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miércoles, 18 de septiembre de 2013

BRINDIS EN GEORGIA


 
Un pequeño pueblo de tejadillos rojos y casas bajas, entre viñedos y altos cipreses. Podría ser la Toscana, pero estábamos en el Cáucaso, en Georgia. De Sinaghi decían que era la población más bonita de la región vinícola de Kakheti. Estaba repleta de arquitectura de los s. XVIII-XIX con aire italiano y conservaba restos de su antigua muralla. Las casas tenían balcones de madera labrada que formaban filigranas, eran como encajes de carpintería.
 




La zona estaba llena de bodegas que ofrecían degustación de vinos. Hasta los monjes tenían tradición de elaborar vino en las bodegas de sus monasterios, como la famosa Catedral de Alaverdi. Fue construida en el s. XI y con sus 50m. de altura fue la construcción más alta en Georgia durante milenios.  Todavía era el principal centro espiritual de la región de Kakheti. Estaba amurallada y rodeada de vides, pero las bodegas del monasterio no podían visitarse.





El vino fermentaba en los llamados qvevri, recipientes de arcilla subterráneos que podían alcanzar los tres metros de profundidad y almacenar el equivalente a 1300 botellas de vino. Como fuimos en la época de la vendimia tuvimos oportunidad de ver los viñedos repletos de racimos, y el pisado de las uvas en un tronco vaciado. Recogimos en una copa el primer mosto, de un fuerte sabor dulzón.


© Copyright 2014 Nuria Millet Gallego



miércoles, 9 de mayo de 2007

LAS BODEGAS DE BULGARIA




Melnik era el pueblo más pequeño de Bulgaria, con 300 habitantes, conocido por los vinos de la región. Además era una reserva arquitectónica y una auténtica ciudad museo. Era un bonito pueblo con una calle principal con casas a ambos lados del río, y unas pocas calles subiendo las colinas. La base de las casas estaba construida con piedra arenisca dorada y las plantas superiores estaban pintadas de blanco con balcones y marcos de ventanas de madera oscura. Los balcones estaban sostenidos por largas vigas de madera oblicuas, a modo de travesaños. Y los tejados eran de tejas rojas.

El entorno también era bonito, muy verde y rodeado de unos peñascos angulosos y picudos de piedra arenisca. Decían que esas formaciones naturales le daban un carácter daliniano.

 
Fuimos a visitar la Casa Kordopulov, la mansión de un mercader de vinos, construida en 1754, y restaurada al estilo del s.XIX. Era una casa enorme de altos techos de madera tallada, con vidrieras de colores y decorada con tejidos tradicionales búlgaros de gran colorido. Había una gran sala con alfombras y asientos bajos con cojines alrededor, que recordaba el estilo turco. Las fronteras de Turquía y Grecia estaban próximas, y se notaba la influencia del periodo de dominación turco, durante más de cuatro siglos. La casa tenía una bodega con túneles excavados a lo largo de 180 metros que recorrimos entre grandes toneles.




Después visitamos las Bodegas Mitkno, donde degustamos un vino envejecido en tonel de cedro. Lo acompañamos de tortas con queso fresco, olivas negras, miel y mermelada de higos. El bodeguero nos explicó que la madera de cedro y de castaño, cuyos nombres conocía en castellano, era la mejor para criar el vino. Por la noche cenamos en una vieja taberna a la luz de las velas y volvimos a degustar los caldos búlgaros. Un placer más del viaje por Bulgaria.

© Copyright 2007 Nuria Millet Gallego