Partimos de Jartum hacia el norte de Sudán, en ruta hacia Old Dongola. Atravesamos el Desierto Bayuda, el nombre que recibe el Sáhara en territorio sudanés. Al principio el paisaje tenía un extraño contraste entre sus montañas negras y las dunas doradas; era un desierto con algunos arbustos y matorrales, con grupos de camellos y cabras. Los camellos mordisqueaban las ramas de los arbustos. Luego pasó a ser totalmente arenoso con dunas onduladas. En las paradas confraternizamos con otros conductores sudaneses.
La carretera asfaltada era una larga cinta
gris entre dunas, totalmente recta y sin apenas tráfico. Estaba en buen estado,
nos dijeron que la habían construido los chinos hacía unos diez años. Pero la
fuerza invasora del desierto se dejaba notar, y en algunos tramos la arena
invadía el asfalto, tapando un carril completo. Más adelante vimos excavadoras
que, a modo de quitanieves, se ocupan de retirar la arena. Si no fuera por las
excavadoras el desierto acabaría engullendo la carretera.
Sabíamos de la proximidad del Nilo por las
grandes franjas de verdor, vegetación y palmeras que avisaban de la presencia
del río. Eran como oasis fértiles con cultivos de habas, cacahuetes, mijo y
palmeras datileras.
Vimos la Tercera Catarata del Nilo, en realidad rápidos que impedían la navegación. Subimos a un montículo rocoso para contemplar las vistas. Se veían remolinos en la corriente de agua, transparente verdosa. Bajaban algunas barcas, y otras estaban varadas en una lengua de arena. Más adelante cogimos un Ferry para cruzar el Nilo y una barcaza azul para ir a la isla de Sai, donde nos esperaban otras ruinas nubias.