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domingo, 14 de mayo de 2023

EL GEOPARQUE YEHLIU



El Geoparque Yehliu estaba a solo 33km de Taipei, la capital de Taiwán. Fuimos en autobús al pueblo de Yehliu, junto al mar. El Puerto tenía barcos con faroles colgantes, y pasamos junto a un gran templo incrustado en la ladera rocosa. Seguimos por un camino boscoso hasta llegar al mar y a un promontorio de vegetación verde.

El Parque tenía formaciones geológicas muy peculiares, resultado de miles de años de erosión en las montañas Datun. La tierra y parte de las rocas eran de tonos ocres, un color amarillo anaranjado, con la parte superior más oscura. Algunas rocas tenían forma de champiñones gigantes, otras de panal de miel con sus celdillas, de velas encendidas y hasta una con forma de zapato de hada, según decían, que parecía una chancleta. 


La roca más emblemática era la llamada “Cabeza de la Reina”, que parecía una esfinge con su largo cuello. Estuvimos curioseando entre las formaciones rocosas junto al mar. El paisaje de los alrededores era bonito, cerca había un faro. El día estaba nublado pero se filtraban algunos rayos de sol y había una luz especial que lo teñía todo de anaranjado.



Las rocas que más nos gustaron eran las de forma de champiñón, variadas en formas y tamaños, más grandes que una persona. Otras tenían oquedades curiosas y jugamos a asomar la cabeza para hacernos fotos. Hacia la salida vimos la Roca Elefante y la Roca Leopardo.


En el suelo había fósiles en forma de erizo estrellado. Varios puentes cruzaban las paredes de los acantilados, con paredes de roca veteada y con vegetación verde alrededor. Un paisaje espectacular y especial.

 






 

martes, 6 de diciembre de 2011

CABO POLONIO Y LOS LOBOS MARINOS




Dicen que el paraíso existe. Para algunos está en Cabo Polonio, Uruguay. Para llegar al pueblo en la costa atlántica, la única manera durante años era en un carro de caballos a través de las dunas. Ahora hay camiones que te llevan en el tramo final.
El pueblo lo forman casitas dispersas alrededor de un faro que inmortalizó Jorge Drexler en su canción “Doce segundos de oscuridad”, el tiempo que tarda el faro en dar la vuelta.

Por detrás del faro, en una zona rocosa, habita una colonia de lobos marinos. Estaban muy tranquilos, tumbados al sol, y no se inmutaban ni por los embates de las olas que rompían en espuma. Había un león marino enorme, el macho, de pelo rojizo. Los lobos eran algo más pequeños y oscuros. Alguno se mimetizaba con la roca. Despedían un fuerte olor.





De vez en cuando dos de ellos se peleaban y emitían ruidos fuertes levantando el morro. Hubo un momento en que se sobresaltaron y se levantaron todos alzando el morro puntiagudo, como olfateando en el aire la presencia de dos extraños.
Se distinguían sus bigotes blancos y los ojillos negros brillantes. Vimos alguno caminar oscilante sobre sus aletas para arrojarse al mar, emergiendo con la piel reluciente.

El origen de Cabo Polonio fue una base para la explotación de lobos marinos, por la piel y otros subproductos. Actualmente está suspendida y la última captura fue en el invierno de 1991.
Estuvimos un par de tardes observando a los lobos entre un silencio sólo interrumpido por sus gruñidos esporádicos y por el sonido de las olas. Fue un lujo poder contemplarlos desde tan cerca en su hábitat natural. Drexler decía que lo importante del faro no era la luz, sino la oscuridad; es un poeta. Lo importante de Cabo Polonio es que estando en él todo parece perder importancia, y la Naturaleza cobra importancia allí.


© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego

miércoles, 27 de octubre de 2010

LOS PINÁCULOS DE ZHANGJIAJIE






La primera vez que vimos los picos desafiantes del Parque de Zhangjiajie nos pareció estar dentro de un sueño. El parque estaba formado por 230 picos rodeados de 300 peñascos rocosos. Era un paisaje único y las formaciones rocosas parecían el capricho de un dibujante. La roca cárstica tenía tonos dorados y grisáceos, con estratos. Los pinos se agarraban a las grietas, y además de en la cima crecían en las paredes verticales y en sitios inverosímiles. No pude evitar intentar dibujar las aristas de los picos. Había sido declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1990.





Los picos aparecían envueltos entre las brumas, pero también los vimos con sol y cielo azul. Eran curiosos los nombres con los que habían sido bautizados: el Pico de los Cinco Dedos, Cinco Mujeres visitando al Generalísimo, los Dos Amantes, el Puente hacia el Cielo y muchos otros. Fuimos rodeando las cimas, de mirador en mirador, subiendo y bajando escaleras.

Había un Elevador, un ascensor de varios módulos verticales, que horadaba la roca. El teleférico, con cabinas para seis personas, era aún más impresionante que el Elevador. Estábamos suspendidos a cientos de metros por encima de la vegetación boscosa, y a veces parecía que la cabina iba a estrellarse contra un pico de lo cerca que pasábamos. Nos asombró la magnitud del paisaje y la altura desde la telecabina.





Dedicamos casi tres días para recorrer el parque. En la parte baja caminos empedrados atravesaban el bosque, entre cientos de turistas chinos. Las niñas se hacían fotos con coloridos vestidos tradicionales. Cuando decidimos subir escaleras hasta una plataforma fue cuando nos quedamos absolutamente solos. Creo que subimos unos 3800 escalones. Repusimos fuerzas comiendo castañas asadas mientras contemplábamos el paisaje.

En la entrada principal había una pantalla gigante que ofrecía imágenes del parque y de la película Avatar que se rodó allí. Descansamos abajo y nos despedimos de los impresionantes picos contemplando el baño de los monos en el río en un atardecer soleado. Fue uno de los lugares imposibles de olvidar.

 

© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego

domingo, 24 de octubre de 2010

LAS CUEVAS DE MAIJI SHAN

 




Un día gris y con llovizna partimos de Xian en tren hasta Tianshui. El trayecto duró unas tres horas, y al llegar, los dioses nos sonrieron y salió el sol. Las cuevas estaban excavadas en una gran montaña de roca rojiza. Varias pasarelas y escaleras en espiral permitían el acceso. El entorno estaba muy verde y la ascensión permitía ver el paisaje.

Había dos grupos de tres grandes figuras verticales de Buda. Las estatuas de las cuevas conservaban los pigmentos rojos, azules, ocres…eran las más cromáticas que habíamos visto hasta entonces. Vimos el proceso de elaboración de las estatuas: primero hacían un modelo esquemático con madera, después lo cubrían con cañas y finalmente lo recubrían con capas de arcilla y escayola.





Se inició su construcción en el s. IV, pero varias dinastías habían añadido esculturas. Se consideraban los complejos budistas más antiguos de China. Sobre su construcción leímos que no estaba claro si habían utilizado andamios de madera para acceder a tanta altura, o habían acumulado piedras.

En la parte alta había un corredor con nichos ocupados por varias figuras y protegidos por una cornisa de roca. Parte del corredor alto se había derrumbado, tras haber sufrido varios terremotos. La altura impresionaba y el fuerte viento provocaba ruidos en las escaleras. En las paredes terrosas los visitantes colocaban billetes pequeños de yuan, sostenidos por ramas. Tal vez en petición para que no sucedieran más terremotos o como ofrenda a los dioses para conseguir una vida mejor, peticiones que igualan a todos los creyentes en cualquier lugar del mundo.

 

© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego

viernes, 16 de mayo de 2008

MÁS TESOROS DE PETRA

 


Seguimos caminando por la calle de las Fachadas, donde las montañas estaban horadadas. Eran tumbas y casas de los nabateos, los antiguos pobladores. Llegamos al Teatro de forma semicircular, que tenía más de mil años. Leímos que tenía capacidad para 3000 personas, en hileras de 45 asientos.

Exploramos todas las tumbas reales: la de la Urna, la de la Seda, la corintia y la del Palacio. Subimos y bajamos escaleras y entramos en los recintos interiores, donde se agradecía la sombra fresca. En el centro de Petra había una antigua calzada nabatea con columnas, las ruinas del Palacio Real, del Gran Templo y del Templo de los leones alados. No dejaban de sorprendernos las tonalidades rosadas de las rocas y sus coloridas vetas.



















Por la tarde emprendimos la ascensión al Monasterio. El sendero excavado en la roca tenía más de 800 escalones. El Monasterio era inmenso, de 50m de ancho por 45m de altura. Era casi más impresionante que El Tesoro. Tenía dos niveles, y en el superior una gran urna flanqueada por dos medios frontones. Se utilizó como iglesia en el periodo bizantino. Disfrutamos de las vistas desde los dos miradores cercanos, que ofrecían una panorámica de las montañas rocosas y nos despedimos de la histórica Petra. 







martes, 29 de octubre de 1991

LA MANO DE FÁTIMA

 

En la ruta por Mali quisimos ver la formación rocosa llamada Mano de Fátima, a pocos kilómetros de la población de Hombori. Era imponente y anaranjada, en medio del paisaje del Sahel, con picos como dedos elevándose hacia el cielo. Llegamos al atardecer y montamos el campamento con las mosquiteras a los pies de la Mano de Fátima.

La Mano de Fátima, que daba nombre a la formación rocosa, era un símbolo de protección y buena suerte  en varias culturas de África del Norte y Medio Oriente. La pared de escalada tenía 625m de altura, pero nosotros solo pretendíamos caminar Al día siguiente subimos hasta la hendidura central de la montaña. Contemplamos el paisaje anaranjado del Sahel, vimos un pequeño poblado y volvimos a bajar rodeando la mano, mientras el sol nos castigaba.


En los alrededores había algunos poblados de la etnia Peul, también llamados Fulani, el pueblo nómada y pastoril más grande del mundo. También habitaban en Guinea, Camerún, Senegal, Níger, Burkina Faso, Benín, Mauritania, Sierra Leona, Togo y Chad. Las mujeres peul tenían tatuajes faciales característicos y algunas escarificaciones.





El entorno era el paisaje del Sahel, muy árido. Tenían chozas bajas y subsistían con pequeños rebaños de ovejas y cabras, y muchas carencias. Otros poblados tenían ganado vacuno, aunque no los vimos. Al llegar a uno de los poblados nos ofrecieron leche en el cuenco de una calabaza. Flotaban varias moscas en la superficie del cuenco y el anfitrión las retiró cuidadosamente con su mano. Nosotros les ofrecimos carne en lata. Fueron muy amables y generosos con nosotros, y nos dejaron entrar sus viviendas y conocer su forma de vida.


Viaje y fotos realizadas en 1991