El Santuario Confuciano Jongmyo albergaba las tablillas espirituales de los ancestros, de reyes y reinas. Era Patrimonio de la Humanidad no sólo por su arquitectura, sino por las ceremonias especiales y ritos funerarios que seguían celebrándose allí, en el interior y en su gran patio empedrado. Vimos fotos de una ceremonia con cientos de participantes ataviados con ropajes granates y altos sombreros negros. El pabellón principal era una larga estructura con columnas y puertas rojas, con persianas atadas con cuerdas.
Frente al santuario estaba el Palacio Chandeokgung, construido a principios del s.XIV, Patrimonio de la Humanidad. Decían que era el más bonito de los cuatro. Nos gustaron sus pabellones, las escalinatas de piedra labrada y el Huwon, un jardín secreto que cultivaban el emperador y la emperatriz, con estanques de aguas verdosas con nenúfares, donde se reflejaban las pagodas. Pasear por la zona boscosa era muy relajante.
El Palacio Gyeongbokgun fue el
primer palacio de Seúl y renació varias veces de las cenizas de la destrucción.
Era un gran recinto amurallado, una ciudadela donde vivían en la época los oficiales del
gobierno, estudiantes, eunucos, concubinas, soldados y sirvientes. Tenía varios
pabellones entre jardines. En una estancia mostraban el trono real y algo de mobiliario.
En el jardín visitamos el interesante Museo Folklórico. El recinto del Palacio
era tan grande que caminamos unas dos horas, fijándonos en los detalles, las
puertas con celosías, paneles de madera labrada o las tejas con motivos
florales. Allí vimos la ceremonia del cambio de guardia.
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