martes, 15 de agosto de 2017
LAS CASCADAS DE IVINDO
martes, 30 de mayo de 2017
PALACIOS DE SEÚL
El Santuario Confuciano Jongmyo albergaba las tablillas espirituales de los ancestros, de reyes y reinas. Era Patrimonio de la Humanidad no sólo por su arquitectura, sino por las ceremonias especiales y ritos funerarios que seguían celebrándose allí, en el interior y en su gran patio empedrado. Vimos fotos de una ceremonia con cientos de participantes ataviados con ropajes granates y altos sombreros negros. El pabellón principal era una larga estructura con columnas y puertas rojas, con persianas atadas con cuerdas.
Frente al santuario estaba el Palacio Chandeokgung, construido a principios del s.XIV, Patrimonio de la Humanidad. Decían que era el más bonito de los cuatro. Nos gustaron sus pabellones, las escalinatas de piedra labrada y el Huwon, un jardín secreto que cultivaban el emperador y la emperatriz, con estanques de aguas verdosas con nenúfares, donde se reflejaban las pagodas. Pasear por la zona boscosa era muy relajante.
El Palacio Gyeongbokgun fue el
primer palacio de Seúl y renació varias veces de las cenizas de la destrucción.
Era un gran recinto amurallado, una ciudadela donde vivían en la época los oficiales del
gobierno, estudiantes, eunucos, concubinas, soldados y sirvientes. Tenía varios
pabellones entre jardines. En una estancia mostraban el trono real y algo de mobiliario.
En el jardín visitamos el interesante Museo Folklórico. El recinto del Palacio
era tan grande que caminamos unas dos horas, fijándonos en los detalles, las
puertas con celosías, paneles de madera labrada o las tejas con motivos
florales. Allí vimos la ceremonia del cambio de guardia.
miércoles, 24 de mayo de 2017
BARRIOS TRADICIONALES DE SEÚL
Las puertas de madera estaban rodeadas de
macetas con flores, y los patios interiores ajardinados estaban repletas de plantas.
El barrio tenía un Centro de Cultura Tradicional, teterías y talleres de
artesanía y manualidades.
Cerca estaba el Barrio Insa, con casas bajas, galerías de arte, pequeños restaurantes, casas de té y tiendas de artesanía. Ofrecían papel hanji, sellos de mármol labrado, mobiliario antiguo, joyas, lámparas de papel de arroz, dulces de pasta hilada y frutos secos. Nos gustó especialmente una tiendecita abarrotada de pinceles de todos los tamaños. Insa era otro buen lugar para alojarse en la capital, cerca de los magníficos Palacios con siglos de historia que nos esperaban.
sábado, 20 de mayo de 2017
LA COREA RURAL
Hahoe era una pequeña población tradicional con mucho encanto, junto al río Nakdong y entre arrozales, parcelas de viñas, maíz y chile verde. Estaba considerada Patrimonio de la Humanidad. Conservaba las casas centenarias llamadas minbak, de los tiempos de la dinastía Joseon, que se fundó en 1392. Nos alojamos en una de esas casas, con ventanas de papel de arroz y edredones apilados en el suelo de tarima a modo de colchón. Era el sistema llamado “ondol”.
Los muros eran de adobe arenoso con tejadillos negros y puertas de madera color miel oscura, que se abrían a patios llenos de arbustos y macetas de plantas. Algunas eran casas-museo, aunque sin apenas mobiliario. Visitamos la casa de un estudioso de Confucio, que exhibía libros con caligrafía coreana.
Paseamos totalmente solos por las
callejuelas del pueblo, atravesando huertos con aperos de campo y tinajas, y
corbertizos de paja entre los tejadillos orientales de tejas negras. El sol de
la mañana lo inundaba todo. En el centro del pueblo había un gran y nudoso árbol
de 600 años de antigüedad. La gente había atado a su alrededor papelitos
blancos con deseos escritos. También escribimos nuestros deseos en un fino
papel de arroz, entre ellos el deseo de seguir viajando y conociendo gentes y lugares.
Visitamos el Museo de Máscaras, coreanas y de todo el mundo: Indonesia, Thailandia, Papua, Filipinas, Islas del Pacífico, Venecia, India, indios de América del Norte, Sudamérica, África…Una exposición muy interesante y completa. En las tiendas turísticas del pueblo vendían máscaras tradicionales de recuerdo.
Al atardecer cruzamos el río Nakdong con una pequeña barca y vimos las Escuelas Confucianas, un conjunto de pabellones. En la orilla opuesta había un peñasco escarpado al que subimos. Desde arriba se contemplaban las bonitas vistas del pueblo. Era fácil imaginar la vida en los pueblos coreanos en épocas antiguas.
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