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jueves, 24 de octubre de 2019

MUSTANG 1. MUKTINATH

Volamos desde Pokhara a Jomsom en una avioneta de 15 plazas. Amaneció nublado y pospusieron el vuelo hasta que mejorara el tiempo. El técnico nos propuso hacernos una foto con el resto de pasajeros mientras esperamos. Se despejó y fue un trayecto corto sin turbulencias, de unos veinte minutos. Vimos las montañas nevadas de la cordillera Himalaya de los Annapurnas, destacando el Dhaulagiri de 8.167m. El cielo estaba de un azul intenso.


El Reino de Mustang es una región que, según palabras del Dalai Lama, era uno de los únicos lugares del mundo en los que se podía encontrar la auténtica cultura tibetana, gracias a su aislamiento. Desde su fundación en 1380 el Reino perdido de Mustang permaneció encerrado en sí mismo y mantuvo su estilo de vida tradicional. Hasta 1964 no se concedió el permiso para visitarlo a un occidental. Toda su población era tibetana y durante mucho tiempo fue un reino independiente y soberano. Desde finales del s. XVIII fue anexionado por Nepal Tibet y Nepal se lo disputaban por su situación estratégica de paso entre montañas.

Mustang fue durante siglos una de las zonas más importantes de la "Ruta de la Sal" y paso obligado de todas las caravanas de sal y carne que se dirigían a la India y Nepal. En 2008 el gobierno de Nepal abolió la monarquía en el Reino de Mustang y se anexionó su territorio.


El permiso para visitar el Alto Mustang nos pareció demasiado caro y te obligaban a contratar el viaje guiado, Así que decidimos visitar el Bajo Mustang por nuestra cuenta, caminando solos y en sentido descendente En Pokhara tramitamos los permisos TIMS (Trekkers'Information Management System), necesarios para hacer cualquier trekking por los Annapurnas. Optamos por el permiso FIT (Free individual Trekker) también llamado Green Color. Al llegar a Jomsom validamos los permisos en la Oficina de la Policía Turística, trámite imprescindible. 


Jomsom era el centro administrativo de la región. Allí cogimos un jeep con otros pasajeros para ir a Muktinnath, un trayecto de solo 20km. Muktinath era una población tranquila a 3.800m de altitud. Era el límite entre el Alto y el Bajo Mustang.




Sus casas tradicionales de piedra encalada y con tejados planos de pizarra negra. En las azoteas asomaban los mástiles con banderolas de oración verticales ondeando al viento. Era un ambiente bastante rural, con calles de tierra y se veían algunos burros. En la plaza principal había puestos de venta de textiles.

Nos alojamos en el Hotel 4 Seasons, por 1.500 rupias, unos 12 euros. Desde la sencilla habitación en la azotea teníamos vistas del pico nevado del Dhaulagiri, imponente con sus 8.167m, ese era el auténtico lujo.





Subimos los 203 escalones de piedra de una colina hasta llegar a la estatua de un gran Buda dorado, que contemplaba el pueblo y las montañas de los Himalayas cubiertas de nieve. Reposaba bajo una estructura, rodeado de mástiles con banderolas de oración. Había otro santuario con un Buda negro. 








Seguimos el sendero hasta el Templo de Jwalami, la diosa del fuego. El santuario interior albergaba  una especie de horno de piedra, donde ardía la azulada y famosa llama de Muktinath, alimentada por gas natural que surgía de la tierra. Era una llama sagrada, símbolo de Brahma. 

El Templo de Muktinath era un templo sagrado tanto para los hindúes como para los budistas. Era el segundo santuario más sagrado de Nepal después de Pasupatinath en el Valle de Kathmandú. El templo representaba la armonía entre ambas religiones. Al entrar había dos estanques donde los fieles se bañaban en ropa interior y rápidamente, porque el agua estaba helada.


Alrededor del templo estaban los 108 manantiales que brotaban a través de caños dorados en forma de dragón. Los peregrinos seguían la tradición de pasar bajo los caños deprisa y mojarse, para purificarse y completar la peregrinación. Según las creencias, el agua bendita que procedía del Himalaya, lavaba los problemas y aliviaba las penas. Las mujeres se colocaban una tela a modo de pareo, y los hombres iban en ropa interior. 


En la parte superior de la colina había un templo tibetano con su decoración habitual de coloridas telas colgantes y dos tambores. Había algunas ruedas de oración gigantes, de 2m de altura. Las estatuas de mantequilla de colores estaban decoradas con esmero, y tenían ofrendas de billetes y cuencos con flores en agua. En la terraza del Hotel Bob Marley tomamos limonadas con menta y frutos secos. Desde allí contemplamos las azoteas planas de las casas.







   

jueves, 17 de octubre de 2019

EL VALLE DE PUNAKHA

 


El Valle de Punakha era un paisaje espectacular, atravesado por un río, con terrazas de arroz escalonadas y casas dispersas, todo muy verde. Punakha estaba a 1584m de altura. Había sido la antigua capital de Bután.

El Dzong de Punakha era una maravilla, una Fortaleza del s.XVII, grande y alta, que se extendía unos 300m a lo largo de la orilla del río Ma Chu, que confluía con el río Pho Chu. Los Dzongs butaneses eran un mezcla de Fortaleza y de Monasterio, sedes del poder y donde los campesinos rendían tributos. Algo similar al régimen feudal durante el medievo en Europa. Habían tenido siempre un papel importante en la historia de Bután, pues impedían el acceso de los invasores. 


Cruzamos el río por un bonito puente de madera cubierto. Las aguas bajaban verdosas, con un verde glauco. La Fortaleza era impresionante, enmarcada entre flores y árboles. En la entrada había varias ruedas de oración gigantes. Tenía tres grandes patios, donde se celebraban los festivales. La familia real se había casado allí. Todo el conjunto de edificios estaban encalados con una blanco deslumbrantes, y tenía las puertas, ventanas y columnas en madera tallada, pintada con dibujos coloridos. Incluso las vigas tenían dibujos en la parte de la fachada.





La torre central era la más alta e impresionante, de forma un poco trapezoidal. Había galerías y pasadizos. En el interior había tres enormes Budas dorados, representando el presente, el pasado y el futuro. El recinto estaba decorado con Thankas y las largas tiras colgantes, acabadas en forma de triángulo, que parecían corbatas de colores. Había una Biblioteca con los textos sagrados envueltos en telas amarillas.

          



Otro edificio tenía tres escalinatas diferentes, para los monjes, los campesinos que rendían tributo y la familia real y ciudadanos importantes. En uno de los patios había un árbol bodi (del Buda). La mayoría de los visitantes eran familias indias. Salimos absolutamente impresionados y fascinados por el Dzong de Punakha.


sábado, 12 de octubre de 2019

BHAKTAPUR

Bhaktapur era otra de las ciudades estado, junto con Patan y Kathmandú, a solo 13km de la capital. Nos gustaron sus estrechas callejuelas llenas de templos y con edificios bajos de ladrillo rojo y ventanas de madera oscura. 

Su Plaza Durbar era más pequeña y coqueta, declarada Patrimonio de la Humanidad. En el centro había una columna con la estatua de bronce del rey Malla rezando. El corazón de la plaza era el Palacio Real, al que se entraba por la Puerta Dorada, del s. XVII con algunos de los mejores trabajos en metal repujado de Nepal, Era deslumbrante y un derroche de figuras en relieve como un Garuda luchando con varias serpientes o una diosa con cuatro cabezas y diez brazos. 


A la derecha de la Puerta Dorada estaba el Palacio de las 55 ventanas, de ladrillo rojo y ventanas talladas en madera.


En el Palacio había dos grandes tambores para alertar a la ciudad en caso de ataque. Tenía muchos patios (leimos que 99!), uno de ellos con un bonito estanque con una columna central rematada con una cobra de bronce, con la cabeza erguida.

Dentro del Palacio estaba el Museo de Piedra y Pinturas. Exhibía estelas con inscripciones, piedras esculpidas y pinturas budistas y tántricas, algunas con escenas del Kamasutra. En la fachada del museo estaba la Ventana del Pavo Real con su cola extendida, tallada con mucho detalle. 


Cerca estaban los cuatro templos de Char Dam, las torres hindúes que construyeron para que los peregrinos hindúes que no podían ir a la India alcanzaran el mérito espiritual. Eran de piedra y ladrillo rojizo. 


Por la tarde fuimos a la zona de Tachupal Tole, que fue la primera plaza mayor de Bhaktapur y sede de la realeza hasta finales del s. XVI. Nos impresionó el Templo Nyatapola. Tenía cinco plantas y 30m de altura, era el más alto de Nepal. La escalera estaba custodiada por dos guardianes de piedra, elefantes, leones adornados con campanas y grifos con pico y cuernos de carnero.





Vimos múltiples templos y paseamos por las calles, con comercios y mucho ambiente. Por la zona vimos varios estanques grandes con casas alrededor. Decían que los utilizaban desde la época medieval para almacenar el agua destinada al consumo, al baño y a los rituales religiosos. Continuaban desempeñando un importante papel en la vida social de la ciudad, por la mañana y por la tarde los vecinos se reunían junto a ellos para bañarse, charlar y pasear.