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domingo, 7 de marzo de 2021

LA DANZA DE LOS DERVICHES







Los derviches se reunían cada viernes en un cementerio de Jartum. Fuimos al atardecer. El cementerio tenía pequeñas lápidas de piedra con inscripciones árabes, algunas pintadas de verde claro. Al fondo oímos cánticos. Eran un grupo numeroso entre los que tocaban unos panderos y cantaban, los que bailaban y los espectadores. Estaban junto a dos bonitos templos verdes con cúpulas. Los hombres vestían sus largas túnicas blancas y turbantes o casquetes musulmanes. Nos unimos al grupo y contemplamos extasiados la ceremonia. Parecía festiva, pero tenía sentido religioso, sin ser solemne. Decían que cuando llevaban horas cantando y bailando era cuando entraban en trance y giraban.

Los derviches eran un grupo religioso musulmán sufí, de carácter ascético o místico, con origen en el s.XII. En Turquía habíamos tenido oportunidad de ver a los derviches giróvaros, que giraban sobre si mismos con sus faldas al vuelo.



Además de los derviches había un par de santones con rastas y ropajes verdes, niños y un grupo de mujeres con velos de colores. Las mujeres ululaban de vez en cuando, animando los cánticos. Los espectadores se balanceaban al ritmo. Una mujer mayor salió al centro del corro bailando rítmicamente y poniendo los ojos en blanco. Otros hombres bailaban sonriendo, levantando los brazos, les ponían billetes bajo el turbante y bailaban sin que se les cayeran. Estuvimos absortos contemplando la ceremonia, entre la muchedumbre. Fue nuestra despedida del viaje por Sudán.





 



viernes, 20 de octubre de 2006

LA CIUDAD SAGRADA DE PURI

Puri era uno de los lugares de peregrinación más sagrados de la India. Además coincidimos con la festividad del Diwali por lo que cientos de peregrinos ocupaban las calles. El Templo hindú Jagannath Mandir, dedicado al señor del Universo, encarnación de Vishnú. Estaba amurallado y tenía varias torres piramidales blancas y rosadas. 

La entrada no estaba permitida a los no creyentes. Se podía ver parte del interior desde la Biblioteca, pero estaba cerrada. Así que lo vimos desde la terraza del primer piso del bar The Grand, cercano al templo, y contemplamos el ambiente.



Un gran gentío rodeaba el templo. Mujeres con sus saris coloridos, santones con túnicas naranjas o dhotis mínimos, ancianos de barba larga y canosa, conductores de rickshaw…Todos deambulaban calle arriba, calle abajo. Llevaban ofrendas de flores naranjas y comida troceada (coco, pepino, cebolla). En los puestos vendían rosarios y parafernalia hinduista, garbanzos condimentados, polvos de colores y chai.



Rodeamos el templo amurallado y vimos las entradas protegidas por estatuas de leones, hombres a caballo, tigres y elefantes de piedra. Leímos en la guía de la Lonely Planet que en el templo trabajaban 600 hombres que se encargaban de los rituales de los dioses, y 400 cocineros, unas 20.000 personas dependían del templo para vivir. Viendo aquella multitud y las riadas de gente que entraba y salía parecía creíble.




Nos empapamos de aquel ambiente religioso y festivo. Y nos gustaron mucho las calles de los alrededores, con vacas deambulando libremente. Las casas eran de piedra de dos plantas, con balcones con balaustradas y patios. Muchas estaban deterioradas, pero eran bonitas. 









Nos empapamos de aquel ambiente religioso y festivo. Y nos gustaron mucho las calles de los alrededores, con vacas deambulando libremente. Las casas eran de piedra de dos plantas, con arcos y balcones con balaustradas y patios. Muchas estaban deterioradas, pero eran bonitas. 

Aquel laberinto de calles era mucho más tranquilo que la calle principal. La gente nos saludaba, preguntaban de que país éramos y nos deseaban “Happy Diwali”. El Diwali es la fiesta de las luces. Por la noche todas las calles, casas y comercios de Puri tenían pequeños cuencos con lámparas de aceite para celebrarlo y tiraban petardos y fuegos artificiales. Los vimos desde la playa.











martes, 1 de octubre de 1991

BANI Y SUS MEZQUITAS

En octubre de 1991 viajamos a Burkina Faso. Iniciamos la ruta desde la capital Ougadogou, también llamada Uagadugú. Acampamos en la aldea de Koupela, donde encontramos a uno de los jefes tocando el tambor con unos amigos. Los saludamos y nos sentamos con ellos en el suelo. Inmediatamente se formó un grupo de gente que nos rodeó. Nos dieron la mano y nos ofrecieron cerveza de mijo, que llamaban dolo, en un cuenco hecho de calabaza. Al día siguiente seguimos ruta hacia Bani. 

El pequeño pueblo de Bani, en la región del Sahel, estaba hecho de casas de adobe, barro y madera. Allí visitamos siete mequitas de adobe que construyó un santón con ayuda del pueblo en la década de los años 60. La Gran Mezquita, la primera que se construyó, era espectacular. En su fachada se apreciaban unas figuras, unas con los brazos hacia arriba, otras hacia abajo. Representaban las posiciones de los fieles musulmanes al rezar. Todas las Mezquitas eran muy bellas, doradas, tenían torres con ventanucos, cenefas y dibujos geométricos hechos con orificios en las paredes. Eran auténticas filigranas.



Como eran de barro cada año tenían que reparar los desperfectos causados por las escasas lluvias. las tormentas de arena y la erosión del sol y el viento. En algunas torres había estacas de madera para alcanzar la altura para poder repararlas. En otras zonas del pueblo vimos ladrillos de adobe secándose al sol.




Una peculiaridad era que las otras Mezquitas de alrededor estaban orientadas a la Gran Mezquita, en vez de estar orientadas a La Meca. Nos dijeron que el santón soñó que Dios le encomendaba construir una gran mezquita, y sin conocimientos arquitectónicos, con la ayuda de las gentes del pueblo lo hizo. Supimos que con los años habían construido un total de 9 mezquitas, dos mezquitas más que cuando viajamos en 1991. Tras visitar las Mezquitas de Bani tuvimos un accidente importante, pero esa es otra historia, Fue un viaje inolvidable.