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miércoles, 4 de junio de 2025

EL VALLE DE NUBRA

El Monasterio Diskit se erigía escalonado sobre una colina. Se fundó en el s. XIV y era tributario de Thiksey. Pregunté cuántos monjes vivía allí y me dijeron que unos 50. Subimos sus escaleras flanqueadas por ruedas de oración. El patio era magnífico, con edificios con las ventas trapezoidales con cortinillas amarillas, porches con columnas rojas de madera y murales, y el mástil central con una banderola con inscripciones budistas ondeando.



Vimos el interior de cuatro templos del complejo. Nos gustó la sala de meditación con timbales verdes y las thankas colgantes. Allí celebraban las ceremonias tocando los shankas, las grandes y pulidas caracolas utilizadas como instrumentos. Tambíén nos gustaron las cocinas del monasterio, con todos sus utensilios y recipientes, mesitas y una cristalera con vistas al valle.

Se veía también la gran Estatua de Maitreya, de 32m de altura, dominando el paisaje. En el interior de la estatua visitamos el Museo, con más imágenes y estatuas con ofrendas de billetes y estatuas de mantequilla. Un monje vigilaba el recinto.




Dormimos en una homestay en Hunder, a 3.125m de altitud. Era la segunda población de Nubra después de Diskit (1.850 habitantes).

Al día siguiente fuimos a ver las dunas cercanas, donde estaban los camellos bactrianos, de dos gibas. Eran los que formaban las caravanas de la Ruta de la Seda. En el pasado Ladakh fue un importante cruce de caravanas de Asia Central. Encontramos un grupo numeroso de unos cien camellos. Estaban ensillados con telas de colores. Las gibas no eran muy grandes y se les veía poco pelo. Tal vez lo estaban perdiendo de cara al verano. Contratamos un paseo en camello por las dunas. 






Vimos el río Shyok, que en otro tramo se cruzaba con el río Nubra. Luego visitamos el Samstanling Gompa en Sumur, del estilo de los otros monasterios, con un bonito patio. En la sala de oraciones empezaron a llegar los monjes y nos invitaron a tomar té tibetano con mantequilla. Había un grupo de unos siete niños monjes. Tocaron el gong y se iniciaron los cánticos. Pudimos escucharlos sentados detrás de los monjes, con sus voces graves. Lo especial fue presenciar la ceremonia de rezo con los monjes, un ritual ancestral.









martes, 3 de junio de 2025

MONASTERIOS ALCHI, LIKIR, SPITUK Y LAMAYURU


El Monasterio Alchi estaba formado por cuatro templos con pinturas murales y miles de imágenes de Buda. En uno de ellos había res grandes estatuas de pie, de 5m y 4m de altura. No permitían la fotografía en el interior de los templos, nos hicieron dejar las mochilas y el movil en una taquilla, incluso había cámaras dentro del recinto. Pero pudimos hacer fotos del exterior del templo y algunos murales exteriores. 

En el recinto había muchas stupas blancas y el circuito de circunvalación del monasterio con las ruedas de oración. Una anciana mujer tibetana, con un sombrero de copa alta, hacía girar las ruedas con energía. Por los jardines nos acercamos al río Indo, que discurría con sus aguas marrones entre montañas.






El Monasterio Likir se caracterizaba por tener una gran estatua dorada de Buda junto a las edificaciones encaladas. Tenía cuatro templos, con las salas de meditación de los monjes y un bnnito patio, al que se asomaban las ventanas de cortinillas amarillas.

Entramos al Museo que exhibía todo tipo de recipientes metálicos (teteras, cuencos), estatuas, relicarios, thankas, etc.







En la sala de oraciones estaba la Biblioteca y los mantos de los monjes plegados de forma que parecía que estaban allí sentados. Tenían una foto de grupo posando en la última visita del Dalai Lama, con sus túnicas granates. Había alguna rueda de oración gigante, más grande que el tamaño de una persona.



Monasterio Spituk con una edificación rojo terracota. Subimos y bajamos escaleras buscando los templos. Algunos estaban cerrados y otros nos los abrieron los monjes. La sala principal tenía estatuas de mantequilla.







El Monasterio Lamayuru del s. X era uno de los gompas más grandes y más antiguos de Lakakh. Estaba construido sobre unas formaciones rocosas muy peculiares y en algunas cuevas. Lo vimos en la ruta de Padum a Leh. Vivían en él unos 150 monjes. Y en el monasterio se celebraba el Festival anual de danzas de máscaras, cuando los monjes de los monasterios de alrededor se reunían para orar.


lunes, 2 de junio de 2025

MONASTERIOS THIKSEY, CHEMREY, TAKTOK Y HEMIS

Desde Leh hicimos dos días de excursiones para ver los monasterios budistas de los alrededores. Un día visitamos los Monasterios Thiksey, Chemrey, Taktok y Hemis. Y al día siguiente vimos los Monasterios Alchi, Spituk, Lamayuru y Likir.




El primero que visitamos fue el Monasterio Thiksey, del s. XIV, a sólo 19km de Leh.  La primera visión fue espectacular, se erigía sobre una colina, con múltiples edificaciones encaladas, con ventanas trapezoidales. Pertenecía a la rama del Budismo tibetano Gelug-pa, conocida como "escuela de los gorros amarillos" . Leímos que era el más parecido al Palacio del Potala en Lhassa, y nos lo recordó, aunque no tan impresionante. 

En el patio interior, con un alto mástil con banderola, había otros muros amarillos y de color rojo terracota con balcones, y porches con columnas de madera. 




Nos descalzamos para entrar en los interiores. La sala de oración con mesas bajas para los monjes, colgaban las telas bordadas de colores llamadas thangkas. y había pinturas murales y timbales verdes. Una gran Estatua de Maitreya, de 15m de altura presidía las oraciones. Nos gustó la Biblioteca, con libros de tablillas colocados en anaqueles y envueltos en seda naranja. 
 



Estuvimos más de una hora subiendo y bajando escaleras, atravesando pasadizos a distintos niveles y curioseando las estancias y rincones. Nos dijeron que en el monasterio vivían 65 monjes, aunque variaba según la época del año. Desde la parte alta del Monasterio había unas bonitas vistas del verde valle y las montañas áridas con cumbres nevadas. 



El Monasterio Chemrey del s. XVII se levantaba majestuoso sobre otra colina. Al entrar giramos las hileras de ruedas de oración. Tenía varios edificios encalados con balcones de madera. En su interior la gran Estatua Padmasambhava, ocupaba dos pisos.




La Biblioteca tenía 29 manuscritos budistas con letras de plata y oro. En la sala de oración fotografiamos las mesas de los monjes con una campanilla, el molinillo de oración de latón dorado, un libro envuelto en seda y un rosario. Había címbalos, estatuas y pinturas murales. 

En el comedor del monasterio un monje y su amigo lugareño, con un sombrero de ala ancha, nos invitaron a tomar el té. El monje era de la rama Dugpa Kargud-pa, con túnica granate y bonete del mismo color.








El Monasterio Taktok estaba adosado a la pared de roca, construido en la cavidad de una cueva y con techado de roca. También tenía edificaciones encaladas con ventanas trapezoidales ribeteadas de negro y cortinillas amarillas. Nos gustaron sus balcones de madera roja.

En todos los monasterios se respiraba misticismo, paz y tranquilidad. Estaban ubicados en lugares bonitos y todos eran un laberinto de edificaciones a diferentes niveles, con escaleras y pasadizos. Los pocos monjes que encontramos estaban dispuestos a charlar y responder a nuestras preguntas.





El Monasterio Hemis del s. XVII  era el más grande, con 300 monjes, aunque se reunían miles en las ceremonias y festivales. En su gran patio se celebraba el Festival de máscaras el 5 y 6 de Junio. Era complicado seguir las fechas de los festivales porque utilizaban el calendario lunar, pero nos lo indicaron los propios monjes. 

En el patio estaba el Templo principal y el Templo de Buda. Ambos tenían en la puerta de entrada dos cortinas blancas con el dibujo de la Rueda de la Fortuna en negro. En las salas había estatuas, imágenes, murales, telas colgantes, los asientos y mesas bajas de los monjes. 






La galería del patio, con columnas rojas y la parte superior de madera policromada. tenía hileras de ruedas de oración, para hacerlas girar en el sentido de las agujas del reloj.

Vimos el Museo con más estatuas, imágenes, amuletos y objetos tibetanos. La fotografía estaba prohibida en el interior de las salas, como en otros monasterios. Pero pudimos fotografiar alguna sala desde el exterior y las pinturas murales representando escenas del infierno, con escenas de castigo y los pecadores en un caldero, y la Rueda de la Fortuna.