lunes, 18 de abril de 2016

P.N. TOPES DE COLLANTES, LAGUNAS Y CASCADAS

Desde Trinidad hicimos una excursión al Parque Natural Topes de Collantes. Fuimos en un camión ruso con Andrés, un simpático guía. Subimos carreteras de montaña atravesando la Sierra de Escambray, con bosques de grandes árboles y palmeras. Paramos en un mirador y contemplamos el verde paisaje.  



El inicio de la ruta a pie fue el sendero del río Melodioso del Parque Guanayara. Andrés nos iba explicando curiosidades de las plantas. Por ejemplo, sobre las bromelias, que vimos creciendo sobre troncos y hasta sobre cables eléctricos. No entendíamos como podían obtener los nutrientes. La explicación era que las bromelias eran plantas carnívoras y atrapaban a los insectos que se acercaban a beber en sus hojas. 

Vimos tocororos, el ave nacional de Cuba, de color rojo, blanco y azul, los colores de la bandera. El nombre de tocororo era una onomatopeya de su canto. Uno estaba junto a su nido y posó para la fotografía.



Llegamos a la Poza El Venado, un paraíso en el río Melodioso, rodeada de vegetación. Cruzamos puentes construidos con un solo tronco y vimos la cascada que caía en la poza. El baño fue genial. El agua verdosa estaba transparente y fresca. Nos pusimos bajo los chorros de la cascada, nadamos y nos dejamos envolver por aquellas aguas limpias admirando el entorno.



Otro día fuimos a la Laguna Guanaraca desde Cienfuegos. Tras una breve caminata llegamos al embarcadero. Cogimos una barca pequeña con un barquero. La Laguna Guanaraca era de agua salina y estaba rodeada de manglares. Vimos flamencos y pelícanos. Nos acercamos a unos 50m de los flamencos rosas, que debían su color a su dieta de camarones. Si nos aproximábamos más volaban en desbandada.

Luego caminamos por un sendero hasta la Cascada El Nicho, en el río Habanilla. Era un rincón idílico, con los chorros de las cascadas cayendo entre rocas con musgo y la poza de aguas verdosas rodeada de vegetación. Nos dimos otro baño delicioso.


sábado, 16 de abril de 2016

LAS CALLES DE TRINIDAD

Trinidad era otra de las bonitas ciudades coloniales cubanas. Considerada un museo al aire libre y Patrimonio Mundial. Se fundó en el s.XVI y prosperó gracias a las enormes fortunas azucareras amasadas a principios del s. XIX en el Valle de los Ingenios. Sus calles adoquinadas tenían casas de planta baja de colores, con grandes ventanales con rejas y tejadillos de tejas rojas.

Era una ciudad tranquila y callejeamos por los alrededores. Los edificios de la Plaza Mayor eran más nobles, casonas y palacetes de dos plantas con balconadas. Uno era el Palacio Ortiz y otro el Museo de Arquitectura. Visitamos el Palacio Ortiz, construido por un español que fue alcalde de Trinidad. Conservaba frescos originales de 1820 en sus paredes y albergaba una Galería de Arte con pinturas de varios artistas.

En el Palacio Cantero estaba el Museo Municipal dedicado a la historia de la ciudad y su lucha por la independencia. En las diferentes salas de comedor, dormitorio y cocina exhibía mobiliario de la época, armarios, baúles, porcelanas, vajillas. Fue el museo que más nos gustó.





La torre amarilla de la Iglesia de la Santísima Trinidad sobresalía entre los tejadillos rojos. Subimos a la torre para contemplar las vistas de la ciudad, con tejados rojos entre palmeras. En el convento de la misma iglesia estaba el Museo de los Bandidos, que exhibía fotos mapas, armas y otros objetos relacionados con el combate contra las diversas bandas contrarrevolucionarias que operaban en la Sierra de Escambray entre 1960 y 1965.

Había fotos de los grupos guerrilleros con Fidel, el Che y Camilo Cienfuegos. Y objetos de los guerrilleros como cantimploras, prismáticos y hasta la hamaca donde durmió el Che.






La Casa Templo de Santería Yemayá estaba dedicada al orisha, el dios yoruba del mar. En la entrada tenía una muñeca negra vestida de blanco, como una santera, y un altar con otra figura negra con ropajes blancos y azules, y ofrendas.

Los restaurantes tenían encanto, casi todos con patios interiores con plantas y porches. Uno de ellos tenía una ceiba centenaria con un tronco enorme. Otro era una casa-museo, con mobiliario, vajillas y porcelanas antiguas.  Cenamos en el dormitorio, junto a una gran cama de matrimonio. En muchos restaurantes podía escucharse música en directo. La música era parte importante de la cultura cubana.

Las escaleras de la Casa de la Música estaban bordeadas de terrazas repletas de gente tomando algo y escuchando música. Por la noche había mucho ambiente.






Vimos las ruinas de la Iglesia de Santa Ana, que solo conservaba la fachada. Nos alojamos en la casa colonial de Marisela y Gustavo, que nos enamoró al verla. Fachada azul y blanca, con altos ventanales con rejas, techos altos, mobiliario antiguo con mecedoras y patio con plantas.



Otro día fuimos al barrio Tres Cruces, más popular. La gente estaba sentada en la puerta de sus casas, tomando el fresco. Nos saludaban y era fácil entablar conversación. Por las calles adoquinadas transitaban campesinos guajiros con sus caballos y se veían algunos coches antiguos.

Trinidad tenía otros atractivos, desde allí hicimos una excursión al Parque Natural de Topes de Collantes y a la Playa Ancón..





miércoles, 13 de abril de 2016

GUARDALAVACA Y OTRAS PLAYAS CUBANAS

 

Como resistirse a visitar un lugar llamado Guardalavaca. El nombre nos llamó la atención y fuimos para allá. Además leímos en la guía que Colón describió aquel tramo de la costa como el lugar más hermoso en el que se habían posado sus ojos, con playas tropicales, frondosas colinas verdes y arrecifes coralinos con abundante vida marina. Guardalavaca era más extenso que Varadero y menos aislado que Cayo Coco. 



El arrecife estaba a 200m de la costa y había 32 enclaves de buceo accesibles en barco, con grutas, pecios y formaciones coralinas. Una descripción atractiva.

La playa tenía arena blanca fina, palmeras, arbustos casuarinas y mar verde azul translúcido. Nos instalamos con el pareo a la sombra de uno de los arbustos de tronco retorcido. El baño refrescante en aquellas aguas transparentes fue una delicia. Había algunas familias cubanas bañándose y haciendo picnic bajo los árboles. En el pasado los cubanos no tenían permitida la entrada a Guardalavaca.

Al día siguiente fuimos a Playa Esmeralda y Playa Pesquero, que estaban adyacentes. Fuimos en guagua, el bus que conectaba las playas por 5 pesos. Playa Pesquero no era más bonita que Guardalavaca, y tenía más gente, más hamacas y más parasoles de cañizo. 

Playa Esmeralda nos enamoró. Sus aguas tenían ese color esmeralda o verde turquesa. Las familias hacían picnic instaladas bajo la sombra de los árboles, con sillas y tumbonas. Comían, bebían, dormían la siesta y pasaban el día allí.

Desde Camagüey fuimos a Playa Santa Lucía, otra de nuestras favoritas. Era una playa larga con algas. Nos dijeron que antes las limpiaban, pero ya no se hacía por motivos ecológicos. Cubría poco y en algunos lugares las algas dejaban un claro circular, como una piscina. Hicimos buceo con tubo en la zona de corales. Salimos en un pequeño catamarán.

El buceo en Playa Santa Lucía fue fantástico. Los peces más abundantes eran amarillos con franjas negras y verdes con la cola azul. Vimos estrellas de mar y corales. Había corales lilas ramificados o en abanico, corales de dedo, y corales con forma de cerebro o laberintos. Los corales amarillos de fuego recibían ese nombre porque al tocarlos producían una quemadura muy intensa.  





Al día siguiente fuimos a Playa los Cocos en una carreta de caballos. Era preciosa, con bastantes palmeras cocoteras. El mar era como una acuarela de tonos azules y verde transparente. Disfrutamos un montón del baño y descansamos en el pareo extendido a la sombra de una palmera. Al otro extremo se veía el Faro Colón en el Cabo Sabinal.

Pepito, el cochero, nos habló de una zona donde podía hacerse buceo sin barco, viendo peces y los restos de un barco naufragado. El pecio estaba a pocos metros de la costa, en una zona que no cubría. Fue una sorpresa descubrir un montón de peces arremolinado en torno al barco y sus oquedades. Había corales pegados al casco oxidado, y grupos de peces nadaban y se resguardaban entre sus hierros. Había peces grises con rayas amarillas horizontales, plateados y azules con la cola amarilla. No esperábamos tal cantidad de peces allí. Disfrutamos del buceo entre el barco hundido.



Otra zona de playas preciosas eran los Jardines del Rey y Los Cayos, islas conectadas por tierra por una calzada elevada sobre el mar de 24km. La zona era muy verde y exuberante. La calzada era una construcción sorprendente, muy recta y asfaltada, como un puente, la llamaban pedraplén, y apenas se elevaba un metro sobre el nivel del agua. La construyeron en 1984.

Había otros 20km hasta Cayo Guillermo. Su playa nos encantó, tenía un muelle de madera con pabellones de cañizo. Nos alojamos en un complejo de villas dispersas en un jardín, era la única posibilidad porque el alojamiento en casas particulares no estaba permitido en aquella zona. Playa Pilar estaba a 8km de Cayo Guillermo y tenía fama de ser la más bonita de la isla.


Pasamos por otro pedraplén hasta Cayo Coco. En realidad era otro islote unido a tierra, que formaba parte del Archipiélago de Sabana-Camaguey o Jardines del Rey. Era la cuarta isla más grade de Cuba y el principal destino turístico después de Varadero. Antes de 1990 no era más que un manglar repleto de mosquitos. Cayo Coco nos encantó, igual que Cayo Guillermo. Tenía muchas palmeras, arena blanca y agua verde azul. Todas las playas cubanas rivalizaban en belleza.