En la moderna ciudad de Seúl se conservan
barrios tradicionales, como el Barrio Buchkon. Era un laberinto de
callejuelas con casi 900 hanoks, las casas tradicionales de más
de 600 años de antigüedad, de madera oscura con tejadillos negros. Como
estaba sobre una colina los tejados quedaban escalonados a diferentes niveles y
formaban una bonita composición. El barrio era Patrimonio de la Humanidad.
Las puertas de madera estaban rodeadas de
macetas con flores, y los patios interiores ajardinados estaban repletas de plantas.
El barrio tenía un Centro de Cultura Tradicional, teterías y talleres de
artesanía y manualidades.
Cerca estaba el Barrio Insa, con casas bajas, galerías de arte, pequeños restaurantes, casas de té y tiendas de artesanía. Ofrecían papel hanji, sellos de mármol labrado, mobiliario antiguo, joyas, lámparas de papel de arroz, dulces de pasta hilada y frutos secos. Nos gustó especialmente una tiendecita abarrotada de pinceles de todos los tamaños. Insa era otro buen lugar para alojarse en la capital, cerca de los magníficos Palacios con siglos de historia que nos esperaban.