Un pequeño pueblo de
tejadillos rojos y casas bajas, entre viñedos y altos cipreses. Podría ser la
Toscana, pero estábamos en el Cáucaso, en Georgia. De Sinaghi decían que era la población más bonita de la región vinícola de Kakheti. Estaba
repleta de arquitectura de los s. XVIII-XIX con aire italiano y conservaba
restos de su antigua muralla. Las casas tenían balcones de madera labrada que
formaban filigranas, eran como encajes de carpintería.
La zona estaba llena de
bodegas que ofrecían degustación de
vinos. Hasta los monjes tenían tradición de elaborar vino en las bodegas de sus
monasterios, como la famosa Catedral de
Alaverdi. Fue construida en el s. XI y con sus 50m. de altura fue la
construcción más alta en Georgia durante milenios. Todavía era el principal centro espiritual de
la región de Kakheti. Estaba amurallada y rodeada de vides, pero las bodegas
del monasterio no podían visitarse.
El vino fermentaba en
los llamados qvevri, recipientes de
arcilla subterráneos que podían alcanzar los tres metros de profundidad y
almacenar el equivalente a 1300 botellas de vino. Como fuimos en la época de la
vendimia tuvimos oportunidad de ver los viñedos repletos de racimos, y el
pisado de las uvas en un tronco vaciado. Recogimos en una copa el primer mosto,
de un fuerte sabor dulzón.
© Copyright 2014
Nuria Millet Gallego
No hay comentarios:
Publicar un comentario