Hay muchos motivos para viajar a República Dominicana, además de por sus
fantásticas playas. Uno de ellos es el Carnaval. Nos recomendaron el Carnaval de La Vega. Y allí fuimos, estaba a sólo dos horas de guagua desde Santo Domingo. Fue un espectáculo
magnífico y lleno de colorido. Merecía su fama. Los trajes eran muy
imaginativos, originales y llenos de fantasía.
La calle estaba preparada con vallas
para el público a ambos lados y carpas con música de merengue y bachata a todo
volumen. Las carpas de música estaban situadas en las intersecciones de las
calles, así que el truco era colocarse en medio, si no querías volverte sordo. Desfilaron
más de sesenta comparsas con gran variedad de trajes. Algunos recordaban al
Carnaval de Venecia, con trajes blancos y dorados y máscaras sofisticadas. Nos
sorprendió que los trajes fueran tan recargados y pesados, debían ser muy
calurosos, y no era lo mejor para un ambiente tropical con temperaturas
alrededor de 30º. Todos eran un derroche de colores: naranjas, rojos, rosas,
azules, violetas, verdes, granates, amarillos…Algunos parecían mariposas con
las alas extendidas. Cuando posaban para el público abrían los brazos y el
traje se mostraba en todo su esplendor.
Algunos iban disfrazados por libre como
un obispo con el manto violeta o unos bosquímanos con el cuerpo cubierto de
barro ocre amarillento, o un Freddy Krueger. Otros llevaban caretas blancas de
Anonymus, y todas las máscaras eran muy sofisticadas y elaboradas. Sólo pasó
una carroza con decoración selvática de hojas verdes, con las reinas del
Carnaval, una niña y una jovencita dominicana, las dos muy guapas.
Había mucho
ambiente, aunque apenas vimos turistas occidentales. Los que desfilaban posaban
y hacían bromas al público. Los que llamaban Diablos Cojuelos llevaban
una vejiga forrada de tela y con ella golpeaban con fuerza los traseros que
pillaban, especialmente los de las mujeres. Era una forma de bromear de los
chicos, como los zurriagazos.
Al final del desfile las comparsas
estaban extenuadas con el calor. Se sacaban las máscaras y bebían agua,
mostrando sus caras sudorosas. Algunos llevaban pequeñas mochilas en la
espalda, bajo el disfraz, y sorbían del tubo. Nosotros estábamos asados de
calor, así que ellos con toda aquella ropa…Después de varias horas finalizó.
Fue un espectáculo multicolor que nos mantuvo absortos. Imaginación,
originalidad y fantasía, eso fue el Carnaval de La Vega.
© Copyright 2020 Nuria Millet
Gallego