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lunes, 5 de diciembre de 2022

DOMINICA, AGUAS SULFUROSAS Y CASCADAS



En Isla Dominica había varias piscinas naturales de aguas sulfurosas. Fuimos caminando hasta Wotten Waven por la carretera, que parecía un jardín botánico, con flores rojas de aves del paraíso, hojas rojas, amarillas y verdes de tonalidades diferentes.

 


En Wotten Waven había varios spas de aguas termales sulfurosas. Fuimos al Screw’s Sulfur Spa, que recomendaba la guía de Lonely Planet. Antes de llegar ya olimos el azufre. Eran varias piscinas de piedra escalonadas, a la orilla de un río. Las piscinas tenían agua caliente a diferente temperatura, y había una pequeña cascada en la pared de roca, con agua fría.

Nos untamos la piel con un barro blancuzco y denso. Nos bañamos en las diferentes piscinas, saltando de una a otra, en la cascada y en el río. Disfrutamos del baño en las piscinas naturales sulfurosas.


Cerca estaban las Cascadas Trafalgar. El sendero hasta las cascadas estaba bordeado de verde vegetación, en un entorno espectacular con plantas tropicales gigantescas. Eran dos cascadas de 42m y 25m de altura, bonitas aunque no llevaban mucho caudal.

Luego fuimos a la Playa Champagne, conocida por el burbujeo de sus aguas por las corrientes subterráneas de aguas sulfurosas. Decían que era como bañarse en una copa de champán. 


 




miércoles, 16 de febrero de 2022

LA ZONA ARQUEOLÓGICA DE PALENQUE

La zona arqueológica de Palenque estaba en plena selva tropical, rodeada de verde vegetación. Sus templos mayas eran uno de los principales atractivos de Chiapas. Estaban considerados Patrimonio de la Humanidad.

Palenque significaba empalizada. Su nombre antiguo era Lakamha, que significa “lugar de grandes aguas”. El lugar fue habitado por primera vez en el año 100 a.C. Caminamos por un sendero en la selva, con grandes árboles, alguna liana y flores rojas. Había monos aulladores, tucanes, loros y, según leímos, ocelotes. Ocelotes no vimos, pero sí dos iguanas grandes y perezosas que se dejaron fotografiar y se marcharon entre las piedras centenarias


Lo primero que encontramos fue la Gran Plaza con varios templos piramidales, entre hierba verde esmeralda. El Templo de la Calavera era llamado así por la escultura en relieve de la calavera de un conejo o un ciervo a los pies de uno de sus pilares.

Al lado estaba el Templo XIII que albergaba la Tumba de la Reina Roja, llamada así porque sus restos estaban teñidos de rojo por el mineral cinabrio empleado como tratamiento para la momificación. Años atrás se podía echar un vistazo a la tumba y al sarcófago, pero la cerraron. Decían que con el esqueleto se encontraron una máscara de malaquita y un millar de piezas de jade que se trasladaron al Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México. Su lujo no tenía nada que envidiar al de las tumbas de los faraones egipcios.

Junto al Templo de la Reina Roja estaba el Templo de las Inscripciones, que albergaba la tumba del rey Pakal, un importante gobernante maya. Decían que era el monumento funerario más famoso de América, y el edificio más alto y majestuoso de Palenque. Era una pirámide de nueve niveles, con una escalera central que ascendía 25m, y coronado por una estructura rectangular con cinco pórticos de entrada. Lástima que estaba acordonado y ya no permitían la ascensión al público, supongo que por no desgastar los escalones centenarios.


El arqueólogo Alberto Ruz Chuillier descubrió la tumba y le sorprendió la pomposidad de la estructura. Estaba alojada en una cámara de 7m de largo y 3,7m de ancho, adornada con numerosos jeroglíficos rojos y relieves que narraban la travesía de Pakal desde su muerte hasta la llegada al inframundo. Pakal tenía una máscara funeraria, como la Reina Roja, con mosaicos de jade y el esqueleto adornado con joyas. Fueron trasladados a Ciudad de México y la tumba fue recreada en el Museo nacional de Antropología.

Los vendedores ambulantes de artesanía ofrecían en el mismo recinto de las ruinas calaveras adornadas con incrustaciones brillantes, evocando las máscaras funerarias de los reyes mayas.



Cerca estaba el Palacio, una gran estructura dividida en cuatro patios, con un laberinto de pasillos y salas, también con una torre alta. Era un conjunto interconectado de escalinatas, esculturas y relieves.

Otra zona era la de los Templos del Grupo Norte: Pirámide Conde y otros cuatro templos sobre un mismo basamento. Según la leyenda el explorador francés Conde Jean Frederic Waldek se alojó allí en el s.XIX. Al lado estaba la cancha del Juego de la Pelota, parecida a la de Chichen Itzá en Yucatán. 



Templos del Grupo Norte: Pirámide Conde y otros cuatro templos sobre un mismo basamento. Según la leyenda el explorador francés Conde Jean Frederic Waldek se alojó allí en el s.XIX. Al lado estaba la cancha del Juego de la Pelota, parecida a la de Chichen Itzá en Yucatán. 





Después fuimos al Grupo de las Cruces, con tres estructuras principales en forma de pirámide: Templo del Sol, Templo de la Cruz y Templo de la Cruz foliada. Databan del 692 y servían como centro espiritual para la triada de deidades de Palenque. Los hijos del rey Pakal ordenaron su construcción y fue un lugar de adoración de los dioses mayas. Cada uno tenía su encanto. El Templo del Sol tenía una crestería muy bien conservada y contenía el tablero del Sol, tallado en piedra caliza. En el Templo de la Cruz había un tablero con la imagen del monstruo de la tierra, del cual brota una planta de maíz, importante en la cultura maya.




Por último vimos los Acueductos de los mayas sobre los riachuelos Arroyo Murciélago y  Arroyo Otoulum. Formaban unas cascadas que contemplamos desde un puente colgante. Fue el colofón de la visita; estuvimos cuatro horas visitando los templos, las visitas guiadas dejaban solo dos horas o dos horas y media, otra ventaja de viajar de forma independiente.





miércoles, 25 de abril de 2018

LAS CUATRO MIL ISLAS

El Archipiélago Si Phan Don en el río Mekong era un paraíso lacustre en Laos. Su nombre significaba las "cuatro mil islas". Las tres islas principales eran Don Khong, Don Khon y Don Det. Don Khong era la más grande, con 18km de largo y 8km de ancho.

Decidimos quedarnos en la más pequeña, Don Det. Nos alojamos en un coqueto bungalow de madera roja del Mama Leuah's Guesthouse, frente al rio Mekong. Estaba rodeado de verdor,  con hamacas en el poche.



Un sendero bordeado de plantas, palmeras y otros árboles, rodeaba la isla, paralelo al río Mekong. En la otra orilla veíamos la isla Don Khon con sus palafitos. Legamos al Puente Francés, que cruzaba a la otra isla y admiramos las vistas. Seguimos el camino hasta llegar a una playa arenosa idílica, era un tramo estrecho del río, donde la corriente eta menos fuerte, aunque arrastraba. Más abajo había unas cataratas. Tomamos ensalada de frutas y batidos de leche de coco y piña y nos refrescamos.



En las casas, tipo palafito, la gente charlaba a la puerta y hacían sus tareas. Algunos pescaban con cestas de mimbre, y los niños se bañaban y saltaban al agua desde las ramas de los árboles. Un ambiente de paz y tranquilidad reinaba en toda la isla.



Al día siguiente alquilamos bicicletas para recorrer la isla Don Khon y ver las cataratas.  Cruzamos el Puente Francés, de piedra y con varios arcos, y giramos a la izquierda. Las cataratas Khon Pa Soi  no eran las más grandes de la isla pero llevaban bastante agua. Había que atravesar un puente colgante sobre ellas, mientras veías la espuma blanca a tus pies entre los tablones de madera y oscilando al paso. Otros pequeños puentes accedían a otras zonas. En un recodo tranquilo del río nos dimos un baño refrescante.

Vimos búfalos tipo cebú, oscuros y con cornamenta importante, sumergidos en la orilla. En la calle principal de la isla Don Khon había restaurantes, comercios tipo colmado y una escuela. Los niños iban uniformados con camisas blancas y pantalones y faldas azules. Visitamos un templo budista entre jardines, que atravesamos con las bicicletas.






Llegamos a las cataratas Somphamit, también llamadas Li Phi, que significaba "trampa del espíritu". Era una zona extensa del río rodeada de vegetación; en toda su anchura había rocas que formaban rápidos y saltos de agua con espuma blanca y rumor de agua. Una noria aprovechaba la fuerza de la corriente. Recorrimos las cataratas de arriba abajo y nos dimos otro glorioso baño en el remanso de la playa Li Phi.






Al atardecer cogimos una barca para contemplar la puesta de sol. Fue un paseo de dos horas. Nos gustó navegar entre algunas de las cuatro mil islas de la zona. Algunas eran islotes rocosos de pura vegetación flotante. La mayoría estaban deshabitadas y en otras se veían los palafitos. Había más barcas de pescadores al atardecer, lanzando sus redes. Recordaremos los tres días pasados en las islas y los momentos que pasamos en la hamaca del porche viendo como fluía la corriente del Mekong y alguna barca de pescadores