El centro
histórico de Kathamandú seguía siendo un museo arquitectónico al aire libre
con callejuelas repletas de templos, pagodas, pabellones, patios interiores y
talleres. Tras los daños sufridos en el terremoto del 2015 habían hecho
mucha labor de restauración. La Plaza
Durbar era el corazón del casco antiguo y Patrimonio de la Humanidad.
Durbar significaba “palacio”. La mayoría de sus edificios eran del s. XVII y
XVIII, algunos originales y otros más antiguos, reconstruidos tras otro
terremoto en 1934. En realidad, eran tres plazas interconectadas.
La plaza con sus
templos en forma de pagoda, estaba repleta de palomas. Algunos santones
paseaban por allí con sus túnicas amarillas y la cara pintada. En uno de los
templos había una gran campana. Decían que su tañido alejaba los malos
espíritus, per solo se tocaba durante la puja (ofrenda). Cerca estaban dos tambores
enormes en un pabellón, que se usaban para avisar a la ciudad de un peligro
inminente.
Frente a los tambores
estaba el Kala Bhairab (Bhairab negro), una estatua de piedra negra con
un aspecto temible: con seis brazos, una guirnalda de calaveras y pisoteando un
cadáver, acto que simbolizaba la ignorancia humana. Contaban que mentir ante su
figura causaba la muerte instantánea y se usó como ordalía en los juicios. Los
nepalíes le ofrecían flores y arroz.
Entramos en la la casa de la Kumari (Kumari Bahel), un edificio de ladrillo rojo y estuco blanco de tres plantas, con patio ajardinado con una estupa budista en miniatura, rodeado de balcones y ventanas de madera oscura, labrada con mucho detalle.
Entramos en el Palacio Real Hanuman Dhoka, fundado en los s. IV-VII y ampliado en el s. XVII. La fachada estaba apuntalada, tal vez por los daños del terremoto. El rey mono Hanuman custodiaba varios accesos. El Palacio era un museo desde que asesinaron en grupo a toda la familia real, en una masacre en el 2008, cunado Nepal se convirtió en República. Tenía diez patios con los aposentos privados de los reyes y la cámara de audiencias. Exhibía el trono real y los palanquines que transportaban a la reina y las princesas. En uno de los patios había un estanque de aguas verdosas, con una columna central.
En la Plaza Kot había un árbol de tronco nudoso, en cuyo interior habían colocado un altar. Alrededor se sentaban mujeres con sus saris coloridos, a orar y descansar. Por las calles se veían rickshaw, los típicos vehículos asiáticos de bicicleta, para alquilar.