En Malawi leí un
interesante y completo artículo de Kate Evans sobre los baobabs., en la revista
“The eye”. Lo traduje del inglés sobre la marcha y anoté en mi cuaderno de
viajes algunos datos. Las diferentes partes del baobab se usan para fabricar redes de pesca, cuerdas, cestas,
ropa, sombreros y zapatos. La corteza, la madera, las semillas y las hojas
tienen uso en la medicina tradicional. Nos sorprendió saber que el interior
de los troncos se había utilizado para albergar pequeñas tiendas, bares,
establos, paradas de autobús, prisiones, puestos de correos, nichos funerarios
e incluso lavabos. Hay que admitir que eran usos
imaginativos y originales.
Los baobabs son
sinónimo del paisaje africano. Han sobrevivido a la agresividad de los
elefantes y al contacto humano. En la II Guerra Mundial se usaron bulldozers,
tanques militares y dinamita para eliminarlos, sin éxito. Permanecían
arraigados al terreno con fuerza.
La primera descripción
del baobab de la que se tiene constancia fue la del viajero tangerino Ibn Batuta, nacido en 1304, y que viajó
por África fascinado por este espécimen único. David Livingstone también remarcó la circunferencia de varios baobabs
en sus expediciones, e incluso talló sus iniciales en su corteza. Buscamos la
histórica inscripción, pero naturalmente no la encontramos.
Los científicos no se
ponen de acuerdo para determinar la antigüedad de estos árboles. La prueba del
carbono determinó la antigüedad de 1.010 años de un ejemplar. En Malawi muchos
dicen que por cada metro de
circunferencia el árbol tiene 100 años de antigüedad.
El baobab más grande
registrado en los años ochenta tenía 25m. de circunferencia y 33m. de altura.
Sudáfrica tiene el mayor baobab del mundo con 46,8m. de circunferencia. Por eso
creí acertada la cita del explorador alemán Friedrich Humboldt que describió a los baobabs como “los monumentos
orgánicos más antiguos del planeta”.
Kate Evans acababa
afirmando que en Malawi los baobabs forman parte de la historia de la tierra,
de la cultura y de la gente, y añaden belleza y misterio al panorama africano. Después
de contemplarlos y admirarlos era imposible no estar de acuerdo con ella.
© Copyright 2013 Nuria Millet
Gallego