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jueves, 16 de noviembre de 2023

SAL, EL MUELLE DE LOS PESCADORES

Sal era la tercera isla más poblada del Archipiélago de Cabo Verde, y muy plana en contraste con la montañosa Sao Antao. Famosa por sus playas, era la "mais turística, mas muito bonito".
El agua del mar era tan transparente que las barcas proyectaban su sombra en el lecho de arena y parecían en suspensión.


El muelle de los pescadores de Sal estaba muy activo por las mañanas. Llegaban las barcas y colocaban el pescado en palanganas con agua de mar, lo pesaban y lo troceaban para la venta. Había atunes grandes y pescados naranjas. Las redes con sus corchos de colores descansaban en el muelle. El pequeño Puerto de pescadores de Palmeira también era pintoresco.




A ambos lados del muelle estaba la Playa de Santa María. El agua tenía tonos verde azulados y era tan transparente que,  cuando el mar estaba en calma, se veía la sombra de las barcas en el lecho arenoso.



Las playas de Sal merecían su fama. Aguas transparentes azul turquesa y con diferentes tonalidades de verdes. Nos bañamos en la Playa de Santa María, Ponta do Sino, donde estaba el faro y Ponta Preta.
Como era zona muy ventosa lo aprovechaban para practicar deportes acuáticos como el kitesurf, se veían las velas coloridas desplazarse a gran velocidad en el mar. Parecían difíciles de dominar, había que hacer mucha fuerza y muchos caían al mar.

Uno de los días hicimos una excursión navegando en catamarán. Paramos en dos puntos para nadar y hacer buceo con la máscara y el tubo. Vimos bancos de peces agrupados bajo el casco del barco y muchos peces amarillos con rayas verticales y un punto negro en la cola. En otra zona encontramos una sorpresa, en el lecho arenoso había una estatua de un Cristo con los brazos extendidos, y los peces nadaban alrededor de ella.

Santa María conservaba casas coloniales pintadas de colores, de dos plantas con balconadas y rodeadas de palmeras, plantas y  buganvillas, pese a la sequía de la isla. Contaban que en un año había llovido solo 3 días. 



A las afueras de Santa María había un Cementerio de conchas marinas. En un tramo grande de playa había cientos y cientos de conchas marinas rotas, formando pequeñas colinas. Una curiosidad.



El Jardín Botánico Viveiro era pequeño, pero coqueto. Un oasis de verdor y frescura. Sorprendía encontrarlo en una isla con tantas carencias de agua, aunque la obtenían de plantas salinizadoras que trabajaban a tope. Había palmeras, árboles variados, flores y plantas. Incluso tenían animales en el mismo recinto: papagayos coloridos y otras aves, pavos reales, gansos, monos, cabras, roedores y una tortuga. Los papagayos eran muy coloridos y nos saludaron con varios "Hola!".


martes, 21 de febrero de 2023

LAS ISLAS FARASAN

Las Islas Farasan eran un archipiélago de 36 islas coralinas en el Mar Rojo, a 40km de la costa de Arabia Saudí. Solo dos de las islas estaban habitadas. Formaban parte de un Santuario Marino y destacaban por su biodiversidad. Las aguas ricas en plancton albergaban una rica vida marina con rayas, delfines, tiburones ballena, varias especies amenazadas de tortuga y muchas especies de peces, incluido el pez loro, objeto de un festival de primavera, entre abril y mayo, en la playa.

En el pasado tuvieron una gran importancia estratégica, al encontrarse en la ruta comercial que conectaba el Mediterráneo con Yemen y la India. Y en el s. I los romanos construyeron un puente en la isla principal, que llamaron Portus Ferresanus, nombre que con el tiempo derivó en Farasan.

El Ferry de Jizán a las Islas Farasán era gratuito. En la Terminal de Ferrys había salas de espera separadas para hombres y mujeres, se pasaban controles de arcos de seguridad y nos cachearon. Aproveché para conversar con las mujeres árabes, aunque nos entendíamos por gestos pues no hablaban inglés. Algunas se acercaron y curiosearon mi diario de viajes. Una mujer mayor tenía las manos con dibujos pintados con henna y bonitos anillos de oro. Le dije que eran unas manos bonitas y me dejó fotografiarlas.

Las casas estaban hechas de piedra coralina y decoradas con relieves de estuco con motivos geométricos y florales. La mansión más espectacular era la Rifai House, cerca de nuestro hotel. Era una auténtica obra de arte con una puerta y fachada con elaborados relieves. En una habitación grande encontramos una especie de biblioteca con estantes en la pared y techo con vigas de madera pintado de azul. Había otras casas bonitas con relieves, aunque la mayoría estaban en estado ruinoso. Iluminadas las fachadas y relieves por la luz dorada del atardecer no costaba imaginar los tiempos de esplendor del barrio y de las islas. Las calles estaban tranquilas, nos cruzamos con pocas personas, alguna mujer, gente en bicicleta y niños. Por la noche vimos más ambiente.

Cerca estaba la Mezquita Najdi, pintada de blanco, con cúpulas y exterior decorado con relieves. Era una mezquita histórica, pero de aspecto bastante sencillo. Casi nos gustó más otra mezquita del pueblo pintada de un color anaranjado.






Al día siguiente pactamos con un taxista un recorrido por la Isla Farasan y la Isla Sajid. No hablaba nada de inglés y utilizamos el traductor de Google. Primero fuimos al Meade Bridge, el puente que unía Isla Farasan con Isla Sajid. El Mar Rojo a ambos lados estaba translúcido, de un azul verdoso, dejando transparentar las algas del fondo. Había una luz preciosa. 



Pasamos por el pueblo y seguimos hacia Playa Kothub. Nos pareció una maravilla, una media luna grande de arena blanca con mar verde transparente, con tonalidades de azul, y rocas doradas. Y estaba totalmente desierta, solos Javier y yo. La recorrimos de extremo a extremo.

Otra parada fue la Playa Ras Al Qarn, muy alargada y con algas en la arena. El mar tenía un bonito color. La Playa Alhsas tenía grandes formaciones coralinas y dunas con vegetación. En la arena tenía grandes caracolas blancas semienterradas



La última parada fueron las ruinas de Al Qessar. Tenía una zona con casas de adobe restauradas y otra con casas en estado bastante ruinoso, entre palmeras, que tenían su encanto. Entramos en lo que quedaba de las habitaciones e imaginamos como sería la vida allí. Encontramos un grupo de arqueólogos franceses que estaban estudiando unos restos romanos hallados allí y conversamos un poco con ellos. Ese fue el final de nuestra estancia en las islas. El viaje por Arabia Saudí continuaba.


sábado, 10 de diciembre de 2022

LAS PLAYAS DE MARTINICA

Martinica era una isla del Caribe con preciosas bahías naturales, ocultas en su litoral, y decidimos conocer las más destacadas. Desde Fort-de-France cogimos un minibus para ir a Sainte Anne, a 47 km.Allí estaba la preciosa Plage des Salines, con arena blanca, aguas azules y altas palmeras inclinadas por el viento, El gran palmeral estaba bordeado por casuarinas, que formaban un muro verde frente al mar. Nos dimos un baño delicioso. Los chiringuitos ofrecían pescado asado con ratatouille, con zumos de guayaba y piña. 


Otro día cogimos un barco desde la capital Fort-de-France hasta Les Trois Ilets. El barco nos dejó en Pointe du Bout. Fue la playa que más nos gustó, con palmeras en torno a varias piscinas naturales protegidas por rocas negras, y con ambiente local. Familias con niños se bañaban en sus tranquilas y azules aguas.



Desde allí compartimos un taxi hasta la gran bahía les Anses d'Arlet, con palmeras y aguas transparentes verde azules. Nos prestaron gafas con tubo y pudimos hacer snorkel, nadando cerca de las rocas en un extremo de la playa.  Vimos bancos de peces que se mecían con las olas. Había peces con rayas negras, amarillos, verdes. La playa l'Anse a l'Ane era grande y con vegetación. 

El pueblo Anse d'Arlet du Borg estaba en primera linea de playa, con verdes montañas detrás. Tenía un embarcadero con la Iglesia de puntiagudo campanario en el centro. Era un bonito rincón caribeño.



jueves, 2 de junio de 2022

LAS CUEVAS MARINAS DE CABO GRECO




Desde Agya Napa fuimos en bus a Cabo Greco, el Parque Nacional costero de Chipre. Era conocido por sus cuevas marinas, con formas fascinantes que parecían esculpidas por el hombre, según leímos en la guía. También era área favorita de muchas aves marinas que revoloteaban por la zona. Las formaciones geológicas nos parecieron una auténtica maravilla creada por la erosión del mar.

Recorrimos la costa de la isla en el barco Aphrodita, en una excursión de medio día. Paramos en varias cuevas marinas preciosas. Los acantilados de piedra blanca formaban arcos naturales y oquedades curiosas. El mar tenía tonalidades verde azuladas con agua muy transparente que permitía ver el fondo. 



En un recodo estaba la Blue Lagoon, donde paró el barco para darnos un primer baño; el agua estaba fresca y deliciosa. Después paramos en el Puente de los Amantes, de roca recortada sobre el mar. La parada más curiosa fue la llamada Famagusta Ghost o Varosha, la ciudad que quedó abandonada cuando los turcos la evacuaron en 1974 tras la invasión. Los edificios permanecían vacíos desde entonces, vimos la desolación en la lejanía con prismáticos, pero no hicimos fotos. El capitán del barco lo explicaba con cierta tristeza. En el extremo más al sureste vimos el peñasco de Cabo Greco de roca dorada que daba nombre al parque.





Otro día recorrimos el parque Cabo Greco por tierra, por sendero Agoa Anargyroi. El entorno era árido, pero rodeado del mar color azul turquesa intenso. Saltábamos por las rocas sobre los acantilados para tener diferentes perspectivas de los recodos marinos y las vistas. Vimos el Puente de piedra Kamara tou Koraka, una formación natural recortada contra el mar. Antes se permitía el acceso, pero estaba en riesgo de derrumbe y lo vallaron. Solo era posible verlo y fotografiarlo desde el frente, con el azul mediterráneo de fondo.


Luego llegamos a la Capilla Agia Anargyroi, de estilo griego, con paredes de un blanco deslumbrante y cúpula azul añil. Estaba dedicada a los santos Kosmas y Damianos, que según la leyenda eran médicos que curaban gratis a quienes lo necesitaban. El interior era pequeño y coqueto, con iconos ortodoxos.



Lo mejor fue bajar a la cueva bajo la ermita. Era una cueva fantástica, abierta al mar. Nos dimos un baño glorioso. Estábamos acalorados por la caminata por el parque, y nos refrescamos al instante. El sol se filtraba en el agua entre las rocas, y formaba mosaicos de luz.

Después seguimos caminando por Cabo Greco hasta Konnos Beach, con bastantes parasoles y tumbonas. El mar tenía un color azul turquesa y muy transparente cerca de la orilla. Tomamos limonadas en el chiringuito y nos dimos un baño delicioso.


Otra de las mejores playas de Chipre fue la Fig Tree Bay, en el pequeño pueblo de Protaras, con una higuera que resistía desde el s. VII. Nos pareció mucho tiempo, pero allí estaba, y ofrecía una sombra magnífica. Nos instalamos con el pareo bajo la higuera, y tras el baño nos regalamos una siesta gloriosa.