En Opuwo, al noroeste de Namibia,
en la región de Kaokoland, fue donde
vimos más mujeres Herero. En la
capital, Windohek, podían encontrarse algunas de ellas aisladas.
Los Herero son una
etnia del grupo bantú que también habita en Angola y en Bostwana, aunque en
menor número. Sólo en Namibia formaban una población de más de 100.000 personas.
Las mujeres Herero
vestían largos y voluminosos vestidos
victorianos con mangas abullonadas y alegres colores. En la cabeza lucían
un curioso tocado alargado y plano. Fueron los misioneros alemanes los que introdujeron esos vestidos, según la
moda europea del s. XIX. Así que la indumentaria herero era un residuo de la época colonial.
Era un contraste verlas hablando con sus vecinas Himbas semidesnudas, con su
atuendo tradicional de pieles.
La fiesta anual es en agosto, el Día
de Maharero, cuando las mujeres desfilan orgullosas por las calles vestidas
con sus mejores galas. Nos hubiera gustado asistir al
festival, pero nuestro viaje fue en mayo. Samuel Maharero fue el líder del pueblo herero. En enero de 1904, los herero se levantaron contra los
colonizadores para defender su territorio, pero las fuerzas eran desiguales y casi el 75% de los hereros fueron
aniquilados por los alemanes. Otro genocidio más para la historia. Samuel
Maharero guió la emigración de los supervivientes hacia Botswana, donde se
establecieron.
Los faldones de los
vestidos tenían enaguas superpuestas que les daban vuelo y añadían volumen a
las voluminosas mujeres. Se veían bellas e imponentes. Un ejemplo más de la diversidad de paisaje humano que ofrece África. Un
paisaje humano que me atrapó para siempre.
© Copyright 2012 Nuria Millet
Gallego