Cobh era un pueblecito pintoresco junto al Atlántico. Era el puerto de la ciudad de Cork y su conexión con el mar. Era la única terminal de cruceros de Irlanda. Tenía fama por ser la última escala del Titanic en 1912, antes de su naufragio. Y dos millones y medio de emigrantes irlandeses se habían embarcado allí entre 1848 y 1950 hacia el Nuevo Mundo. Entre ellos Frank Mc Court, el escritor de "Las cenizas de Ángela", libro que nos impresionó por la cruda descripción de la pobreza irlandesa de la época.
El pueblo era bonito con sus casas de colores, de dos o tres pisos, con tejados inclinados de pizarra negra, buhardillas y chimeneas.
Lo más destacado del pueblo era la Catedral de San Colman de estilo gótico francés, construida entre 1868 y 1915 con dinero local y enviado por comunidades irlandesas de Australia y EE.UU. Tenía el mayor carillón del país, con 47 campanas, la mayor de las cuales pesaba 3.440 kg. Las oímos tocar.
En la calle frente a la iglesia había una larga hilera de coloridas casas descendente hacia el mar Los comercios tenían fachadas de madera con cristaleras. En la antigua Estación de Tren habían establecido el Cobh Heritage Centre, donde podía tomarse un café bajo una claraboya y ver una exposición de fotos en blanco y negro sobre la masiva emigración.
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