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domingo, 6 de abril de 2025

ROSKILDE Y LOS BARCOS VIKINGOS


Desde Copenhague fuimos en tren a Roskilde, a solo 30km de distancia. Roskilde es un precioso pueblo medieval, en un fiordo del Mar del Norte. Fue fundado en el s. X, y durante más de tres siglos fue capital de Dinamarca. 

Pasamos por la escultura las Tres Jarras, tres enormes ánforas en una plaza. Seguimos una calle peatonal hasta llegar a otra plaza donde estaba el antiguo Ayuntamiento, un bonito edificio de ladrillo rojoEn el centro de la plaza estaba la Fuente Springvad de Schmeltz.



La Catedral de Roskilde era de estilo gótico y se construyó en ladrillo rojo entre los s. XII y XIII. Fue la Iglesia principal de la antigua diócesis de Roskilde antes de la aparición del luteranismo.. declarada Patrimonio de la Humanidad.




La Catedral albergaba 1000 sepulturas y de ellas 47 eran tumbas reales. Las tumbas eran en mármol blanco o negro, decoradas con estatuillas de angelotes y otras figuras. Había auténticos mausoleos con columnas y mucho ornamento. Las diferentes capillas tenían frescos en sus paredes y techos de bóveda y arco de crucero.









Luego fuimos paseando hasta el Puerto, donde estaba el Museo de Barcos Vikingos. En la nave de su interior conservaba cinco cascos de barcos de guerra vikingos hundidos en el s. XI. Aquellas embarcaciones de madera vikingas, con remeros y velas, habían surcado mares. Paseamos por los muelles viendo otros barcos de vela atracados. 






Vimos como un grupo de jóvenes cortaba un gran tronco por la mitad, a golpes de hacha. Cuando se abrió la primera grieta, colocaron estacas en medio y las golpearon con fuerza, hasta que el tronco se abrió por la mitad longitudinalmente. Un ejemplo de las dificultades para construir aquellos barcos. Había un gran barco con chimenea, que recordaba otros tiempos.


jueves, 16 de noviembre de 2023

SAL, EL MUELLE DE LOS PESCADORES

Sal era la tercera isla más poblada del Archipiélago de Cabo Verde, y muy plana en contraste con la montañosa Sao Antao. Famosa por sus playas, era la "mais turística, mas muito bonito".
El agua del mar era tan transparente que las barcas proyectaban su sombra en el lecho de arena y parecían en suspensión.


El muelle de los pescadores de Sal estaba muy activo por las mañanas. Llegaban las barcas y colocaban el pescado en palanganas con agua de mar, lo pesaban y lo troceaban para la venta. Había atunes grandes y pescados naranjas. Las redes con sus corchos de colores descansaban en el muelle. El pequeño Puerto de pescadores de Palmeira también era pintoresco.




A ambos lados del muelle estaba la Playa de Santa María. El agua tenía tonos verde azulados y era tan transparente que,  cuando el mar estaba en calma, se veía la sombra de las barcas en el lecho arenoso.



Las playas de Sal merecían su fama. Aguas transparentes azul turquesa y con diferentes tonalidades de verdes. Nos bañamos en la Playa de Santa María, Ponta do Sino, donde estaba el faro y Ponta Preta.
Como era zona muy ventosa lo aprovechaban para practicar deportes acuáticos como el kitesurf, se veían las velas coloridas desplazarse a gran velocidad en el mar. Parecían difíciles de dominar, había que hacer mucha fuerza y muchos caían al mar.

Uno de los días hicimos una excursión navegando en catamarán. Paramos en dos puntos para nadar y hacer buceo con la máscara y el tubo. Vimos bancos de peces agrupados bajo el casco del barco y muchos peces amarillos con rayas verticales y un punto negro en la cola. En otra zona encontramos una sorpresa, en el lecho arenoso había una estatua de un Cristo con los brazos extendidos, y los peces nadaban alrededor de ella.

Santa María conservaba casas coloniales pintadas de colores, de dos plantas con balconadas y rodeadas de palmeras, plantas y  buganvillas, pese a la sequía de la isla. Contaban que en un año había llovido solo 3 días. 



A las afueras de Santa María había un Cementerio de conchas marinas. En un tramo grande de playa había cientos y cientos de conchas marinas rotas, formando pequeñas colinas. Una curiosidad.



El Jardín Botánico Viveiro era pequeño, pero coqueto. Un oasis de verdor y frescura. Sorprendía encontrarlo en una isla con tantas carencias de agua, aunque la obtenían de plantas salinizadoras que trabajaban a tope. Había palmeras, árboles variados, flores y plantas. Incluso tenían animales en el mismo recinto: papagayos coloridos y otras aves, pavos reales, gansos, monos, cabras, roedores y una tortuga. Los papagayos eran muy coloridos y nos saludaron con varios "Hola!".


martes, 23 de mayo de 2023

EL LAGO DEL SOL Y DE LA LUNA

El Lago del Sol y de la Luna estaba situado en el centro de la isla de Taiwán, a 762m sobre el nivel del mar. Tenía un perímetro de 29km y era la superficie de agua más grande de Taiwán, también una de las más bonitas. Sus aguas verdosas reflejaban las montañas que lo rodeaban. 


Cogimos un barco desde Shuishe al Puerto de Itashao, donde nos alojamos en un hotel tipo cabaña. Paseamos por el camino costero, una pasarela de madera entre verde vegetación. Había muelles flotantes con barcos de pescadores amarrados y vimos algunos pescadores de caña. Después acababa el sendero y seguimos por la carretera, con muy poco tráfico. Hasta la carretera era bonita, desbordante de vegetación: helechos gigantes, juncos altísimos y árboles con lianas.



Visitamos el Xuan Zang Temple, con una gran puerta blanca con dos elefantes de piedra. Albergaba reliquias y estaba dedicado al dios Mono. Otro sendero nos llevó hasta la Pagoda Ci’en en una colina. Tenía ocho niveles con plantas octogonales. Desde arriba ofrecía magníficas vistas del lago. El Templo Wenwu estaba al otro lado del lago.





Otro día cogimos el Funicular, que ascendía un trayecto de 1,9km por la montaña en diez minutos. La subida era impresionante y ofrecía vistas del lago y de la montaña espectaculares. En la cima estaba la Formosa Aborigen Village, un museo al aire libre de las casas tradicionales taiwanesas. Eran casas de maderas de distintas formas, con tejados de cañizo y graneros. En el interior tenían la cocina con sus utensilios y calderos, la leñera y las camas de hombres y mujeres, simples esteras en bancos de madera. Las casas se adornaban con mandíbulas disecadas de ganado, una curiosidad.




En la aldea había un museo etnográfico grande muy interesante con trajes tradicionales, textiles, armas, joyas y objetos cotidianos diversos. El recinto de la aldea era enorme, se extendía por la ladera del monte entre senderos bordeados por palmeras y vegetación. Regresamos al lago al atardecer con el último funicular.