Mostrando entradas con la etiqueta pizarra. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pizarra. Mostrar todas las entradas

miércoles, 4 de noviembre de 1998

LA ESCUELA ETÍOPE





Esta es una escuela que encontré viajando por Etiopía. Unas cuantas lonas azules extendidas bajo las ramas de un árbol. Un tablón de madera como pizarra. Un palo para señalar. Un maestro voluntarioso. Y los niños muy juntos, recitando la lección con una sonrisa.

Todos los viajes marcan. Dejan una huella indeleble, emocional y física, si abres tu espíritu y tu mirada a lo que ves. Y descubres tu privilegio, de utilizar los recursos, de tener tiempo libre, de poder elegir.

Todos tenemos límites en nuestra libertad. Occidente también los tiene. Pero todo es cuestión de geografía. Una vez leí que los derechos humanos eran cuestión de geografía. Y la educación es el pasaporte para cambiar de vida. Sí, todo es cuestión de geografía. 






© Copyright 1998 Nuria Millet Gallego




jueves, 5 de diciembre de 1996

EL MONASTERIO DEL LAGO Y LA ESCUELA


















En el centro del lago Inle había una isla donde estaba el Monasterio Nga Pha Kyaung, construido en madera sobre pilotes, tipo palafito. En su sala principal había una colección de imágenes de Buda de estilo san, tibetano y bagan. Hablamos con el abad, que nos pareció muy joven para su cargo; nos explicó que había pasado un examen para serlo. Estaba pintando una mandala en una pizarra en el suelo. Tenía todos los botes de pintura por el suelo, y se inclinaba a dibujar mientras le observaba uno de los monjes. Nos mostró la biblioteca, con alguno de los libros sagrados del monasterio. Las tapas de los libros eran de madera de teca, con los bonitos caracteres birmanos redondeados. 

Había varios gatos por allí y los monjes les habían enseñado a saltar por el aro. Ya se conocía como el monasterio de los gatos saltadores. Nos hicieron una demostración en un rincón, donde se colaban los rayos del sol.

En el monasterio vivían sólo cinco monjes, en la época que fuimos. Nos invitaron a tomar té y nos enseñaron sus habitaciones, con vistas al lago. Tenían cortinillas naranjas en las ventanas y almanaques con paisajes de otros países en las paredes. Como mobiliario, camas con dosel y mosquiteras, y un armario donde guardaban los libros. Una pasarela de madera sobre pilotes en el lago comunicaba con otras habitaciones. Allí tenían unas hamacas donde nos tendimos a tomar el sol, charlar con los monjes y disfrutar de la paz del monasterio del lago.



En otro monasterio encontramos una escuelita de monjes. Los pequeños monjes vestían sus túnicas granates y azafrán, con el brazo al descubierto. Los estudiantes escribían aplicadamente en sus pizarras negras, en sentido vertical. Un maestro tenía a su alumno abrazado por detrás, mientras le enseñaba la escritura. Alteramos un poco el orden de su clase. Una escena inolvidable.