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lunes, 11 de octubre de 2004

KOALAS Y KANGUROS AUSTRALIANOS

Desde Port Douglas en las costa este australiana fuimos al Parque Nacional de Daintre, donde encontramos los primeros koalas en libertad. También los vimos cerca de Melbourne. Estos curiosos animales son mamíferos y arborícolas. Estaban reposando en las ramas, algunos dormitando y otros moviendo la cabeza perezosamente. Se sentaban en las ramas altas para comer los brotes tiernos. Pero tuvimos a uno de ellos al alcance de la mano. Estaba con su cría en una rama baja, mordisqueando hojas. Tenía una cara simpática, con un hocico negro y plano, y ojos y orejas redondas. 

Dos de ellos dormían juntos, uno sobre otro en la misma rama, convertidos en dos bolas peludas. Leí que los koalas duermen veinte horas al día. Podría decirse que llevan una vida relajada. No sé si advirtieron nuestra silenciosa observación, pero me llevé sus imágenes en la memoria.

 

Otro animal curioso y típico de Australia era el wombat, una mezcla de oso y cerdito, con fuerte pelo negro. Era un mamífero con fuertes garras, muy gordito, parecía una bola. Pesaba unos 35kg. También eran perezosos y dormilones, como los koalas. Nos dejaron cogerlo en brazos y se quedaba quietecito y tranquilo, dejándose acariciar. Vivían en entornos boscosos, en túneles que excavaban en la tierra.



En la excursión al Parque Nacional Port Campbell pasamos junto a un campo de golf donde se había instalado una comunidad de Kanguros. Eran herbívoros y se alimentaban de pasto y raíces. Vivían poco, unos 18 años.

Nos cruzamos con algunos en la carretera; vimos que los coches australianos llevaban unas barras protectoras en la parte delantera por si chocaban con algún kanguro. Y volvimos a verlos en los alrededores de Melbourne, en una explanada verde esmeralda. 



Los kanguros eran marsupiales grandes, de orejas puntiagudas, cola larga y pelo rubio rojizo. Sus patas traseras eran grandes, con largos pies, en contraste con las pequeñas patas delanteras. Los de menor tamaño se llamaban ualabis. Nos acercamos a ellos y se dejaron acariciar y comieron de nuestra mano. Eran nocturnos y de día estaban bastante estáticos, comiendo en grupos. Vimos dos hembras llevando a sus crías en la bolsa delantera. Cuando se cansaban de andar a cuatro patas, se erguían y marchaban dando saltos. Nos parecieron unos animales simpáticos y curiosos.






 
 



miércoles, 6 de octubre de 2004

LOS DOCE APÓSTOLES AUSTRALIANOS


 

Caminamos al borde de los impresionantes acantilados verticales de piedra caliza, de colores ocre y amarillo. Junto a ellos, en el mar, había gigantescos pináculos o agujas marinas que llamaban los Doce Apóstoles. Estábamos en el Parque Nacional de Port Campbell, próximo a Melbourne. Sólo quedaban ocho apóstoles y decían que debido a la erosión marina acabarían por desaparecer. Leímos que cada catorce segundos la piedra recibía el impacto de una ola. Esa erosión formaba cuevas y agujeros arqueados en las rocas. El mar tenía fuerza en aquella zona y una franja de espuma blanca festoneaba los acantilados.


Vimos la ensenada donde naufragó un barco que viajaba de Londres a Sidney en 1878, tras tres meses de travesía. Estaba a punto de llegar y haciendo los preparativos de una fiesta para celebrarlo, cuando naufragó. Sólo sobrevivieron dos personas. El lugar se bautizó Loch Ard Gorge en recuerdo del barco. A pesar de lo dramático de los sucesivos naufragios en aquellas costas, las playas eran bellísimas.




Junto a la ensenada, una roca formaba un puente natural sobre el mar. La llamaban London Bridge. Los apóstoles se erguían imponentes resistiendo los embates de las olas, cuyo impacto podíamos oír. Una muestra más del perfecto arquitecto que puede ser la erosión en la naturaleza.

viernes, 1 de octubre de 2004

EL PARQUE NACIONAL DE KAKADÚ





 

La puerta de entrada al Parque Nacional de Kakadú es Darwin, la zona tropical del continente. La primera noche la pasamos al raso, contemplando las estrellas del firmamento de las antípodas, la Cruz del Sur que orientaba a los antiguos navegantes. Australia tiene un territorio quince veces mayor que España y mucha naturaleza variada que ofrecer. En todo el país hay setecientos (¡) Parques Nacionales; nosotros sólo visitamos ocho de ellos.
Kakadú está repleto de cascadas que forman piscinas naturales, en las que puede disfrutarse de un baño delicioso. Llegamos a una garganta circular con altas paredes de roca. La catarata Jim Jim caía en una laguna de unos cincuenta metros de diámetro, con aguas profundas de color verde oscuro. Un cartel advertía de los peligros del baño por la presencia de cocodrilos. Nos dijeron que en aquella época no había, y nadamos con la esperanza de que no hubiera ningún cocodrilo despistado.





 
Cogimos un bote por el río Alligátor para ver los cocodrilos. El barquero tenía las letras “L-O-V-E” tatuadas en los nudillos de la mano. Con un pequeño espejo que reflejaba la luz solar nos señalaba las serpientes enroscadas en las ramas de los árboles. El río estaba repleto de nenúfares, algunos de más de dos palmos de diámetro, con flores lilas abiertas. A dos metros de distancia vimos un cocodrilo medio sumergido en la superficie del agua, como un tronco flotante, con la diferencia de que se distinguían sus negros ojos y sus escamas. Otro tomaba el sol en la orilla fangosa, junto a los manglares, totalmente inmóvil. También vimos iguanas, serpientes, y gran variedad de aves.


Cerca de Darwin está el Parque Nacional de Lichtfield con termiteros gigantes de varios metros de altura. El que llaman la Catedral tiene 6 metros de altura. Son pináculos de tierra rojiza endurecida. Las termitas construyen hacia arriba para mantener una temperatura cálida constante. Introdujimos un palo en una de las galerías y al momento salieron grupos de hormigas soldado que esparcieron un olor especial.





También visitamos el asentamiento aborigen de Ubirr, con pinturas rupestres en la roca de 20.000 años de antigüedad. Los pigmentos eran de tonalidades amarillas, ocres y rojizas. Se distinguían tortugas, peces y figuras humanas. Era la única huella de la presencia del hombre entre aquella naturaleza exuberante.