lunes, 26 de mayo de 2025
LA FIESTA EN LA ALDEA
lunes, 20 de febrero de 2023
LA FIESTA EN EL CASTILLO OTOMANO
Jizán (o Jazán) era
una ciudad a orillas del Mar Rojo, en el extremo
suroeste de Arabia Saudí. Estaba a 1.145km de Riad. Llegamos en avión, en un
trayecto de 1h 45. Fue el único avión interno que cogimos en el viaje por el país; el
resto lo hicimos con los autobuses de la compañía estatal SAPTCO. La guía de la
Lonely Planet le dedicaba unas pocas líneas.
Su mayor atractivo era el Castillo Otomano, en una colina. La luz del atardecer teñía de dorado sus grandes torreones y almenas. Lo encontramos lleno de gente, con ambiente festivo. Ensayaban para la fiesta del Día Fundacional de Arabia Saudí, aniversario de su fundación como Estado, el 22 de febrero de 1727. En esa fecha fue cuando el imán Mohamed bin Saud comenzó a gobernar en la ciudad de Al Diriyah, en el oeste de los que hoy es Riad, para después ir expandiendo su reino por la península arábiga. Aunque el Día Nacional se celebraba el 23 de septiembre.
En el patio había
una jaima con alfombras y telas con coloridos estampados. Unas mujeres
estaban ataviadas con sus mejores galas, maquilladas y adornadas con joyas de
oro. Siguiendo la tradición ocultaban su rostro y solo mostraban sus bonitos
ojos. Les pedimos permiso para fotografiarlas y accedieron sonriendo, con sus miradas
expresivas.
Había un grupo de niños con túnicas blancas y otro grupo de niñas y mujeres con abayas negras. Desfilaron ordenadamente y ensayaron su ceremonia con la música de los altavoces. Revolucionamos un poco el ambiente y grupos de adolescentes venían a preguntarnos de donde éramos entre risas y a pedirnos fotos.
Al salir del castillo fuimos al Farasan Island Ticket Center, una pequeña oficina donde reservamos los billetes gratuitos de Ferry para ir a las cercanas Islas Farasán, a 40km de la costa árabe. Teníamos curiosidad por conocerlas. Luego paseamos por La Corniche. Tenía un parque con una noria, a orillas del Mar Rojo. Las familias se sentaban en alfombras en el suelo, tomando té, haciendo pequeños picnics y contemplando el horizonte.
viernes, 13 de marzo de 2020
EL CARNAVAL DE LA VEGA
© Copyright 2020 Nuria Millet Gallego
viernes, 1 de septiembre de 2017
LIBREVILLE Y LA BODA EN LA PLAYA
Libreville, la capital de Gabón, se extendía a lo largo de 15km de la costa del Océano Atlántico. Fue fundada por esclavos liberados por las autoridades francesas de un navío brasileño. Su nombre significaba “ciudad libre” en francés.
Al principio al del
viaje nos alojamos en el céntrico barrio Louis, y al final en el Hotel Tropicana,
de construcción blanca, y situado en la playa entre un gran palmeral. El
aeropuerto estaba cercano. Las playas del estuario tenían altas palmeras
y arena dorada. Se veían algunas canoas hechas de troncos de árbol vaciados.
Los niños jugaban y se bañaban, y su piel parecía barnizada por el agua y la
luz del atardecer. En la playa había grandes troncos secos varados en la arena;
los gaboneses que paseaban por allí los utilizaban para sentarse a contemplar
el mar y así lo hicimos.
Al atardecer encontramos una boda en la playa. Una multitud se arremolinaba en grupos. La novia llevaba vestido blanco y el novio traje gris. Las mujeres llevaban sus mejores galas, vestidos de estampados coloridos, con la pañoleta o turbante en la cabeza a juego.
Unos chicos
tocaban tambores y había mucho ambiente. Les pedí permiso a las mujeres para
fotografiarlas, y todas sonreían y posaban orgullosas. Las niñas llevaban
peinados fantasiosos de trencitas. Aquellas escenas de gran colorido y
animación fueron una buena despedida de nuestro viaje a Gabón.
Vimos la Catedral de Saint-Marie de 1958. Nos gustó más la Iglesia de Saint Michel de Nkombo, que tenía columnas de madera labradas con figuras bíblicas y leyendas africanas, y un mural pintado en la entrada. Todo hecho por el artista Zéphirin Lendogno en 1949. Lo que más nos gustó fue su ambiente. Como era domingo había muchas personas reunidas sentadas en los bancos de la entrada, entre columnas. La mayoría eran mujeres que lucían sus coloridos vestidos y pañuelos estampados. Aquellas escenas de gran colorido y animación, como las de la boda en la playa, fueron una buena despedida de nuestro viaje a Gabón.