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jueves, 23 de agosto de 2018

TRANSIBERIANO 6. ULÁN UDÉ

El trayecto de Transiberiano de Irkutsk a Ulán Udé fue de ocho horas, el tramo más corto que hicimos. Fuimos en un compartimento con una pareja joven de rusos. Ellos desayunaron patatas cocidas con pepinillos que llevaban en un táper. Luego tomaron chocolatinas y nos ofrecieron. Nosotros tomamos té negro servido en las tazas con soporte de plata labrada que llevan el vaso en su interior. 

El paisaje era bosque de taiga con bastantes isbas, las cabañas de madera triangulares. De repente vimos el Lago Baikal, las vías pasaban bastante cercanas a la orilla. Vimos más isbas y algunas playas con algunas tiendas de acampada. En la estación de tren se exhibían varias locomotoras antiguas de vapor.

 


Ulan Udé era la capital de la República Buriatia. Era una de las ciudades de Siberia más agradable y exótica, con cultura Mongol-Budista. La ciudad se fundó como un fuerte cosaco en 1666, y prosperó como la parada principal de las caravanas de la ruta del té hacía China. Era un puerto fluvial en la confluencia de los ríos Udá y Selagá, la base para explorar el este del Lago Baikal y una introducción a Mongolia.

La calle peatonal Ulitsa Lenina tenía edificios bajos de dos plantas, ancha y adornada con muchas flores coloridas. Había una banda de seis músicos mayores con trompetas y tambores. Por la calle había puestos de helados y las familias paseaban con niños. Llegamos hasta la Plaza Sovdov, donde estaba el Teatro de la Ópera, un edificio grande y clásico, de estilo soviético. Había una fuente y una escultura con una gran cabeza de Lenin, de 7,7m de altura, la mayor de Rusia. Un grupo de militares se fotografiaba ante ella.





También había casas tradicionales de madera, con ventanas decoradas con filigranas de carpintería.


Vimos la bonita Catedral Odigitria, blanca y con cúpulas azules rematadas en dorado. Había sido destruida por los bolcheviques y luego reconstruida. Los muros blancos del interior se veían desnudos, faltaba la decoración bizantina. Junto a la Catedral estaba la calle Ulitsa Sobernaya, con varias casas de piedra restauradas. Al final de la calle estaba el edificio de la NKVD, la temida policía secreta de Stalin. Tenía dos plantas y podía pasar desapercibido entre los otros. Pero sabíamos del sufrimiento y las atrocidades que tuvieron lugar allí. Solo una placa en la fachada indicaba que había sido la Gendarmería. Al girar la calle había un monumento de una madre y un hijo, dedicado a las víctimas. 




En la plaza de la Ópera había una celebración con grupos de danzarinas con vestidos tradicionales, sombreros picudos y pañuelos de seda azul. Bailaban de forma elegante ofreciendo los pañuelos.





El Monasterio Budista Datsan Ivolginsky estaba a 35km de Ulán Udé. Fue construido en agradecimiento de Stalin a los buriatos por sus sacrificios durante la II Guerra Mundial. Era un complejo de dos templos principales y alrededor numerosos pabellones y casas donde vivían los monjes. El templo principal era bonito con varios tejadillos y en el centro la figura típica budista de los dos ciervos mirando la rueda Dharma, de ocho radios. La rueda Dharma o Dharma Chakra era el símbolo más antiguo del Budismo. Chakra significa rueda y Dharma es el nombre que reciben las enseñanzas de Buda.



El interior nos gustó mucho, tenía la decoración budista habitual: estatuillas de mantequilla de colores, asientos centrales para los monjes con mesitas con sus libros de oraciones y cuencos de té, tambores, parasoles naranjas, estatuas de Buda de bronce dorado en diferentes tamaños y las telas colgantes de colores. En las urnas de donación habían billetes chinos y de Mongolia, el turismo mayoritario. Vimos peregrinos hombres y mujeres vestidos con el deel, las túnicas tradicionales de Mongolia, de telas brillantes de colores con dibujos geométricos. Los hombres llevaban sombrero, y recorrían el recinto con las manos cogidas en la espalda. 


Todos recorrimos el recinto en el sentido de las agujas del reloj, y dimos vueltas a las ruedas de oración de latón dorado y madera. Había incensarios y la figura de un tigre custodiando la entrada. En otro de los pabellones un grupo caminaba con los ojos cerrados hasta la piedra sagrada, la tocaban y rezaban. En uno de los pabellones, un grupo caminaba con los ojos cerrados hasta la piedra sagrada, la tocaban y rezaban. Entramos en varios pabellones fijándonos en los detalles de la decoración y escuchando los rezos de los monjes.