Así fue.
Suelos de tablones de
madera alfombrados y mobiliario de una casa de la burguesía europea. Pero
aquello era África. Eran las casas de los ingenieros de minas que vinieron a
explotar los yacimientos de diamantes de Namibia.
El pueblo era
Kalmanskop, a 10km. de Luderitz. La llamaban la ciudad fantasma porque había
sido abandonada en 1956, tras la caída de la demanda de diamantes en la I
Guerra Mundial.
Y así se transformó.
Un pueblo engullido por
el desierto. Al ser abandonado, la arena invadió las calles, las casas, el
hospital, la escuela…En algunas habitaciones la arena llegaba hasta el techo
formando pirámides. De hecho, a veces entramos en las casas por la ventana.
Habían restaurado
algunos interiores y el edificio del teatro. En medio de lo que fue una calle
una bañera formaba una escena surrealista.
En Luderitz vimos el
autobús que transportaba a los mineros en la actualidad. Les pregunté cuántas
horas trabajaban y contestaron que de ocho a cinco. Horario de oficinista, muy
civilizado, habría que ver las condiciones de trabajo. Nos hubiera gustado
visitar la mina, pero no estaba permitido. De hecho, todo el perímetro era Sperrgebiet,
zona prohibida hasta el río Orange, por ser rica en diamantes. En el pasado
había carteles que advertían de que entrar en la zona prohibida se penalizaba
con una multa de 500 libras o un año de cárcel.
Ahora seguía estando
prohibido, pero las circunstancias habían cambiado. La Consolidated Diamond
Mines (CDM) administrada por el sudafricano De Beers asumió el control y
monopolio durante años. Al hacerse públicas los conflictos y penosas
condiciones en que se conseguían los llamados “diamantes de sangre”, objeto de
tráfico internacional, se creó el Certificado Kimberley. Era como una garantía
ética de que la procedencia de los diamantes era legal.
Aún así, no me gustan
los diamantes, nunca me han gustado; son un símbolo de algo que no va conmigo. Lo que me
gusta es viajar y conocer historias como la de este pueblo abandonado.
© Copyright 2012 Nuria Millet Gallego
Por fin encuentro a nuestra querida NN! Ya te habias cansado de nosostros?
ResponderEliminarEspero que nos sigamos viendo.
Tampoco se nada de Blas. Me escribio una nota terrible y "desaparecio"...
Un beso muy grande a nuestra viajera favorita.
Vas a republicar lo de La Comu?
Namasté querida Igoa! Me alegro de reencontrarte. De momento tengo el blog "en construcción" y republicando porque me dolía perder todo el material después de que los de El País decidieran cerrar los blogs.
ResponderEliminarEn cuanto pueda voy a viajar contigo. Abrazos.