viernes, 25 de octubre de 2019

MUNSTANG 2. KAGBENI

El segundo día hicimos la etapa Muktinath - Jarkhot - Khinga - Kagbeni, unos 12km, Muktinath estaba a 3.800m y Kagbeni a 2.840, así que descendimos 960m. Tardamos cinco horas en el recorrido, con las paradas en las aldeas. La temperatura exterior durante la noche llegó a -7º, pero amaneció a 2º. Desayunamos huevos fritos con tostadas y té, energético para la caminata del día. Partimos temprano y bien abrigados, con camiseta térmica, forro polar y anorak de gore-tex. 


Jarkhot estaba cerca de Muktinath, a unos veinte minutos caminando. Era un bonito pueblo con un Monasterio rojo terracota. El Monasterio tenía pinturas murales con la Rueda de la Fortuna y representaciones de Buda. Se veían más casas de piedra encalada que en Muktinath, donde había más construcciones nuevas.






En la plaza del Monasterio había una escuela. Los niños estaban lavándose los dientes en la fuente. Luego entraron en clase y la maestra les repartió crema Nivea para la cara. El sol en Mustang era fuerte y los niños tenían las mejillas coloreadas. La escuela era un proyecto austriaco-germano. 



        

Había poca gente por las calles. En las azoteas había pilas de leña acumulada. Las mujeres se ocupaban del ganado y trabajaban en los patios interiores de las casas, rodeadas de algún niño que no iba a la escuela. Los hombres cultivaban los campos de alrededor.




Seguimos caminando hasta Khinga, una aldea más pequeña, también bonita. Las casas tradicionales encaladas tenían ventanas de madera, con alguna puerta azul y montones de leña apiñada. En una fuente una mujer lavaba las cacerolas.



El camino de bajada era fácil y admiramos los picos nevados de los Annapurnas. Seguimos el curso del río Gandaki en el valle. Paramos en un mirador con cañones formados por la erosión. Llegamos a Kagbeni a las doce, cuando empezaban las ráfagas de fuerte viento de cada día. 




Kagbeni estaba a 2.840m de altitud. El pueblo se veía precioso al fondo del valle, entre los verdes campos de cebada. La guía Lonely Planet lo describía como un precioso pueblo-fortaleza medieval, puerto de entrada al reino de Mustang. Era un oasis a orillas de dos ríos, el Kali Gandaki y el Nilgiri.



Entre las edificaciones destacaba el rojo oscuro de la fachada del Monasterio (Gompa en tibetano). En el exterior estaban las ruedas de oración de latón dorado. Entramos en el Monasterio donde más de 50 monjes celebraban su ceremonia. Nos descalzamos y nos sentamos discretamente en un rincón. Recitaron, tocaron trompetas, tambores y unas caracolas gigantes blancas. Era también escuela de formación de monjes. En otro edificio estaban sus habitaciones.
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Junto al monasterio había una alta Torre de terracota que fue el monasterio original de 1429. La torre de varios pisos era un museo con tambores, estatuas antiguas, pinturas murales y telas colgantes.



Callejeamos por la parte antigua de Kagbeni con algunas casas abandonadas y medio derrumbadas. Otras casas acumulaban montones de leña para el invierno, y en los patios interiores se secaban mazorcas de maíz en el suelo y los establos. Una mujer pastoreaba unas vacas negras, como en otros pueblos.



Nos alojamos en el Hotel Nilgiri con vistas del ancho cauce del río. Cruzamos el río Kali Gandaki por un puente de madera. Las aguas bajaban con fuerza y con un color blancuzco. Más allá cruzamos otro puente colgante de estructura metálica, lleno de banderolas de colores.




Merendamos tés y pastel de queso de yak. Oscureció a las seis y se fue la luz eléctrica. El dueño del hotel encendió una bombilla cargada con energía solar. Cenamos con la luz de un generador. Muchas viviendas y hoteles tenían placas solares y cocinas solares. El potente sol no faltaba en Mustang.

La temperatura exterior bajó considerablemente y se oían las fuertes ráfagas de viento. Para cenar pedimos sopas de pollo y de calabaza, y momos de carne de yak y de queso con vegetales  Cada plato tenía diez momos. Todo muy rico y calentito. Nos acostamos pronto.

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