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domingo, 7 de mayo de 2017

EL TEMPLO DE LOS PINÁCULOS



 















Desde Jeonju fuimos en bus a Jinan, y allí cogimos un taxi hasta el  Parque Maisan.  Era boscoso y muy agradable para caminar con pasarelas de madera y escaleras. Llegamos a un lago rodeado de macizos de flores rojas. Tenía un kiosko acristalado que ofrecía servicio de bar, y barcas en forma de cisne.

En el Parque Maisan estaba el curioso Templo Tap Sa. Tenía 80 pináculos de piedras apiladas por el místico budista Yi Kapmyong, que vivió entre 1860 y 1957.  Los altos pináculos salpicaban la montaña formando un conjunto bastante surrealista. Sus diferentes niveles estaban comunicados por escalones de piedra, con templos y Budas alrededor. El Budismo es la segunda religión que se profesa en Corea del Sur, después del cristianismo. Los devotos coreanos peregrinaban en el laberinto de pináculos y hacían sus ofrendas. Un bonito entorno y un lugar especial.






































© Copyright 2021 Nuria Millet Gallego


miércoles, 27 de octubre de 2010

LOS PINÁCULOS DE ZHANGJIAJIE






La primera vez que vimos los picos desafiantes del Parque de Zhangjiajie nos pareció estar dentro de un sueño. El parque estaba formado por 230 picos rodeados de 300 peñascos rocosos. Era un paisaje único y las formaciones rocosas parecían el capricho de un dibujante. La roca cárstica tenía tonos dorados y grisáceos, con estratos. Los pinos se agarraban a las grietas, y además de en la cima crecían en las paredes verticales y en sitios inverosímiles. No pude evitar intentar dibujar las aristas de los picos. Había sido declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1990.





Los picos aparecían envueltos entre las brumas, pero también los vimos con sol y cielo azul. Eran curiosos los nombres con los que habían sido bautizados: el Pico de los Cinco Dedos, Cinco Mujeres visitando al Generalísimo, los Dos Amantes, el Puente hacia el Cielo y muchos otros. Fuimos rodeando las cimas, de mirador en mirador, subiendo y bajando escaleras.

Había un Elevador, un ascensor de varios módulos verticales, que horadaba la roca. El teleférico, con cabinas para seis personas, era aún más impresionante que el Elevador. Estábamos suspendidos a cientos de metros por encima de la vegetación boscosa, y a veces parecía que la cabina iba a estrellarse contra un pico de lo cerca que pasábamos. Nos asombró la magnitud del paisaje y la altura desde la telecabina.





Dedicamos casi tres días para recorrer el parque. En la parte baja caminos empedrados atravesaban el bosque, entre cientos de turistas chinos. Las niñas se hacían fotos con coloridos vestidos tradicionales. Cuando decidimos subir escaleras hasta una plataforma fue cuando nos quedamos absolutamente solos. Creo que subimos unos 3800 escalones. Repusimos fuerzas comiendo castañas asadas mientras contemplábamos el paisaje.

En la entrada principal había una pantalla gigante que ofrecía imágenes del parque y de la película Avatar que se rodó allí. Descansamos abajo y nos despedimos de los impresionantes picos contemplando el baño de los monos en el río en un atardecer soleado. Fue uno de los lugares imposibles de olvidar.

 

© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego