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viernes, 8 de mayo de 2009

EL BAÑO DE CLEOPATRA Y EL FUTURO

 
 
 

Imaginaos el baño de Cleopatra: una gran piscina de piedra circular con agua cristalina de manantial, rodeada de palmeras que se reflejan en la verde superficie.
Llegamos hasta allí en taxi-burro, un carromato cubierto con un toldillo y asientos laterales, desde el oasis de Siwa. No podía negarse que era un transporte tranquilo y ecológico.

Y en aquella agua verdosa y fresca me sumergí, sintiendo la caricia de las algas que crecían en el fondo. Fuera leyenda o no, el lugar era un rincón idílico, digno de una reina.

Pero Cleopatra, la soberana que intentó afirmar la independencia de Egipto ante Roma, representa el pasado. Creí ver el presente y el futuro en todas aquellas estudiantes reunidas en la explanada ante la Biblioteca de Alejandría. Y aunque la tradición del velo negro se mantenga, es una pincelada en el presente. El futuro de Egipto se viste de colores claros. Ellas son el futuro.


 
 
 
©Copyright 2015 Nuria Millet Gallego


jueves, 19 de mayo de 2005

BUCEO EN LOS ROQUES















En Los Roques nos apuntamos a una excursión en barca a la zona más lejana al arrecife de coral de las islas, Boca de Cote. Se tardaba unos cincuenta minutos en llegar. El mar tenía unas tonalidades turquesas preciosas. Parecía tranquilo al principio, pero había mucha brisa y se formó fuerte oleaje. La barca cabalgaba las olas que golpeaban el casco, la proa se levantaba con la velocidad y recibíamos constantemente una ducha de agua salada.

Hicimos snorkel, el buceo con tubo y vimos corales en forma de laberintos, arborescentes o cilindros verdes. Los peces también eran de gran variedad: amarillos con rayas grises, azul eléctrico, negros, plateados, cebras, arcoiris, tigres…azul claro con los labios rosas o blancos y peces alargados con el morro en forma de espátula. Algunos estaban agrupados en grupos de diez o más, bajo el saliente de algún coral y se quedaban inmóviles, dejándose mecer por la corriente. Donde había corales la profundidad era poca, pero llegaba un momento en que la pared de coral acababa, el color del agua cambiaba y se abría una profundidad vertical.



Paramos en un palafito abandonado, habitado por pelicanos y otras aves que descansaban en las maderas del embarcadero. Junto a él había un banco de arena con un islote blanco formado por grandes caracolas.

Luego el barquero nos dejó en la Isla Crasquí. Todas las islas tenían nombres terminados en “quí” que venía de la palabra inglesa “Key”, cayo en castellano. Allí hicimos otra inmersión fantástica y encontramos más peces de lo que esperábamos.

Otro día fuimos a la Isla Francisquí, más cercana. La zona para hacer snorkel se llamaba La Piscina, porque quedaba protegida por una barrera de coral bien visible, donde rompían las olas. Nadar entre los peces y corales, rodeados del silencio marino, fue una de los grandes experiencias del viaje por Venezuela.