sábado, 17 de febrero de 2024
EL DESIERTO DEL SÁHARA MAURITANO
sábado, 14 de abril de 2018
LA LLANURA DE LAS JARRAS
En octubre de 1993
viajamos por Laos durante dos semanas, el tiempo que permitía por entonces el
visado, que obtuvimos en Thailandia. En aquel viaje no pudimos llegar a la
Llanura de las Jarras y 25 años después, en abril de 2018, regresamos a Laos. La tranquila población
de Phonsavan, al nordeste de Laos, era la base para visitar la
Llanura de las Jarras en la meseta Xiangkhoang.
Eran un misterio arqueológico, una gigantescas jarras talladas en piedra, a lo largo de kilómetros. Provenían de la era de Hierro del Sudeste Asiático (500 aC-200 dC). Se conservaban unas 200 jarras y fragmentos, pese a que la zona estuvo sembrada de minas en la Guerra de Indochina. Consideradas Patrimonio de la Humanidad.
Había varias hipótesis
sobre el uso de las jarras como contenedores de arroz, agua de lluvia o vino. La hipótesis
con mayor aceptación era la de servir de urnas funerarias, donde se
depositaban los cadáveres, ya que habían encontrado huesos humanos en el interior. Pero tampoco se sabía con certeza.
El sitio era seguro, pero mirando la hierba del terreno, no pude evitar pensar en que allí habían caído toneladas de bombas. De hecho, vimos varios cráteres profundos perfectamente circulares como recordatorio de aquella época. El gobierno estadounidense no quiso reconocer que bombardeó Laos, país que fue neutral en la Guerra de Vietnam. Lo hizo porque las tribus Hmong ayudaban al Vietcong, y habían formado un corredor de abastecimiento.
Lo peor era que
tras la guerra quedaron muchos artefactos sin explotar. Los llamaban UXO (unexploded
ordinance) y en los años posteriores causaron muertos, heridos y mutilados.
A veces eran agricultores los que encontraban las bombas o niños jugando.
Desminar totalmente el terreno resultaba caro y requería tiempo.
Fuimos a los tres asentamientos donde se localizaban las jarras. En el Site 1 había 334 jarras y una cueva, donde los arqueólogos encontraron restos óseos.. La jarra más grande y más redondeada, llamada Hai Jeuam, pesaba 6 toneladas y medía 2,5m de altura. Alguna jarra conservaba la tapadera de piedra acanalada. En el interior crecían plantas o se acumulaba agua de lluvia entre verdín. En aquella zona había bastantes turistas laosianos y asiáticos por las fiestas de año nuevo. Un grupo de militares de Vietnam quisieron incluirnos en sus fotos.
El Site 2 estaba en una zona boscosa, entre pinos y árboles de raíces retorcidas. Era un paisaje bonito, que visitamos totalmente solos.
Paramos a comer algo en una cabaña sombreada, en la entrada del tercer asentamiento. Para llegar cruzamos un pequeño puente de bambú y madera, y caminamos entre los arrozales. Aunque estábamos en época seca el paisaje era verde.
El Site 3 tenía más de cien jarras. Algunas estaban tumbadas y crecían florecillas en su base. Vimos otra tapadera y caminamos entre las jarras también solos.
En la Oficina de
Turismo había una pequeña exposición con fotos e información. También exhibían las
grandes bombas y obuses desactivados que habían quedado en la zona. Tras pasar
el día recorriendo la Llanura de las Jarras volvimos emocionados y satisfechos.
Laos nos reservaba más sorpresas interesantes.
jueves, 31 de mayo de 2012
EL PUEBLO QUE SE TRAGÓ EL DESIERTO
sábado, 24 de octubre de 2009
LAS MINAS DE POTOSÍ
En el Mercado Minero vimos todos los artículos que compraban los mineros: botas, casco, lámparas, dinamita, mecha, cigarrillos, mascarillas...Uno de los artículos que más me sorprendió fue el Alcohol potable de 96º que bebían los mineros el primer y el último viernes del mes para ofrecer y pedir bendiciones a la Pachamama, la Madre Tierra (que falta les hacía). Alcohol potable de 96º!!! Como el de uso hospitalario para desinfectar. Y con buen gusto, según la etiqueta…No pude evitar probarlo…
Visitamos los llamados Ingenios, las plantas donde se procesaba la plata, llenas de maquinaria polvorienta y ruidosa. En el Ingenio trituraban las piedras, las centrifugaban, las sumergían en sustancias químicas, la decantaban, secaban y finalmente obtenían el polvo de sulfato de plata. La ciudad colonial de Potosí, que es Patrimonio de la Humanidad, tenía las casas pintadas de colores intensos, tal vez para compensar el polvo y la negrura de las minas.
Encontramos varios grupos de mineros trabajando. Uno eran cuatro chicos jóvenes que empujaban una vagoneta cargada por los rieles. La vagoneta podía transportar hasta dos toneladas de mineral, y con la estrechez de la galería podían suceder accidentes como ser atropellado por una de ellas, porque en muchos tramos no había lugar para esquivarla. Los chicos tenían 16 años y trabajaban entre 8 y 12 horas al día. Todos mascaban coca con la mejilla hinchada, y sonreían y hacían bromas. Eran jóvenes pero sabíamos que en la mina también trabajan niños, aunque la legislación boliviana lo prohíbe y no los vimos.
© Copyright 2009 Nuria Millet Gallego