jueves, 16 de noviembre de 2023
SAL, EL MUELLE DE LOS PESCADORES
martes, 21 de febrero de 2023
LAS ISLAS FARASAN
Las Islas Farasan
eran un archipiélago de 36 islas coralinas en el Mar Rojo, a 40km de la
costa de Arabia Saudí. Solo dos de las islas estaban habitadas. Formaban parte
de un Santuario Marino y destacaban por su biodiversidad. Las aguas ricas
en plancton albergaban una rica vida marina con rayas, delfines, tiburones
ballena, varias especies amenazadas de tortuga y muchas especies de peces,
incluido el pez loro, objeto de un festival de primavera, entre abril y mayo,
en la playa.
En el pasado
tuvieron una gran importancia estratégica, al encontrarse en la ruta comercial
que conectaba el Mediterráneo con Yemen y la India. Y en el s. I los romanos
construyeron un puente en la isla principal, que llamaron Portus Ferresanus,
nombre que con el tiempo derivó en Farasan.
El Ferry de
Jizán a las Islas Farasán era gratuito. En la Terminal de Ferrys había salas
de espera separadas para hombres y mujeres, se pasaban controles de arcos de seguridad y nos cachearon. Aproveché para conversar con las mujeres árabes,
aunque nos entendíamos por gestos pues no hablaban inglés. Algunas se acercaron
y curiosearon mi diario de viajes. Una mujer mayor tenía las manos con
dibujos pintados con henna y bonitos anillos de oro. Le dije que eran unas manos bonitas y
me dejó fotografiarlas.
Las casas
estaban hechas de piedra coralina y decoradas con relieves de estuco con
motivos geométricos y florales. La mansión más espectacular era la Rifai
House, cerca de nuestro hotel. Era una auténtica obra de arte con
una puerta y fachada con elaborados relieves. En una habitación grande
encontramos una especie de biblioteca con estantes en la pared y techo con vigas
de madera pintado de azul. Había otras casas bonitas con relieves, aunque la
mayoría estaban en estado ruinoso. Iluminadas las fachadas y relieves por la
luz dorada del atardecer no costaba imaginar los tiempos de esplendor del
barrio y de las islas. Las calles estaban tranquilas, nos cruzamos con pocas
personas, alguna mujer, gente en bicicleta y niños. Por la noche vimos más ambiente.
Cerca estaba la Mezquita
Najdi, pintada de blanco, con cúpulas y exterior decorado con relieves. Era
una mezquita histórica, pero de aspecto bastante sencillo. Casi nos gustó más
otra mezquita del pueblo pintada de un color anaranjado.
Al día siguiente pactamos
con un taxista un recorrido por la Isla Farasan y la Isla Sajid. No hablaba
nada de inglés y utilizamos el traductor de Google. Primero fuimos al Meade
Bridge, el puente que unía Isla Farasan con Isla Sajid. El Mar Rojo a ambos lados
estaba translúcido, de un azul verdoso, dejando transparentar las algas del fondo.
Había una luz preciosa.
Pasamos por el
pueblo y seguimos hacia Playa Kothub. Nos pareció una maravilla, una
media luna grande de arena blanca con mar verde transparente, con tonalidades
de azul, y rocas doradas. Y estaba totalmente desierta, solos Javier y yo. La
recorrimos de extremo a extremo.
Otra parada fue la Playa Ras Al Qarn, muy alargada y con algas en la arena. El mar tenía un bonito color. La Playa Alhsas tenía grandes formaciones coralinas y dunas con vegetación. En la arena tenía grandes caracolas blancas semienterradas
sábado, 10 de diciembre de 2022
LAS PLAYAS DE MARTINICA
Otro día cogimos un barco desde la capital Fort-de-France hasta Les Trois Ilets. El barco nos dejó en Pointe du Bout. Fue la playa que más nos gustó, con palmeras en torno a varias piscinas naturales protegidas por rocas negras, y con ambiente local. Familias con niños se bañaban en sus tranquilas y azules aguas.
jueves, 2 de junio de 2022
LAS CUEVAS MARINAS DE CABO GRECO
Desde Agya Napa fuimos en bus a Cabo
Greco, el Parque Nacional costero de Chipre. Era conocido por sus cuevas
marinas, con formas fascinantes que parecían esculpidas por el hombre,
según leímos en la guía. También era área favorita de muchas aves marinas que
revoloteaban por la zona. Las formaciones geológicas nos parecieron una
auténtica maravilla creada por la erosión del mar.
Recorrimos la costa de la isla en el barco Aphrodita, en una excursión de medio día. Paramos en varias cuevas marinas preciosas. Los acantilados de piedra blanca formaban arcos naturales y oquedades curiosas. El mar tenía tonalidades verde azuladas con agua muy transparente que permitía ver el fondo.
En un recodo estaba la Blue Lagoon,
donde paró el barco para darnos un primer baño; el agua estaba fresca y deliciosa.
Después paramos en el Puente de los Amantes, de roca recortada sobre el mar.
La parada más curiosa fue la llamada Famagusta Ghost o Varosha, la
ciudad que quedó abandonada cuando los turcos la evacuaron en 1974 tras la invasión.
Los edificios permanecían vacíos desde entonces, vimos la desolación en la lejanía con prismáticos, pero no hicimos fotos.
El capitán del barco lo explicaba con cierta tristeza.
Otro día recorrimos el parque Cabo Greco por tierra, por sendero Agoa Anargyroi.
El entorno era árido, pero rodeado del mar color azul turquesa intenso.
Saltábamos por las rocas sobre los acantilados para tener diferentes
perspectivas de los recodos marinos y las vistas. Vimos el Puente de piedra
Kamara tou Koraka, una formación natural recortada contra el mar. Antes se
permitía el acceso, pero estaba en riesgo de derrumbe y lo vallaron. Solo era
posible verlo y fotografiarlo desde el frente, con el azul mediterráneo de
fondo.
Luego llegamos a la Capilla Agia
Anargyroi, de estilo griego, con paredes de un blanco deslumbrante y cúpula
azul añil. Estaba dedicada a los santos Kosmas y Damianos, que según la leyenda
eran médicos que curaban gratis a quienes lo necesitaban. El interior era
pequeño y coqueto, con iconos ortodoxos.
Lo mejor fue bajar a la cueva bajo la
ermita. Era una cueva fantástica, abierta al mar. Nos dimos un baño glorioso.
Estábamos acalorados por la caminata por el parque, y nos refrescamos al
instante. El sol se filtraba en el agua entre las rocas, y formaba mosaicos de
luz.
Después seguimos caminando por Cabo Greco
hasta Konnos Beach, con bastantes parasoles y tumbonas. El mar tenía un
color azul turquesa y muy transparente cerca de la orilla. Tomamos limonadas en
el chiringuito y nos dimos un baño delicioso.
Otra de las mejores playas de Chipre fue la Fig Tree Bay, en el pequeño pueblo de Protaras, con una higuera que resistía desde el s. VII. Nos pareció mucho tiempo, pero allí estaba, y ofrecía una sombra magnífica. Nos instalamos con el pareo bajo la higuera, y tras el baño nos regalamos una siesta gloriosa.