La primera vez que
vimos los picos desafiantes del Parque
de Zhangjiajie nos pareció estar dentro de un sueño. El parque estaba
formado por 230 picos rodeados de 300
peñascos rocosos. Era un paisaje único y las formaciones rocosas parecían
el capricho de un dibujante. La roca
cárstica tenía tonos dorados y grisáceos, con estratos. Los pinos se
agarraban a las grietas, y además de en la cima crecían en las paredes
verticales y en sitios inverosímiles. No pude evitar intentar dibujar las
aristas de los picos. Había sido declarado Patrimonio
de la Humanidad desde 1990.
Los picos aparecían envueltos entre las brumas, pero
también los vimos con sol y cielo azul. Eran curiosos los nombres con los que
habían sido bautizados: el Pico de los Cinco Dedos, Cinco Mujeres visitando al
Generalísimo, los Dos Amantes, el Puente hacia el Cielo y muchos otros. Fuimos
rodeando las cimas, de mirador en mirador, subiendo y bajando escaleras.
Había un Elevador, un ascensor de varios módulos
verticales, que horadaba la roca. El teleférico,
con cabinas para seis personas, era aún más impresionante que el Elevador.
Estábamos suspendidos a cientos de metros por encima de la vegetación boscosa, y a veces parecía que la cabina iba a
estrellarse contra un pico de lo cerca que pasábamos. Nos asombró la magnitud
del paisaje y la altura desde la telecabina.
Dedicamos casi tres
días para recorrer el parque. En la parte baja caminos empedrados atravesaban
el bosque, entre cientos de turistas chinos. Las niñas se hacían fotos con
coloridos vestidos tradicionales. Cuando decidimos subir escaleras hasta una
plataforma fue cuando nos quedamos absolutamente solos. Creo que subimos unos
3800 escalones. Repusimos fuerzas comiendo castañas asadas mientras
contemplábamos el paisaje.
En la entrada principal
había una pantalla gigante que ofrecía imágenes del parque y de la película Avatar que se rodó allí.
Descansamos abajo y nos despedimos de los impresionantes picos contemplando el
baño de los monos en el río en un atardecer soleado. Fue uno de los lugares
imposibles de olvidar.
© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego