
En el estado indio de Punjab visitamos la ciudad de Amritsar. Allí se encuentra el Golden Temple, el principal santuario de los sijs. Nos cubrimos la cabeza con un pañuelo, dejamos el calzado en una consigna y atravesamos la Puerta de entrada con cientos de peregrinos y fieles sijs. Era una de las 18 puertas del recinto, de aspecto imponente y estilo palaciego oriental. Y apareció el Golden Temple brillando al sol y reflejado en las aguas del estanque sagrado.
El Golden Temple, en hindi Harmandir Sahib, está recubierto de oro, con una gran cúpula en forma de loto, y rodeado de otros templos blancos. La religión sij nació a finales del s. XV. Era una mezcla del hinduismo con la religión musulmana. Su doctrina defendía la creencia en un único dios y la ayuda al prójimo, rechazaba el sistema de castas y resaltaba el honor, el valor y la hospitalidad.
El Estanque Amrit Sarovar (Estanque del Néctar) fue construido en el s. XVI por el cuarto gurú sij. Había hombres bañándose y realizando sus abluciones rituales en sus aguas para purificarse. Tenían unos biombos para ocultar el cuerpo mientras se cambiaban y colgar sus ropas. Otra pequeña zona estaba reservada para mujeres, pero con una estructura para no ser vistas.
Los hombres sijs llevaban abultados turbantes de colores amarillo, naranja, verde o azul, y algunos rojos, blancos o negros. La religión sij les exigía no cortarse el pelo, que enrollaban en un moño, y llevaban largas barbas. Además portaban sus dagas en la cintura. Los guardianes del templo eran imponentes, con sus largas lanzas puntiagudas. Se ocupaban del orden en el recinto, eran amables y algunos se prestaban a hacerse fotografías con nosotros.
Circunvalamos el recinto del Golden Temple, admirando los otros templos blancos alrededor del estanque. El suelo de mármol blanco con mosaicos quemaba y habían colocado esteras. En las galerías porticadas las familias descansaban a la sombra, y muchos echaban una siesta en las frescas losas de mármol. Nosotros también nos sentamos y descansamos del fuerte sol, contemplando el ambiente y los templos.
Hicimos cola con cientos de peregrinos para acceder al interior del Hari Mandir. Todos los días al amanecer sacaban el Libro Santo y el sacerdote supremo leía fragmentos. No estaban permitidas las fotos en esa zona. Mientras en el templo resonaba la música religiosa, cantando los versos del libro santo. En los tres pisos del templo vimos varias estancias con suelos y paredes de mármol, decoradas con mosaicos con motivos geométricos y florales.
Alrededor del recinto había salas con varios sepulcros sagrados cubiertos con telas brillantes y custodiados por santones con sus turbantes y largas barbas. Un grupo tocaba instrumentos y cantaba oraciones. El ambiente de devoción era intenso, los fieles al entrar a una estancia, tocaban con la mano el suelo y se la llevaban a la frente. Las fotos del interior no estaban permitidas, pero sí los sepulcros de alrededor.
Fuimos a ver las cocinas del templo que, según leímos, proporcionaban comida gratuita a 50.000 peregrinos cada día. Se ubicaban en un piso superior, en grandes salas con esteras en el suelo. Estaba todo muy organizado, al entrar te daban una cuchara y una bandeja metálica con compartimentos, típica de cantina. Ya sentados nos sirvieron por filas. El menú era dhal, el guiso de lentejas, curry de patatas, nan y lassi. Contribuimos con un donativo, claro.
La limpieza estaba muy organizada con voluntarios en cadena. Vimos un grupo de sijs lavando platos y cuencos con cenizas. Aunque en recinto había varias fuentes, para que los peregrinos se lavaran las manos y se refrescaran.
La ciudad de Amritsar tenía otros atractivos. Conservaba alguna de sus antiguas Puertas y más lugares interesantes. Nos gustó la Estatua del Maharaja Rangit Singh, sobre una estructura circular con figuras de elefantes labradas. Estaba junto a un bonito mercado de fachada rosada.
Otro templo era el Sri Durgiana, en el centro de un estanque. Era del s. XVI y estaba dedicado a la diosa Durga, la madre de todas las deidades. Leímos en la guía que era una réplica en pequeño del Golden Temple. Tenía unas preciosas puertas de plata labrada, con figuras de deidades con gran relieve.
Por la tarde fuimos al Memorial Jallianwala Bagh. Conmemoraba un trágico episodio de la ocupación británica. Como tenían indicios de que parte de Punyab eran partidarios de la Independencia, quisieron dar un escarmiento y dispararon sin previo aviso contra miles de personas. Murieron 400 personas. En su recuerdo levantaron un obelisco de piedra rosada ante un estanque de lotos entre jardines. Un bonito lugar con familias paseando.
Al anochecer volvimos al templo. Todo el recinto se iluminó y el Golden Temple refulgía en las aguas del estanque sagrado. Los sijs seguían cantando sus oraciones y había mucho ambiente. Era un lugar espiritual de gran belleza.