Baracoa era
una región del sureste de Cuba, fuera de los circuitos turísticos habituales. Quisimos conocer
la zona y pasamos tres días allí.
El plan del día
era visitar el Parque Nacional Humboldt, llamado así en honor del
naturalista y explorador alemán, que visitó el lugar por primera vez en 1801.
Era Patrimonio Mundial. Una furgoneta amarilla nos llevó a través de
pistas de gravilla. Atravesamos el río Toa y vimos el mar Caribe entre
cocoteros.
Tardamos una hora
y media en llegar al Balcón de Iberia, el punto de partida de la
excursión, una caminata de 7km por senderos, ascendiendo unos 400m. El tramo
inicial fue el más costoso por la subida y el calor. Pero íbamos con el guía
del parque e hicimos paradas para que Pedro nos explicase la flora y la fauna.
Vimos orquídeas, bromelias y plantas que vivían en simbiosis con sus parásitos.
Había lianas y árboles de raíces extendidas entre la hojarasca. Era un bosque húmedo tropical. Pedro comentó que Baracoa era la zona de Cuba con más lluvias, y que en aquel bosque en algún momento u otro llovía casi cada día.
Encontramos un
alacrán grande, varios lagartos verdosos camuflados entre las hojas, una oruga
tipo ciempiés gorda como una salchicha, una rana diminuta de 8mm y varios tipos
de aves: halcones o gavilanes y colibrís inquietos que no se dejaban
fotografiar.
Nos refrescamos
con un baño delicioso en el río Santa María, entre la verde vegetación.
Caminamos por el lecho pedregoso hasta una pequeña cascada. En el río hicimos
picnic y tomamos sándwiches de jamón, queso y atún, con plátano frito.
Luego nos bañamos en el mar, en la magnífica y tranquila Playa Maguana. Era preciosa, con cocoteros y el agua con franjas verde azuladas transparentes. Nos instalamos con el pareo bajo la sombra de una palmera y fuimos dándonos baños hasta que llegó la hora de irse. Regresamos contentos y muy satisfechos con la excursión al Parque Humboldt. Era una zona de Cuba que pocos turistas frecuentaban, pero que merecía mucho la pena.