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domingo, 1 de junio de 2025

LEH

Por fin llegamos a la mítica y remota Leh, tras muchas horas de autobús desde Padum. Leh es la capital de Ladakh, a 3.520m de altitud, y rodeada de montañas con cumbres nevadas. La temperatura en mayo era de 10°, pero el sol calentaba.


El Bazar eran calles peatonales pavimentadas con mosaicos, con motivos geométricos. Vendían pashminas, joyas de plata y artesanía tibetana con piedras turquesas, cajas, amuletos, relicarios. Todo muy colorido, limpio y pulido. Se notaba que habían reformado las antiguas calles de la ciudad. También había un mercado con puestos de refugiados tibetanos. 

Subimos por callejones y escaleras hasta llegar al Palacio de Leh. Varias edificaciones de altos muros ocres. Se construyó en el s. XVII en sólo tres años. Lo habían reconstruido recientemente. Tenía 9 pisos de altura y 100 habitaciones. 


Entramos por la Puerta del león, con unos leones tallados en la madera del dintel.  Vimos la Corte Real con estatuas con ofrendas de zumos, galletas y billetes. Fuimos pasando por salas donde estuvieron las cocinas, almacenes o el Hall donde se reunía el rey con sus ministros.

En una sala exhibían fotos antiguas con la historia y construcción del palacio. Nos gustó la Biblioteca, con manuscritos budistas con tablillas de madera, envueltos en seda roja y colocados en sus estanterías.




Subimos hasta el nivel 8 del Palacio. Desde allí  había buenas vistas de la ciudad de Leh, rodeada de montañas áridas y algunos picos nevados.




En las calles del Bazar estaba la Mezquita Jamia Masjid, con aspecto de palacio mogol. Un edificio blanco de cuatro pisos, con pórtico y balcones de madera. Fue encargada por el emperador mogol Aurangzab como acuerdo político con el gobernador de Ladakh. 

No llevaba pañuelo para cubrirme la cabeza y me dejaron entrar; tal vez por la hora, no había nadie. La sala de oración tenía alfombras mullidas y coloridas, y columnas con arcos. Pudimos salir a una azotea y contemplar las vistas de la ciudad  sus casas y tejadillos.




Había otra bonita Mezquita blanca y verde, con dos minaretes. En Leh, y en Ladakh, la religión predominante era el budismo, pero también había bastante población musulmana.


Se conservaban los antiguos hornos de pan, aunque ya quedaban pocos. Estaban en las callejuelas por detrás de la Mezquita, envueltas en un olor dulzón. Vimos a los panaderos amasando y horneando pan y unas galletas con semillas de sésamo. Aquella zona no estaba restaurada, como la calle peatonal del Bazar, y en ella vivía población musulmana.

Paseamos por el Old Market, con pequeñas tiendas de sastres con sus maquinas de coser, barberos, joyeros. 



Otra visita interesante fue el Museo de Asia Central. Exhibía fotos de las antiguas caravanas de camellos y de la ciudad siglos atrás. Ladakh fue un importante cruce de las caravanas de Asia Cental. Su cultura se impregnó de bienes e ideas provenientes de regiones de Tibet, Kashmir, Afganistán y otras ciudades como Samarkanda o Bukhara, conectadas por la ruta de la Seda. Tibet y Ladakh compartían una larga historia común, con similitudes en la escritura, lenguaje, estilo de vida y creencias. Ambas culturas se influyeron mutuamente.


En lss salas exhibían grandes samovares, platos de metal labrados, espadas, cajas, baúles, calzado, una silla de montar, billetes de 1910 y monedas, alfombras, calendarios tibetanos, manuscritos del s. XIV con preciosa caligrafìa, coranes, textos arábicos y poesía persa. Muy interesante todo. Para rematar subimos a la galería superior del museo con vistas de Leh, su Palacio y la Mezquita blanca.



Pasamos varios días en Leh, visitando los monasterios budistas de los alrededores. Otro día fuimos al atardecer a ver el Fuerte y Gompa Tsemo, en una colina de la ciudad. El llamado "Fuerte de la Victoria" del s.XVI, coronaba la cresta del Palacio. Sus muros eran blancos y junto a él estaba el Gompa Tsemo con muros rojo terracota. En el interior tenia una figura de Maitreya de 8m. Otro lugar donde contemplar las bonitas vistas de Leh, con el sol del atardecer y las banderolas de oración ondeando al viento.




sábado, 9 de junio de 1990

DELICIAS TURCAS



Las delicias turcas son los pastelillos tradicionales, elaborados con pistachos, dátiles, avellanas, nueces, y agua de rosas o azahar. Pero en el viaje por Turquía se pueden disfrutar de muchas otras delicias y escenas deliciosas. Por ejemplo vimos numerosos hornos de leña, donde elaboraban el pan tradicional. El Bazlama es un pan mezcla de naan y pita, delicioso para acompañar con hummus.

Los aguadores cargaban recipientes de latón a la espalda y ofrecían agua fresca al paseante sediento por unas pocas liras. Otros se sentaban en los parques con sus recipientes.



En los cafés turcos se reunían grupos de hombres para conversar, jugar al dominó y degustar el delicioso café con posos. 




Más delicias son el Mercado de las Flores y los Pájaros, el Mercado Egipcio y el Gran Bazar, un laberinto de pasadizos con puestos de frutos secos, cafés, tés y especias, pastelerías, objetos de cobre, bronce y madera, narguiles, esponjas naturales, sandalias y babuchas...todo lo imaginable. Los comerciantes están agrupados por gremios: la zona de los joyeros, de los artesanos de bronce y cobre, de los que trabajan con piel, los textiles




Otra de las delicias era probar los narguiles, las pipas de agua con tabaco y aromas, una afición tradicional en el país. Y las miniaturas otomanas, pintando con detalle escenas tradicionales con mucho colorido.




Y por supuesto, hay que disfrutar de las delicias arquitectónicas de Estambul como la Mezquita Azul, Santa Sofía, la Torre Gálata, el Palacio Topkapi con vistas del Bósforo y el Cuerno de Oro...y la sonrisa de sus gentes.






Viaje y fotos realizados en 1990