchas curvas. De vez en cuando algún pasajero, hombre, mujer o niño, se persignaba. Averiguamos que no era por los peligros de la carretera, sino que lo hacían cada vez que pasaban cerca de una iglesia. El paisaje era precioso, bosques densos con una neblina baja. Mestia estaba a 1400m. de altitud. El centro estaba restaurado, con casas de piedra y balcones de madera de estilo alpino. Pero en las empinadas calles empedradas se respiraba el ambiente rural y circulaban algunas vacas, dejando sus boñigas en el camino.





Tenía iglesias milenarias y casas fuertes con torres defensivas de piedra llamadas Koshki, el símbolo de Svaneti. Nos alojamos en una casa particular, con torre adosada. Luego encontramos muchas por el pueblo y esparcidas por la montaña. Una de las aldeas tenía más de doscientas torres de ese tipo. Las torres habían sido construidas en la época medieval para servir de viviendas y fuertes en caso de invasión. Sólo tenían estrechos ventanucos en una de sus caras, y el acceso era elevado, a través de unas escaleras de madera. Resultaba curioso que se hubieran conservado aquellas torres centenarias. La región de Georgia era un merecido Patrimonio de la Humanidad.




La cena fue contundente, como requería el frío clima: sopa de champiñones, barbacoa de carne y kachapuri, pan relleno de queso, con más queso por encima, típico de la gastronomía georgiana. Al anochecer vimos las torres iluminadas y paseamos hasta el puente sobre el río. La niebla se había disipado y se veían más nítidamente los picos nevados del Caúcaso. La luna resaltaba la blancura de la nieve.

 
 

© Copyright 2014 Nuria Millet Gallego