Otro día cogimos un barco desde la capital Fort-de-France hasta Les Trois Ilets. El barco nos dejó en Pointe du Bout. Fue la playa que más nos gustó, con palmeras en torno a varias piscinas naturales protegidas por rocas negras, y con ambiente local. Familias con niños se bañaban en sus tranquilas y azules aguas.
sábado, 10 de diciembre de 2022
LAS PLAYAS DE MARTINICA
jueves, 8 de septiembre de 2022
SAPANTA Y EL CEMENTERIO ALEGRE
Sapanta era
un pequeño y tranquilo pueblo de Rumanía, junto al río Tisza, en la región de los Maramures.
Tenía casas tradicionales de madera con tejados triangulares, a dos aguas. Caminamos
por las afueras y vimos caballos cerca del río, rebaños de ovejas, pajares y
verdes campos.
El Cementerio
Alegre era obra de Ion Stan Patras, un humilde tallista que en 1935
empezó a cincelar cruces de madera para señalar las tumbas del viejo cementerio
de la Iglesia. Las pintó de azul, el color tradicional de la esperanza y la
libertad, y en la parte superior de las lápidas inscribió ingeniosos
epitafios, con sentido del humor e ironía.
El carpintero talló unas 700 cruces. En cada cruz los muertos contaban su historia y oficio a los vivos. El texto en primera persona explicaba lo mucho que trabajaron en la vida, los hijos que tuvieron y la edad en que fallecieron. Utilizamos el Google Lens para traducir el texto del rumano.
En imágenes había pastores que cuidaban las ovejas, tejedoras con sus telares, profesoras con sus pizarras y alumnos, médicos, veterinarios, policías, militares, agricultores, cocineras, mineros, campesinos con tractores…todas las profesiones tradicionales. Un lugar especial, original y simpático. El interior de la Iglesia del cementerio era bonito, con coloridos murales y sillería tallada.
Como curiosidad vimos las lavadoras públicas en el río, hechas con tablillas de madera, aprovechando la fuerza de los remolinos del agua. Las utilizaban especialmente para lavar las grandes alfombras y ropa de lana.
Por la tarde fuimos caminando por el bosque hasta el cercano Monasterio Peri-Sagasta. Tenía tres estructuras: una Iglesia con tejadillo puntiagudo, típica de los Maramures, una construcción circular y el Monasterio de cuatro pisos con tejado de tablillas.
La Iglesia estaba abierta en la parte subterránea. Allí había un monje ortodoxo que entabló conversación con nosotros. Adivinó que éramos de Barcelona. Nos habló de Gaudí y preguntó si estaba acabada la Sagrada Familia. Comentó que había poco turismo y poca natalidad en Rumanía. Dijo que en el Monasterio vivían cuatro monjes, y que eran necesarios para mantener la espiritualidad en tiempos de pandemia. Un monje afable y parlanchín. El Monasterio Peri-Sagasta desprendía serenidad y belleza. Otro lugar de interés del pueblo de Sapanta.
domingo, 13 de febrero de 2022
SAN JUAN CHAMULA
Desde Sancris
cogimos una combi o colectivo, las furgonetas compartidas, que por unos pocos pesos nos
llevó hasta San Juan Chamula. Estaba a solo 10km de distancia y tardamos media
hora. Fuimos un domingo, el día de mercado cuando se montaban los puestos en la
plaza.
Los hombres llevaban anchas túnicas de lana negra de borrego para protegerse del frío y la lluvia, y las mujeres vestían faldas largas de lana negra con chales de colores. Pero me llamó la atención que las mujeres usaban chanclas y sandalias, y algunas iban descalzas. Le pedí permiso a una de ellas para fotografiar sus bonitas sandalias de cuero, con adornos de plata y ámbar.
Lo más impactante
fue el Templo de San Juan, una iglesia blanca con el arco de entrada
pintado de verde y azul, y decorado con aspas, estrellas y círculos El interior era oscuro, sin bancos y con el suelo
cubierto de pinaza. Estaba repleto de parpadeantes velas con devotos
arrodillados, entre el humo del incienso de copal. Alrededor había
imágenes de santos con vestiduras sagradas, encerrados en vitrinas y venerados
por grupos de fieles que rezaban ante ellos. En el altar principal estaba San
Juan Bautista, al que los chamulas veneraban por encima de Jesucristo.
Leímos que podía haber curanderos que canturreaban mientras frotaban el cuerpo de los pacientes con huevo o huesos. Eso no lo vimos, pero sí como una mujer restregaba un ramo de hojas sobre la cabeza y los hombros de otra mujer, para limpiar las energías malignas, al estilo chamánico.
Otros hombres oraban en dialecto indígena y ofrecían velas pagadas por los fieles. Vimos un hombre con la túnica de lana de borrego blanca y con un pañuelo blanco en la cabeza. Le pregunté cual era su función y dijo ser un mayordomo de Santa Rosa. Había otros mayordomos e Guadalupe; eran como cofradías o hermandades, que se agrupaban de pie junto a sus imágenes. Los otros fieles estaban arrodillados o sentados.
Fue un espectáculo ancestral e hipnótico, una ceremonia indígena con siglos de tradición y una atmósfera muy especial. No era un templo habitual y nos sentimos muy privilegiados de poder contemplar aquellas escenas.
viernes, 17 de mayo de 2019
BERAT Y LAS MIL VENTANAS
Estaba situada junto a un meandro del rio Osuma. Considerada Patrimonio de la Humanidad, con su Castillo y sus casas escalonadas en la colina, entre la verde vegetación, era una de las ciudades más bonitas de Albania.
A un lado del río estaba el barrio Mangalem, tradicionalmente musulmán, y al otro el barrio Gorica, cristiano. En Mangalem estaba la Mezquita del Sultán, una de las más antiguas de Albania, en restauración. Callejeamos y visitamos el Museo Etnográfico, una casona de piedra del s. XVIII con dos plantas y balcón de madera. El piso superior era la residencia de la familia. La habitación para recibir visitas tenía divanes otomanos, mesas bajas, braseros, chimenea, palmatorias. La habitación del taller mostraba dos telares, ruecas, huso, plancha de hierro, ovillos, tejidos. La cocina era el centro de la casa, con una claraboya en el techo, balanza, chimenea, piedra de moler, sartenes y morteros, entre otros objetos. La parte baja y porche de la casa eran para el ganado y almacén de productos (olivas, aceite, cereales).
Cruzamos al barrio Gorica, donde estaba el Monasterio Spiridon rodeado de cipreses, con frescos originales bastante deteriorados, iconos y un iconostasio restaurado. Recorrimos el barrio paseando sus estrechos callejones blanqueados, con parras.