La barca de unos pescadores nos llevó hasta unas boyas, no muy alejadas de la costa. Las vimos nadando en la superficie. El barquero les tiró pescado troceado y aparecieron un grupo de cinco o seis tortugas grandes nadando junto a la barca.
jueves, 23 de noviembre de 2023
NADANDO ENTRE TORTUGAS EN CABO VERDE
jueves, 2 de febrero de 2017
LA ISLA MOUCHA
martes, 21 de abril de 2015
LAS ISLAS CORALINAS SAN BERNARDO Y DEL ROSARIO
En el Mar Caribe nos esperaban las Islas San Bernardo, un Archipiélago formado por diez islas: Boquerón, Cabruna, Palma, Mangle, Panda, Tintipán, Múcura, Ceycén, Santa Cruz del Islote, y Maravillas, que desapareció por la erosión marina.
Estaban rodeadas
de arrecifes de coral, en los que el color del mar fluctúa entre el turquesa y
el violeta. La zona había sido declarada Parque Nacional Natural de Corales del
Rosario y San Bernardo.
Desde Tolú cogimos
una barca a las Islas San Bernardo, navegando por las aguas tranquilas del Golfo
de Morrosquillo. En la punta del Golfo estaba la Isla Boquerón, y más allá
la Isla Cabrera.
Paramos en la Isla
Múcura, repleta de altas palmeras y manglares. Nos instalamos en una
cabaña frente al mar y nos dimos un baño en las aguas transparentes. Luego
recorrimos el interior de la isla y atravesamos el pequeño pueblo con casas de
colores y un par de tiendas básicas. Los niños jugaban libres, empujando una
carretilla donde se montaban apiñados.
En la Isla de Palma había un Acuario, bastante peculiar. Bajamos a curiosear y recorrimos un sendero de arena paralelo al mar, entre manglares. En grandes diques había varios tiburones, róbalos y un delfín que asomó el morro. Nos adentramos en el manglar y allí había un zoo rústico natural con monos, cocodrilos, loros, tucanes, un búfalo y un grupo de flamencos en una laguna.
Al final del
recorrido estaba el Acuario que mostraba, a través de ventanales,
langostas, tortugas marinas nadando, pez globo, estrellas de mar o tiburones.
Otro día fuimos al Archipiélago
de Islas del Rosario estaba formado por 27 pequeñas islas, entre ellas
varios islotes diminutos rodeados de arrecifes de coral. Estaban a 35km de
Cartagena de Indias. Fuimos al muelle turístico La Bodeguita, desde donde
partían varios tipos de barco. Cogimos una lancha rápida con menos gente. En la
bahía se podía ver el sky-line e rascacielos de la parte moderna de Cartagena.
Nos alojamos en la
Isla Barú, donde estaba Playa Blanca, la playa más grande de las
islas. Era larga, con arena blanca y restos de corales pulidos por el mar.
Tenía árboles y algunas palmeras aisladas. Mujeres negras o mulatas ofrecían
fruta y masajes. Dormimos en las cabañas del Hotel El Personaje, junto al mar. No
tenían luz, utilizamos velas, y el baño era de cacitos. Estaban al cuidado de
Orlando, un cincuentón de pelo canoso, flaco, tostado y fibroso, que no paraba
de contar historias, todo un personaje. La mayoría de la gente no dormía allí,
solo pasaban el día y regresaban a Cartagena. Para nosotros fue un oasis de
tranquilidad. Nada más despertar vimos el mar desde nuestra cabaña y desayunamos
ensalada de frutas recién cortadas.
En Isla Grande
hicimos buceo con tubo o careteo, como lo llaman los colombianos, término
que nos gusta más que el anglicismo snorkel. Desde la superficie ya se
apreciaban los corales. Al sumergirnos vimos corales ramificados, en forma de
cerebro, de colores mostaza, verde, liloso, ocres…Vimos un grupo de unos veinte
peces apiñados ente corales, dejándose mecer por el oleaje. Había peces azul eléctrico,
multicolores con verdes y amarillos, otros con las escamas rosa y gris, como un
mosaico.
El mar parecía una
piscina con tonos verdes. Un chico nos mostró una estrella de mar dorada que
había cogido en la orilla, luego la devolvió al agua. El tiempo nos pasó
volando entre paseos y baños.
domingo, 7 de abril de 2013
BUCEANDO EN EL ÍNDICO
lunes, 24 de octubre de 2005
BUCEO EN LOS ROQUES
En Los Roques nos apuntamos a una
excursión en barca a la zona más lejana al arrecife de coral de las islas, Boca
de Cote. Se tardaba unos cincuenta minutos en llegar. El mar tenía unas
tonalidades turquesas preciosas. Parecía tranquilo al principio, pero había
mucha brisa y se formó fuerte oleaje. La barca cabalgaba las olas que golpeaban
el casco, la proa se levantaba con la velocidad y recibíamos constantemente una
ducha de agua salada.
Hicimos snorkel, el buceo con tubo y vimos corales
en forma de laberintos, arborescentes o cilindros verdes.
Los peces también eran de gran variedad: amarillos con rayas grises, azul eléctrico,
negros, plateados, cebras, arcoiris, tigres…azul claro con los labios rosas o blancos y peces
alargados con el morro en forma de espátula. Algunos estaban agrupados en
grupos de diez o más, bajo el saliente de algún coral y se quedaban inmóviles,
dejándose mecer por la corriente. Donde había corales la profundidad era poca,
pero llegaba un momento en que la pared de coral acababa, el color del agua cambiaba
y se abría una profundidad vertical.
Paramos en un palafito abandonado,
habitado por pelicanos y otras aves que descansaban en las maderas del
embarcadero. Junto a él había un banco de arena con un islote blanco formado
por grandes caracolas.
Luego el barquero nos dejó en la Isla Crasquí. Todas las islas tenían nombres terminados en “quí” que venía de la palabra inglesa “Key”, cayo en castellano. Allí hicimos otra inmersión fantástica y encontramos más peces de lo que esperábamos.
Otro día fuimos a la Isla Francisquí,
más cercana. La zona para hacer snorkel se llamaba La Piscina, porque quedaba
protegida por una barrera de coral bien visible, donde rompían las olas.