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viernes, 7 de octubre de 2005

EL DELTA DEL ORINOCO



Desde Tucupita emprendimos el viaje por el Delta del Orinoco, uno de los mayores deltas del mundo. Era un laberinto de islas con centenares de canales estrechos llamados caños. Las aguas del Orinoco eran de color café con leche y bajaban con grupos de verdes plantas acuáticas, que formaban islas flotantes arrastradas por la corriente. En las orillas la vegetación era frondosa, con palmeras y manglares. Nos cruzamos con pequeñas barcas y con pescadores extendiendo las redes. En el trayecto vimos tucanes con franjas amarillas en el pico, monos de pelaje rojizo en la arboleda y búfalos de agua con grandes cornamentas curvadas.













Tras varias horas de navegación nos detuvimos en un campamento. Una de las mujeres nos preparó la comida. Se sentó en el embarcadero y con un machete grande empezó a quitarle las escamas a un gran pescado. Preguntamos el nombre y dijo que era un “morocoto”. Acompañaron el pescado con arroz, fríjoles y banana frita. Luego nos tumbamos en las hamacas.

Cogimos de nuevo la barca y nos adentramos en canales más estrechos. En esos caños la vegetación de las orillas es exhuberante y está más próxima. Vimos delfines oscuros, jugando y saltando. Eran tan rápido y tan imprevisible el lugar por donde asomarían que aunque les seguimos con la barca no pudimos fotografiarlos. Encontramos una tortuga pequeña posada sobre el tronco cortado de una palmera. En seguida se sumergió al acercarnos.

Paramos en uno de los caños más angostos y bajamos a tierra, pisando terreno pantanoso. El barquero nos mostró la planta del cacao, el árbol del palmito, las toronjas, ají picante y unos frutos rojos pequeños que se usaban como colorante. Vimos tarántulas, escondidas en una planta tipo palmera baja. Era negra y peluda, más grande que mi mano. Estábamos junto a ella y nos agachamos para verla mejor, aunque con precaución. Pero Luis, nuestro barquero, colocó su mano a un centímetro de la tarántula y ni se inmutó. Dijo que si no se la atacaba no hacía nada. La tarántula nos ignoró, pero los mosquitos del pantanal nos acribillaron.













Visitamos una comunidad de los indios warao. Leímos que “wa” significa “canoa” y “rao” significa “hombre”. Esas comunidades solían estar aisladas por familias, repartidas en las orillas del Orinoco. En todas se distinguían las hamacas colgantes, meciéndose con alguien que contemplaba el paso del río y del tiempo. En la aldea subimos a una curiara a remo, la embarcación tradicional tallada en un tronco vaciado. Fue muy relajante deslizarnos con la curiara por el río, en el silencio de la jungla, contemplando el reflejo de los árboles en la superficie del agua.








jueves, 12 de diciembre de 1996

EL LAGO INLE







En el viaje por Myanmar, la antigua Birmania, alquilamos una pequeña canoa para recorrer el Lago Inle. Salimos temprano y el lago estaba envuelto en una fina neblina que difuminaba las figuras de los pescadores que se veían a lo lejos, como dibujos chinos. Más tarde el sol iluminó el paisaje.

El Lago Inle estaba a a 1328m. sobre el nivel del mar, y tenía 22km. de largo y 11km. de ancho, Estaba repleto de plantas acuáticas flotantes sobre la superficie del agua formando islotes verdes. Los agricultores juntaban esos trozos de tierra formando estrechas franjas, y cultivaban huertos de hortalizas o flores. También transportaban tierra en las canoas para trasladarla cerca de sus casas y crear más huertos, ganando terreno al agua.





Leímos que había unos cien monasterios alrededor del lago y unas mil stupas budistas. Visitamos uno de los monasterios, ubicado en una isla centro del lago, y también fuimos con la canoa a un mercado flotante. Pasamos junto a los pescadores y vimos como remaban con el pie, sujetando el remo con el dedo gordo, con mucha habilidad. Introducían las redes en forma de armazón cónico al fondo, removían con el palo, y luego subían la cesta con el pie, cogiéndola con la mano cuando asomaba. Algunos pescadores transportaban las redes vertical u horizontalmente. Era un espectáculo único.

 




jueves, 10 de octubre de 1991

LAS CASCADAS KARFIGELA Y EL LAGO TENGRELA

Desde Bobo-Dioulasso fuimos a las Cascadas Karfigela en Banfora. Se formaban a lo largo de una franja del río Komoé. Estaban situadas a 12km de la ciudad de Banfora, en Burkina Faso, y a poca distancia de Mali. La altura de la caída era de unos 20m. Alrededor había vegetación, alguna palmera, y campos de caña de azúcar.

 

Cerca estaba el Lago Tengrela. Era conocido por sus hipopótamos considerados sagrados por los lugareños, ya que no atacaban a los seres humanos. Había una zona con nenúfares flotantes de blancas flores. Vimos cocodrilos a los que dieron de comer trozos de pollo. Navegamos el lago plácidamente en unas estrechas canoas y los hipopótamos y cocodrilos nos permitieron invadir su hábitat. 







Viaje y fotos realizadas en 1991