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jueves, 9 de abril de 2015

EL PARQUE NACIONAL TAYRONA

Desde Santa Marta fuimos al Parque Nacional Tayrona. Estaba encajado entre la Sierra Nevada de Santa Marta y la costa del Caribe, desde la Bahía de Taganga hasta la desembocadura del río Piedras.

En el Centro de Acogida del Parque nos pasaron un vídeo sobre la naturaleza y fauna, y nos dieron algunas indicaciones sobre el recorrido ante un mapa que señalaba las playas.

Caminamos por un sendero iba paralelo a la costa y a tramos se adentraba pasando por zonas de grandes rocas, por pasarelas y palmerales. Por el camino encontramos alguna iguana descansando. Pasamos por la zona llamada Arrecifes, donde el baño estaba prohibido por el fuerte oleaje y las corrientes submarinas. Unos carteles advertían de las 100 o 200 víctimas, que no fueras una más.

Sólo estaba permitido el baño en las playas La Piscina, de aguas más tranquilas, y en Cabo San Juan, la última playa, donde acababa el camino, cortado por acantilados. Tardamos unas dos horas en llegar.




Nos alojamos en Cabo San Juan, en una de las carpas agrupadas bajo un palmeral. Era alojamiento para mochileros y parecía un campamento de un Festival de música, como decía la guía. de Lonely Planet. Tenía una zona de chinchorros. Lo primero que hicimos fue tomar zumos naturales de piña y refrescarnos con el baño.






La Playa de Cabo San Juan era de las más bonitas, dos playas en forma de media luna separadas por una colina con una cabaña-mirador en la cima, con grandes rocas a los lados y un palmeral denso y alto.






Al día siguiente fuimos temprano a Pueblito Chairama, la ciudad prehispánica, tierra de los indígenas Tayrona. Fuimos por un sendero en el bosque tropical, con lianas, mucha hojarasca, árboles de corteza pelada y raíces extendiéndose por el suelo. Luego fue una subida empinada saltando piedras, algunas enormes; una de ellas tuvimos que subirla con ayuda de una cuerda colgante. Fuimos totalmente solos y tardamos una hora y media en llegar.



En Pueblito quedaban ruinas arqueológicas con unas 250 terrazas circulares, donde estuvieron las cabañas. Hubo 500 viviendas que albergaron 4000 habitantes en su momento de máximo esplendor. Vimos un grupo de cabañas reconstruidas, con alguna mujer Tayrona y niños vestidos con túnicas blancas. Tenían el pelo liso negro y rasgos indígenas, y eran huidizos. Se respiraba tranquilidad en aquel entorno aislado.












viernes, 1 de octubre de 2004

EL PARQUE NACIONAL DE KAKADÚ





 

La puerta de entrada al Parque Nacional de Kakadú es Darwin, la zona tropical del continente. La primera noche la pasamos al raso, contemplando las estrellas del firmamento de las antípodas, la Cruz del Sur que orientaba a los antiguos navegantes. Australia tiene un territorio quince veces mayor que España y mucha naturaleza variada que ofrecer. En todo el país hay setecientos (¡) Parques Nacionales; nosotros sólo visitamos ocho de ellos.
Kakadú está repleto de cascadas que forman piscinas naturales, en las que puede disfrutarse de un baño delicioso. Llegamos a una garganta circular con altas paredes de roca. La catarata Jim Jim caía en una laguna de unos cincuenta metros de diámetro, con aguas profundas de color verde oscuro. Un cartel advertía de los peligros del baño por la presencia de cocodrilos. Nos dijeron que en aquella época no había, y nadamos con la esperanza de que no hubiera ningún cocodrilo despistado.





 
Cogimos un bote por el río Alligátor para ver los cocodrilos. El barquero tenía las letras “L-O-V-E” tatuadas en los nudillos de la mano. Con un pequeño espejo que reflejaba la luz solar nos señalaba las serpientes enroscadas en las ramas de los árboles. El río estaba repleto de nenúfares, algunos de más de dos palmos de diámetro, con flores lilas abiertas. A dos metros de distancia vimos un cocodrilo medio sumergido en la superficie del agua, como un tronco flotante, con la diferencia de que se distinguían sus negros ojos y sus escamas. Otro tomaba el sol en la orilla fangosa, junto a los manglares, totalmente inmóvil. También vimos iguanas, serpientes, y gran variedad de aves.


Cerca de Darwin está el Parque Nacional de Lichtfield con termiteros gigantes de varios metros de altura. El que llaman la Catedral tiene 6 metros de altura. Son pináculos de tierra rojiza endurecida. Las termitas construyen hacia arriba para mantener una temperatura cálida constante. Introdujimos un palo en una de las galerías y al momento salieron grupos de hormigas soldado que esparcieron un olor especial.





También visitamos el asentamiento aborigen de Ubirr, con pinturas rupestres en la roca de 20.000 años de antigüedad. Los pigmentos eran de tonalidades amarillas, ocres y rojizas. Se distinguían tortugas, peces y figuras humanas. Era la única huella de la presencia del hombre entre aquella naturaleza exuberante.