jueves, 30 de septiembre de 2010

LA BELLEZA DE LOS LAGOS TIBETANOS


 


La primera visión que tuvimos del lago Namtso fue una gran mancha de aguas turquesas rodeado de montañas con picos nevados. El azul intenso contrastaba con la aridez del terreno. El lago estaba a 4.500m. de altitud. Era uno de los tres lagos sagrados del Tibet, y el segundo mayor de agua salada en China.
Tenía una superficie de 1.940m2, y una isla llamada Tashi en la parte central. Junto al lago había dos piedras enormes con inscripciones y dibujos, y cientos de banderolas de oración de colores, ondeando al viento en hileras. Yaks blancos con sillas de montar descansaban en las orillas; los ofrecían para dar un paseo por 10 yuanes. También ofrecían paseos a caballo.



Como hacía viento se veía oleaje en la superficie del lago y las orillas parecían una playa pedregosa. Unos monjes paseaban por allí. Lo que no esperábamos encontrar fue una pareja de novios haciéndose un reportaje fotográfico. Ella llevaba traje un vestido largo con volantes y con los hombros al descubierto, con escote bañera. Y él un fino traje de hilo. Nosotros llevábamos camisetas térmicas, forro polar y anorak de gore-tex. Eran de Beijing. A la novia se le mojaron los bajos del vestido. Cuando acabaron vimos que se levantaba de las rocas, se recogía el vestido de novia y debajo llevaba tejanos y bambas. Seguro que para ellos también fue un día inolvidable.



 
© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego

miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL DEBATE DEL MONASTERIO



A veces el viajero tiene la oportunidad, la suerte o el privilegio de contemplar escenas intemporales, de ser testigo de una realidad que no le pertenece. Eso nos sucedió en el Monasterio de Sera, cercano a Lhasa, a unos 4 km., que fue fundado en 1419. En su momento de esplendor tuvo unos 5000 monjes, y cuando fuimos reunía apenas unos mil monjes tibetanos. A sus pies tenía un cementerio tibetano al que solían acudir los buitres.
 
 
 


En aquel monasterio tuvimos oportunidad de contemplar el debate religioso-filosófico de los monjes. Eran de la escuela o secta Gelugpa, también conocida por la de los Gorros Amarillos, a la que pertenece el actual Dalai Lama. En un jardín con árboles y piedras blancas fueron entrando poco a poco hasta reunirse unos cien monjes. Los había de todas las edades, algunos muy jóvenes. 

Se agruparon por parejas y se retaban para ver quien daba la respuesta más rápida o tenía más conocimientos. Parecían disfrutar y divertirse con el reto y no les importaba tener espectadores. Lo que yo hubiera dado por saber tibetano en aquellos momentos para entender todo lo que decían.





Algunos estaban sentados sobre cojines granates, como sus túnicas, y otros de pie. Al dar la réplica balanceaban el cuerpo y daban una palmada. Por todas partes del jardín se oían fuertes palmadas y la cantinela de la polémica entre los monjes. Una escena que se repetía desde hacía siglos.

 
© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego

MONASTERIO DREPUNG Y NORBULINGKA

 




El Monasterio Drepung estaba cerca de Lhasa, a tan solo 7km.. Se construyó en el s. XV, y nos impresionó su tamaño. Más que un monasterio era un pueblo con calles y numerosas edificaciones encaladas.  Leímos que en 1959 vivían en él unos 7000 monjes. En 2010 nos dijeron que vivían unos 700 monjes.

En la montaña de alrededor había algunas rocas pintadas con inscripciones en tibetano, y ruedas de oración de latón dorado, que hacían girar los peregrinos. Había numerosas capillas, algunas en cuevas en la roca. Una monja nos recibió sonriente en su lugar de retiro.






Nos gustaron las antiguas cocinas, con hornos y techos de vigas de madera. Tenían sacos de arroz, recipientes, utensilios y calabazas colgando del techo. Cada día alimentaban a muchos monjes. Y nos impresionó la Biblioteca con los libros sagrados de tapas de madera, envueltos en coloridas sedas para protegerlos. Era un auténtico tesoro.


El hall principal era una sala de 50m por 36m con colchonetas y adornos colgantes de telas de colores, donde los monjes se reunían a rezar. Sobre la colchoneta dejaban sus gorros amarillos característicos de la rama Gelug pa, y sus ropajes granates.





Los patios, con columnas rojas y muros amarillos, tenía gran colorido. En las puertas colgaban cortinas. Había algunas pinturas murales con imágenes de Buda y otras deidades.



El Palacio Norbulingka, del s. XVIII, fue la Residencia de Verano de los Dalai Lamas. Resultaba curioso porque la distancia entre Lhasa y Norbulingla era de solo 5 o 6km y tenían que trasladarse con todo el séquito. Estaba  declarado Patrimonio de la Humanidad. La palabra en tibetano significaba "Jardines del Tesoro". En los jardines se celebraba anualmente el Festival Sho Dun o "Festival del Yogur".



El recinto comprendía varios palacios y capillas. Vimos las habitaciones del Dalai Lama: donde dormía, donde meditaba, donde recibía. Hasta vimos su baño, con la tapa del lavabo de madera oscura. 

Los jardines eran preciosos, con altos árboles y repletos de flores en macetas individuales agrupadas. También había un estanque de aguas verdosas con un pabellón con tejado tipo pagoda. Un entorno muy agradable y relajante, que invitaba a la contemplación y la vida espiritual.



martes, 28 de septiembre de 2010

LHASA Y LAS KORAS TIBETANAS


La mítica ciudad de Lhasa, capital del Tibet, está situada a 3.670m de altitud. Llegamos en tren desde Beijing. La ciudad fue fundada en el s. VII y respiraba espiritualidad, pese a los importantes cambios sufridos, especialmente la ocupación china que provocó el exilio del Dalai Lama y el gobierno tibetano en 1959.

La ciudad china moderna y sus comercios rodeaban el casco antiguo, casi engulliéndolo. El centro histórico estaba formado por casas bajas encaladas, de dos pisos y con ventanas trapezoidales con marcos negros. En la plaza del Templo de Jhokang había un alto poste de oración, adornado con banderolas de colores. Los peregrinos rezaban a su alrededor.




 
 

Andar tres pasos, arrodillarse, tumbarse y extender los brazos hasta tocar el suelo. Rezar. Levantarse. Andar tres pasos…y repetir todo el proceso durante horas, días, semanas o meses. Agotador. Eso hacen los peregrinos tibetanos desde hace siglos. Piden por su familia, por su salud, por su país.
El circuito circular de peregrinación alrededor de un lugar sagrado recibe el nombre de kora. La kora purifica el karma. En la ciudad de Lhasa hay una kora alrededor del Palacio del Potala, y otra alrededor del templo de Johkang, el circuito Barkhor. En este último, los peregrinos se esforzaban en encontrar su espacio entre las piernas de la multitud que callejeaba.
 


Para amortiguar el roce continuo algunos usan una especie de petos o delantales de cuero grueso y manoplas. Unos van descalzos, a pesar del frío; otros usan colchonetas. El estado de desgaste de las colchonetas puede indicar la duración del peregrinaje. Muchos venían de lugares lejanos y sólo llevaban un pequeño morral con lo mínimo imprescindible para su viaje. Otra de las koras es alrededor de la montaña sagrada del Kailash, la más larga (de 52km) y la más dura de todas, pero que ofrecía a los fieles unas vistas espectaculares.

Me impresionó esa fe y la capacidad de sacrificio de esas gentes. Admiro esa fuerza que les mueve, hacia delante, hacia un futuro que desean sea mejor…





© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego