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sábado, 10 de diciembre de 2022

LAS PLAYAS DE MARTINICA

Martinica era una isla del Caribe con preciosas bahías naturales, ocultas en su litoral, y decidimos conocer las más destacadas. Desde Fort-de-France cogimos un minibus para ir a Sainte Anne, a 47 km.Allí estaba la preciosa Plage des Salines, con arena blanca, aguas azules y altas palmeras inclinadas por el viento, El gran palmeral estaba bordeado por casuarinas, que formaban un muro verde frente al mar. Nos dimos un baño delicioso. Los chiringuitos ofrecían pescado asado con ratatouille, con zumos de guayaba y piña. 


Otro día cogimos un barco desde la capital Fort-de-France hasta Les Trois Ilets. El barco nos dejó en Pointe du Bout. Fue la playa que más nos gustó, con palmeras en torno a varias piscinas naturales protegidas por rocas negras, y con ambiente local. Familias con niños se bañaban en sus tranquilas y azules aguas.



Desde allí compartimos un taxi hasta la gran bahía les Anses d'Arlet, con palmeras y aguas transparentes verde azules. Nos prestaron gafas con tubo y pudimos hacer snorkel, nadando cerca de las rocas en un extremo de la playa.  Vimos bancos de peces que se mecían con las olas. Había peces con rayas negras, amarillos, verdes. La playa l'Anse a l'Ane era grande y con vegetación. 

El pueblo Anse d'Arlet du Borg estaba en primera linea de playa, con verdes montañas detrás. Tenía un embarcadero con la Iglesia de puntiagudo campanario en el centro. Era un bonito rincón caribeño.



martes, 4 de junio de 2013

EL BESO DEL HIPOPÓTAMO






Imaginar dos hipopótamos frente a frente. Se rozan, abren sus bocas, parece que se besan. Pero en realidad se están retando, se enfrentan, o juegan, quien sabe. Sus bramidos pueden expresar ambas situaciones. Enseñan sus colmillos amarillentos. Tal vez es una rivalidad por una hembra. Y nosotros somos los espectadores curiosos.





Desde el barco que partía del embarcadero de Santa Lucía, los contemplamos. Estábamos en el Parque de los Pantanos Santa Lucía en Sudáfrica, considerado Patrimonio de la Humanidad. En las orillas había grupos de hipopótamos con sus crías, tomando el sol y descansando. Tenían aspecto de elefantes y eran pesados y lentos, aunque leímos que podían correr. Su piel parecía lisa y áspera, aunque era suave. Podían pesar entre 1,5 y 3 toneladas, y pese a su apariencia imponente y fiera eran herbívoros.





Abrían sus grandes y rosadas bocas uno frente al toro, y se sumergían con un bramido curioso, como un fuerte croar de ranas. Más allá encontramos un grupo de veinte hipopótamos medio sumergidos. Estábamos muy cerca, con el motor detenido, y se distinguían sus ojos saltones con la piel más rosada alrededor y las orejas. Dejaban asomar el lomo grisáceo por encima de la superficie del agua, y nadaban. Estaban bastante activos. Algunos tenían crías pequeñas a su lado y se mostraban protectores. Nos dejaron observarles un buen rato y después caminaron lentamente hacia el interior, a resguardarse de las miradas ajenas.

 

© Copyright 2013 Nuria Millet Gallego