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miércoles, 27 de octubre de 2010

LOS PINÁCULOS DE ZHANGJIAJIE






La primera vez que vimos los picos desafiantes del Parque de Zhangjiajie nos pareció estar dentro de un sueño. El parque estaba formado por 230 picos rodeados de 300 peñascos rocosos. Era un paisaje único y las formaciones rocosas parecían el capricho de un dibujante. La roca cárstica tenía tonos dorados y grisáceos, con estratos. Los pinos se agarraban a las grietas, y además de en la cima crecían en las paredes verticales y en sitios inverosímiles. No pude evitar intentar dibujar las aristas de los picos. Había sido declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1990.





Los picos aparecían envueltos entre las brumas, pero también los vimos con sol y cielo azul. Eran curiosos los nombres con los que habían sido bautizados: el Pico de los Cinco Dedos, Cinco Mujeres visitando al Generalísimo, los Dos Amantes, el Puente hacia el Cielo y muchos otros. Fuimos rodeando las cimas, de mirador en mirador, subiendo y bajando escaleras.

Había un Elevador, un ascensor de varios módulos verticales, que horadaba la roca. El teleférico, con cabinas para seis personas, era aún más impresionante que el Elevador. Estábamos suspendidos a cientos de metros por encima de la vegetación boscosa, y a veces parecía que la cabina iba a estrellarse contra un pico de lo cerca que pasábamos. Nos asombró la magnitud del paisaje y la altura desde la telecabina.





Dedicamos casi tres días para recorrer el parque. En la parte baja caminos empedrados atravesaban el bosque, entre cientos de turistas chinos. Las niñas se hacían fotos con coloridos vestidos tradicionales. Cuando decidimos subir escaleras hasta una plataforma fue cuando nos quedamos absolutamente solos. Creo que subimos unos 3800 escalones. Repusimos fuerzas comiendo castañas asadas mientras contemplábamos el paisaje.

En la entrada principal había una pantalla gigante que ofrecía imágenes del parque y de la película Avatar que se rodó allí. Descansamos abajo y nos despedimos de los impresionantes picos contemplando el baño de los monos en el río en un atardecer soleado. Fue uno de los lugares imposibles de olvidar.

 

© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego

viernes, 8 de octubre de 2010

EL GRAN BUDA DE LESHAN




 
Subimos escaleras de piedra por la montaña y aparecimos a la altura de la cabeza del Buda. De repente me encontré junto a una oreja de siete metros. El Buda de Leshan era impresionante, con sus 71m. de altitud, el más alto del mundo. Estaba esculpido en la pared de un acantilado en la confluencia de los ríos Dadu y Min. Era del s. IX y se construyó como protector de los pescadores. Considerado Patrimonio de la Humanidad, había sido restaurado en 1987 y su nariz, tal vez por ser más prominente y expuesta a la lluvia, estaba más oscura que el resto de la cara.





Estaba sentado con las manos sobre las rodillas y sus dedos medían 8,5m. El entorno era verde y húmedo, con abundante vegetación. En las paredes de roca rojiza crecía musgo esponjoso. La niebla lo envolvía y le añadía misterio. Bajamos hasta los pies del Buda por una escalera en zigzag, junto con cientos de chinos. Los barcos pasaban frente a él pero el día estaba bastante brumoso y dificultaba la visibilidad.

El Buda nos miró majestuoso desde su altura, con una sonrisa enigmática. Nos despedimos de él y continuamos el camino por la montaña ajardinada. Entre las cuevas del Parque Oriental nos esperaban las tres mil estatuas de Budas asiáticos, un capricho de los artistas chinos.

 

© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego