El trayecto de Transiberiano
de Irkutsk a Ulán Udé fue de ocho horas, el tramo más corto que hicimos.
Fuimos en un compartimento con una pareja joven de rusos. Ellos desayunaron
patatas cocidas con pepinillos que llevaban en un táper. Luego tomaron
chocolatinas y nos ofrecieron. Nosotros tomamos té negro servido en las tazas
con soporte de plata labrada que llevan el vaso en su interior.
El paisaje era
bosque de taiga con bastantes isbas, las cabañas de madera triangulares. De
repente vimos el Lago Baikal, las vías pasaban bastante cercanas a la orilla.
Vimos más isbas y algunas playas con algunas tiendas de acampada. En la
estación de tren se exhibían varias locomotoras antiguas de vapor.
Ulan Udé era la capital de la República Buriatia. Era una de las ciudades de Siberia más agradable y exótica, con cultura Mongol-Budista. La ciudad se fundó como un fuerte cosaco en 1666, y prosperó como la parada principal de las caravanas de la ruta del té hacía China. Era un puerto fluvial en la confluencia de los ríos Udá y Selagá, la base para explorar el este del Lago Baikal y una introducción a Mongolia.
La calle
peatonal Ulitsa Lenina tenía edificios bajos de dos plantas, ancha y
adornada con muchas flores coloridas. Había una banda de seis músicos mayores
con trompetas y tambores. Por la calle había puestos de helados y las familias
paseaban con niños. Llegamos hasta la Plaza Sovdov, donde estaba el Teatro
de la Ópera, un edificio grande y clásico, de estilo soviético. Había una
fuente y una escultura con una gran cabeza de Lenin, de 7,7m de altura,
la mayor de Rusia. Un grupo de militares se fotografiaba ante ella.
También había casas tradicionales de madera, con ventanas decoradas con filigranas de carpintería.
Vimos la bonita Catedral
Odigitria, blanca y con cúpulas azules rematadas en dorado. Había sido
destruida por los bolcheviques y luego reconstruida. Los muros blancos del
interior se veían desnudos, faltaba la decoración bizantina. Junto a la
Catedral estaba la calle Ulitsa Sobernaya, con varias casas de piedra
restauradas. Al final de la calle estaba el edificio de la NKVD, la temida policía
secreta de Stalin. Tenía dos plantas y podía pasar desapercibido entre los
otros. Pero sabíamos del sufrimiento y las atrocidades que tuvieron lugar allí.
Solo una placa en la fachada indicaba que había sido la Gendarmería. Al girar
la calle había un monumento de una madre y un hijo, dedicado a las víctimas.
En la plaza de la Ópera había una celebración con grupos de danzarinas con vestidos tradicionales, sombreros picudos y pañuelos de seda azul. Bailaban de forma elegante ofreciendo los pañuelos.
El Monasterio
Budista Datsan Ivolginsky estaba a 35km de Ulán Udé. Fue construido en
agradecimiento de Stalin a los buriatos por sus sacrificios durante la II Guerra
Mundial. Era un complejo de dos templos principales y alrededor numerosos
pabellones y casas donde vivían los monjes. El templo principal era bonito
con varios tejadillos y en el centro la figura típica budista de los dos
ciervos mirando la rueda Dharma, de ocho radios. La rueda Dharma o Dharma
Chakra era el símbolo más antiguo del Budismo. Chakra significa rueda y Dharma
es el nombre que reciben las enseñanzas de Buda.
El interior nos
gustó mucho, tenía la decoración budista habitual: estatuillas de mantequilla
de colores, asientos centrales para los monjes con mesitas con sus libros de
oraciones y cuencos de té, tambores, parasoles naranjas, estatuas de Buda de
bronce dorado en diferentes tamaños y las telas colgantes de colores. En las
urnas de donación habían billetes chinos y de Mongolia, el turismo mayoritario.
Vimos peregrinos hombres y mujeres vestidos con el deel, las túnicas tradicionales
de Mongolia, de telas brillantes de colores con dibujos geométricos. Los
hombres llevaban sombrero, y recorrían el recinto con las manos cogidas en la
espalda.
Todos recorrimos el recinto en el sentido de las agujas del reloj, y dimos vueltas a las ruedas de oración de latón dorado y madera. Había incensarios y la figura de un tigre custodiando la entrada. En otro de los pabellones un grupo caminaba con los ojos cerrados hasta la piedra sagrada, la tocaban y rezaban. En uno de los pabellones, un grupo caminaba con los ojos cerrados hasta la piedra sagrada, la tocaban y rezaban. Entramos en varios pabellones fijándonos en los detalles de la decoración y escuchando los rezos de los monjes.